Cultura | El escritor tapatío es ganador en la edición del Herralde con mayor participación Álvaro Enrigue gana en 'Muerte súbita' El escritor nacido en esta ciudad se hace acreedor de uno de los premios más prestigiosos en habla hispana. En exclusiva publicamos un fragmento de la obra ganadora Por: EL INFORMADOR 4 de noviembre de 2013 - 23:33 hs Terruño. Álvaro Enrigue nació en Guadalajara en 1969, aunque guarda más cercanía con la Ciudad de México. / GUADALAJARA, JALISCO (05/NOV/2013).- Para Álvaro Enrigue, galardonado con el XXXI Premio Herralde de Novela por Muerte súbita (presentada bajo el pseudónimo de Hamilton y el título Patrón de todos los que estamos tristes), la novela es una forma de vaciar la experiencia humana; su forma es infinita, indiferente a las reglas. En ese incesante verter literario y en esa constante experimentación, el escritor urdió una historia en la que se cuenta un duelo de tenis que traban el pintor italiano Caravaggio y el poeta español Quevedo. Premiada por un jurado compuesto por Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt Torrente, Vicente Molina Foix y el editor Jorge Herralde, la novela se impuso a 476 obras presentadas, las participación más alta de la historia del galardón convocado por Editorial Anagrama y dotado con 18 mil euros (más de 300 mil pesos). En Muerte súbita, cuyo tiempo transcurre el 4 de octubre de 1599, en las canchas de tenis públicas de plaza Navona, en Roma, se encuentran Caravaggio y Quevedo. Para realizar este trabajo, Enrigue se adentró en la forma de ver el mundo de ambos artistas. Rastreó también la primera vez que se citó la palabra tenis. La encontró en 1451, más de un siglo antes del nacimiento del pintor barroco —que era un excelente tenista— y del poeta ibérico. PARA SABERPublicaciones de Enrigue “El cementerio de las sillas” “Decencia” “Hipotermia” ”Vidas perpendiculares” “Valiente clase media Dinero, letras y cursilería” SABER MÁSOtros ganadores 2012 “Karnaval”, de Juan Francisco Ferré 2011 “Los Living”, de Martín Caparrós 2010 “Tres ataúdes blancos”, de Antonio Ungar 2009 “La vida antes de marzo”, de Manuel Gutiérrez Aragón 2008 “Casi nunca”, de Daniel Sada EL DATOMontos y premios Premio Tusquets Editores de Novela: 20 mil euros (alrededor de 350 mil pesos) Premio Alfaguara de Novela: 175 mil dólares (más de dos millones de pesos) Premio Planeta de Novela: 601 mil euros (más de 10 millones y medio de pesos) | FRAGMENTO- "Muerte súbita", de Álvaro Enrigue El registro escrito más antiguo de la palabra «tenis» no se refiere a los zapatos diseñados para hacer ejercicio, sino al deporte del que deriva el término y que fue, con el esgrima – su primo hermano–, el primero que demandó un calzado particular para ser jugado. En 1451 Edmund Lacey, obispo de Exeter, Inglaterra, definió el juego con la misma ira sorda con que mi madre se refería a mis tenis Converse de juventud, siempre al borde de la desintegración: Ad ludum pile vulgaritem tenys nucupatum. En el edicto de Lacey la palabra «tenys» – en vernáculo– está asociada a frases con el olor ácido de los expedientes judiciales: Prophanis colloquiis et iuramentis, vanis et sepissime periuriis illicitis, sepius rixas. En la colegiata de Santa María de Exeter un grupo de novicios había estado utilizando la galería techada del claustro para jugar partidos contra los muchachos del pueblo. El tenis de entonces era mucho más violento y ruidoso que el nuestro: unos atacaban, otros defendían, no había ni red ni líneas, los puntos se ganaban con las uñas y a mordidas, clavando la bola en una buchaca. Como era un deporte inventado por monjes mediterráneos, tenía con notaciones salvíficas: atacaban los ángeles, defendían los demonios. Era un asunto de muerte y ultratumba. La pelota como alegoría del espíritu que va y viene entre el bien y el mal intentando colarse al cielo; los mensajeros luciferinos atajándola. El alma desgarrada, como mis tenis. El rijoso pintor barroco Michelangelo Merisi da Caravaggio, aficionadísimo al juego, vivó sus últimos años en el exilio por haber dejado a un contrincante atravesado a espada en una cancha de tenis. La calle en la que sucedió el crimen todavía se llama «via della pallacorda» – «calle de la red y la pelota»– en memoria del incidente. Fue condenado a muerte por decapitación en Roma y pasó años viviendo a salto de mata entre Nápoles, Sicilia y la isla de Malta. Pintaba, entre comisión y comisión, aterradores cuadros sobre decapitaciones en los que él mismo era el modelo de las cabezas cortadas. Se los mandaba al papa o a sus personeros, como una entrega simbólica que provocara su indulto. Lo apuñaló luego a él mismo un sicario de los caballeros de Malta, a los treinta y nueve años, en la playa toscana de Porto Ercole. Aunque era un prodigio con la espada y el puñal como lo fue con los pinceles y las raquetas, la sífilis alucinatoria y el saturnismo le impidieron defenderse. Sepiu rixas. Ya había sido indultado y se dirigía por fin de vuelta a Roma. Cortesía Editorial Anagrama Temas Literatura Escritores Premios Novela Lee También "Lo que no quería era ser nadie": Premio Nobel de Literatura Mariana Etchegaray escribe “Hasta donde suene mi voz” László Krasznahorkai: Libros para adentrarse al mundo del nuevo Nobel de Literatura ¿Cuánto cuestan y dónde comprar los libros del Nobel de Literatura 2025? Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones