Domingo, 12 de Octubre 2025
Cultura | Tradiciones populares. En Jalisco parece que el origen de rito está en Arandas

Celebración con Doña Muerte

Los altares de muertos son una joven costumbre en Guadalajara, de acuerdo con el especialista José Hernández

Por: EL INFORMADOR

Catrina. Este nombre se lo puso el pintor Diego Rivera y no José Guadalupe Posada, su creador, como popularmente se cree.  /

Catrina. Este nombre se lo puso el pintor Diego Rivera y no José Guadalupe Posada, su creador, como popularmente se cree. /

GUADALAJARA, JALISCO (31/OCT/2012).- Felícitas acudió al tianguis a comprar calaveritas. Caminando por una de las aceras del Parque Morelos, al paso que le permiten sus 68 años de edad, esta vecina de la Colonia Monumental cuenta que comenzó a pensar en armar el altar de muertos desde hace seis años; primero para su suegra, luego para su papá.

Felícitas dice que el suyo es un altar chiquito que permanece en la sala de su casa. Con ayuda de sus seis nietos, saca el papel picado rosa y morado –lo guarda bien dobladito en un cajón-  y lo extiende sobre una mesa de madera. Arma los tres niveles que tendrá el promontorio y los forra. Siguen las cortinas. Encima del altar desnudo coloca calaveritas de azúcar, velas, floreros con flor de cempasúchil y la foto de los difuntos. Los adereza con “cazuelas de comida de verdad” como sopa de arroz, mole, chiles rellenos y frijoles, alimentos preferidos de los difuntos que regresan al mundo de los vivos.

En el principio fue Arandas

De acuerdo con José Hernández, investigador de arte popular y profesor del Colegio de Jalisco en los diplomados en historia, arte y geografía de Jalisco, el alzar altares de muertos no era algo que llamara la atención de los tapatíos. Afirma que el primer altar de muertos que se montó en la ciudad fue hace 35 años en la capilla del Museo Regional de Guadalajara. Era una réplica a escala de lo que él vio en el municipio de Arandas hace 36 años durante una investigación dirigida por José María Murià, entonces presidente de la institución académica. José Hernández y otro colega llegaron a Arandas la noche del 1 de noviembre. El investigador aprovechó para preguntarle al presidente municipal por alguna costumbre o tradición relacionada con el Día de Muertos. Un joven terció en la charla y le dijo que en algunos ranchos de la zona “ponían un altarcito dedicado a las ánimas del Purgatorio”. El alcalde pidió al joven conseguir una camioneta para llevar a los académicos a esos lugares.

Llegaron a una casa de rancho alteño. Entraron por un patio con bardas de piedra. Sobre un corredor había una mesa cubierta con un mantel “de deshilado”. En torno a esa mesa comenzaron a congregarse personas de otros ranchos, ya que habría velada de ánimas. Llevaban gorditas de horno, calabaza cocida con piloncillo y tamales de ceniza; aguardiente, tequila y café que dejaron sobre la mesa.

En uno de los cuartos de esa finca estaba el altar a las ánimas. Era pequeño. Constaba de dos arcos de carrizo con papel de china abombado y con una flor de cempasúchil. Al centro estaba el ánima y tenían santos como San José y San Miguel Arcángel. Había una mesa cubierta con un mantel blanco sobre la cual descansaban panes de muerto y unas calaveritas de azúcar. En el suelo había un petate cubierto con flor de cempasúchil y a los lados unas cortinas de papel de china color rosa y morado. El rosa representaba la alegría y el morado el luto.

Cuenta Hernández que unos años después de montar el altar gigantesco en el Museo Regional de Guadalajara, a inicios de los años ochenta comenzaron a hacer algo parecido el Instituto Cultural Cabañas, el Museo de la Ciudad, el Ayuntamiento de Guadalajara y la Casa Museo López Portillo. Recuerda que durante ese tiempo eran ingentes las cantidades de escuelas que arribaban a ver el altar. Los maestros ponían a los alumnos a dibujar. “Fue todo un acontecimiento en la ciudad”. Asegura que los tapatíos sólo celebraran el Día de Muertos, iban al panteón y a misa. Y ya. Los elementos que debe contener un altar jalisciense están el pan de muerto, la flor de cempazúchitl y, en algunas regiones, las ofrendas de comida y la alfarería. Sin faltar las velas y veladores “de vasito”, dice el especialista.

Tradición desde la época prehispánica

Historiador de la ciudad y ex cronista de la misma, Juan Toscano explica que los altares de difunto son un tradición que se llevaba a cabo desde la época prehispánica. Tras la llegada de los españoles y la evangelización a la que sometieron a los indígenas luego de La Conquista, “hubo un sincretismo entre la cultura cristiana y la cultura prehispánica y entonces los altares que hacían las culturas indígenas se cristianizan de alguna forma con la enseñanza cristiana”. En los altares indígenas van apareciendo elementos de origen cristiano que son fortalecidos por los mestizos.

Resalta que un altar indígena es un altar que cuenta con nueve escalones, los nueve escalones del inframundo. Los altares de muertos de género cristiano tienen tres. “Ha habido una transculturización y los elementos que se ponen en los altares llegan a convertirse pero mantienen una sola esencia. En todos vamos a encontrar alimentos y diferentes adornos florales, vamos a encontrar velas… Tanto en los altares indígenas como en los altares mestizos, la idea y el concepto es la misma: es un estar preparado para el regreso en ese día de las almas de los difuntos”.

Afirma que el altar también es el contexto lateral, lo que hay alrededor: “Hay un camino que se hace de ceniza para que el difunto pueda entrar a recoger sus pasos y a identificar el altar que le toca. Es toda una cosmogonía muy interesante”.

Para Toscano, los altares públicos, los que se hacen en museos y edificios públicos, son ideas nuevas, que nacieron hace unos 30 años. Dicha actividad funge como identificador de la nacionalidad mexicana, “se convirtió en un espectáculo público”.

Refiere que en Guadalajara no se van a encontrar altares de muerto de índole espiritual, ya que es una cultura criolla, y las zonas de la ciudad en donde hubo cultura indígena son Mezquitán y San Andrés.

Blanca Azucena García vende pequeños altares en el tianguis que se pone en una de las aceras del Parque Morelos previo al Día de Muertos. Blanca dice que ya no se gana como antes. Hace unos cinco años, su familia, que tiene 30 años dedicándose al negocio, registró las primeras bajas en las ventas.

Anteriormente se vendían las muñecas y los alimentos miniatura que acompañan los pequeños altares. Eso ha cambiado, pues ahora los compradores prefieren cosas de Halloween. Blanca Azucena vende máscaras, arañas, dulces, trajes y “cosas que ni siquiera son del Día de Muertos”. Lo mismo hizo su mamá, sus dos tías, su abuelo y su marido, quienes también pueblan el espacio dispuesto para la vendimia de los comerciantes.

Olga Olvera, de 25 años de edad, compra papel picado. En su hogar honran la memoria de abuelos, tíos y amigos. Tiene 10 años haciéndolo.  Les pone flores, frijoles, café, cigarros, carnitas, tequila y el agua, que no debe faltar, pues es algo que los muertos necesitan tras el cansancio que supone llegar a su casa ubicada en las cercanías de la estación del Tren Ligero Isla Raza.

Un día tenebroso


El origen del Halloween se remonta al calendario celta. Hace miles de años las tribus celtas dividían el año en una mitad luminosa y una mitad oscura. El Samhain, su antigua celebración -precursora del Halloween-, representa el comienzo de la mitad oscura. El paso de la luz a la oscuridad. Era el momento para saber qué alimentos y ganado contaban para el invierno.

Fueron los inmigrantes irlandeses quienes en 1840 transmitieron parte de la tradición a Norteamérica. Actualmente Estados Unidos es uno de los países que más practican esta festividad.

En México el Halloween es festejado por jóvenes y niños. Aunque se le acusa de ser un festejo que no compagina con las tradiciones de los mexicanos como el Día de Muertos, disfrazarse y pedir dulces en las casas cercanas es una de las actividades que más esperan en el año los pequeños y los jóvenes para hacer fiestas de disfraces.

BREVE GUÍA DE ALTARES

Zapopan

Hoy

20:30 horas.  Altar dedicado a los Muertos Anónimos.

Presidencia Municipal de Zapopan

Guadalajara.

Panteón de Belén.

Altar de muertos dedicado a personajes del Panteón de Belén

Museo de la Ciudad

Altar de muertos dedicado a la Mtra. Ma. Martha Heredia Casanova

Inauguración: hoy, 19:00 horas.

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