Miércoles, 15 de Octubre 2025
Cultura | La Ruta de los Murmullos hoy

El Juan Rulfo de todos

En el llano caluroso, el autor de Pedro Páramo deambula en la memoria colectiva de San Gabriel

Por: EL INFORMADOR

La finca donde vivió el escritor es el primer sitio que se visita en la Ruta de los Murmullos.M. FREYRA  /

La finca donde vivió el escritor es el primer sitio que se visita en la Ruta de los Murmullos.M. FREYRA /

GUADALAJARA, JALISCO (21/MAY/2011).-  Este pueblo está lleno de ecos… de Juan Rulfo. Los describió tan exhaustivamente en su obra literaria, que terminó convirtiéndose en uno de ellos, en un eco encerrado en “el hueco de las paredes, debajo de las piedras” o en la imaginación de todos los habitantes. Rulfo, la loma donde volaban papalotes, la muerte de su padre, Susana San Juan, Rulfo, las ranas, Juan, sus hermanos, la hacienda de Telcampana, los collares de manzanilla y Rulfo una y otra vez, como el repique de las campanas cuando alguien muere. Todo esto se oye en San Gabriel.

Rulfo aparece por aquí y por allá, en una pintura de la barda de la entrada del pueblo, en un café de la plaza principal o en los sitios que son parte de la Ruta de los murmullos, gracias a la cual se transformó la memoria de Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno (su verdadero nombre), de ser Juan el callado, el pequeño lector, el que creció en San Gabriel, a ser el Juan universal, el Juan de todos.

La finca donde vivió de pequeño, justo atrás de la iglesia, es el primer sitio que se visita en la Ruta de los murmullos. Ahí viven Esther Díaz y su marido don Toño Villalbazo, quienes hace más de 40 años compraron la finca a Eva Pérez, hermana de Rulfo.

Esther abre la puerta sin excepción y advierte que poco sabe del tema. Aún así, se sienta en una silla frente al patio interno de la casa y relata que justamente ahí tendieron al papá de Rulfo cuando murió. “Alguna vez vino Juan pero no quiso entrar. Tal vez porque todavía le dolía el recuerdo. Dicen que El llano en llamas lo hizo por su papá, porque le avisaron que lo habían asesinado. Se fue hacia Telcampana y de lejos divisó a muchos que traían ocotes prendidos, cargando el cuerpo de su papá y parecía un llano en llamas”, cuenta y se detiene porque entra su vecina, María de Jesús Sedano.

“Vengo a ver cómo están”, dice María de Jesús y abraza a Esther y a su esposo. En San Gabriel la vida comunitaria sigue viva. María de Jesús escucha que la plática es de Rulfo e interviene: “Uhh, él nació el mismo año que mi mamá y lo que nos contaban es que era fotógrafo. Era pariente de mi mamá y de mi papá, por lo Vargas y lo Vizcaíno. Pero en aquel tiempo no nos interesaba, no sabíamos que era tan importante”.

Del que más tienen recuerdos es del hermano mayor, Severiano. “A él le deberían de hacer más honores que a Juan, porque fue un hombre buenísimo. Él regaló la hacienda de Apulco, era muy trabajador”.

Doña Esther interviene y cuenta que Severiano fue una vez a visitar a su hermano Juan, pero la secretaria le dijo que no tenía tiempo de recibirlo. “Ah, pues dígale que nomás venía a verlo, que ya me voy”, remata Esther, mientras que unos turistas pasean por la casa. Incluso, Clara, su esposa, “decía que no lo veía ni ella. Así era, muy serio, se encerraba días a escribir”.

María de Jesús dice que sinceramente no lee, pero a Rulfo sí lo ha leído dos veces.

-¿Y sí habla de San Gabriel en su obra?
-A como dicen, sí es cierto. Que si los collares de manzanilla, que eran tecojotes ensartados con izote que comprábamos en el camino a Guzmán y que te los comías en el camino. O que si los indios que bajaban de Apango. Y luego cuando habla de Fulgor Sedano, pienso hasta ha de haber sido mi abuelito.

En ese momento entran algunos turistas y Esther hace la broma de que colgará unos calzones rotos de su marido y les va a decir que son de Juan Rulfo, “porque la gente hasta me pregunta que cuál era su cama”.

La vida alrededor  del autor

En San Gabriel hay muchos aficionados al autor de Pedro Páramo. Pero nadie como José Villalbazo. Su negocio está tapizado de imágenes de la familia del escritor y tiene más de 100 títulos relacionados con Juan Rulfo.

Hace muchos años que leyó sus títulos y lo que más le gusta es cuando habla de las nubes de la noche que durmieron sobre el pueblo –Ahora está por salir el sol y la niebla se levanta despacio, enrollando su sábana, dejando hebras blancas encima de los tejados–. “Este efecto es muy bonito en San Gabriel. En las mañanas los cerros se llenan de una nube blanca que llena las montañas”.

José Villalbazo cree que con Juan Rulfo, su pueblo se llenó de gloria y “ahora todo el mundo conoce San Gabriel, porque le dio vida a esta tierra y a sus personajes, nomás les cambió el nombre”.

Para el cronista José de Jesús Guzmán Mora, la Ruta de los Murmullos ha sido clave para reconocer a Juan Rulfo, porque antes era sólo alguien del pueblo y ahora es el hijo de San Gabriel.

“Todo lo que he leído de él me recuerda a lo que he vivido. La loma donde volamos papalotes. O la gotita del techado que cae y hace un agujero sobre la arena. El doblar de las campanas cuando alguien muere y que se le quedaron grabadas con la muerte de su padre”.

Guzmán Mora piensa que su pueblo sigue siendo un círculo de costumbres y que poco ha cambiado, aunque, si Rulfo viviera, “le diría que este pueblo ya recuperó su nombre (a principios del siglo XX lo cambiaron por Venustiano Carranza y en los noventa volvió a ser San Gabriel”.

Juan Rulfo es un eco que cada vez suena en la identidad de la gente y cada uno utiliza su imaginación para continuar con la historia de El llano en llamas.

Para saber

Hoy se realizará la Ruta de los Murmullos a las 10:00 horas, como parte del Festival Cultural San Gabriel.

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