Juan Pablo Contreras, compositor forastero

GUADALAJARA, JALISCO (11/NOV/2014).- El viernes 24 de mayo de 2013, durante la decimosexta edición del Festival Cultural de Mayo, la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) estrenó a nivel nacional la obra musical “El Laberinto de la Soledad”, escrita por el compositor tapatío Juan Pablo Contreras. La reseña que se publicó al día siguiente destacó que durante la noche “hubo momentos sonoros de angustia y caos, seguidos por alegres melodías folclóricas; y de nuevo la irrupción de la música disonante, mientras a lo lejos se escuchaba la fiesta de una tambora”. Esa noche regresó un exitoso hijo de Guadalajara.

Juan Pablo Contreras recuerda que en su casa siempre escuchó música. Su madre era pianista concertista y él la escuchaba tocar en el Teatro Degollado. A los siete años Juan Pablo les dijo a sus padres que quería aprender a tocar el violín. Tomó clases particulares y se unió a la Orquesta Juvenil de Zapopan. Después se mudó a Estados Unidos. En Austin, Texas, formó parte de una orquesta y regresó a México para estudiar la secundaria y la preparatoria. En ese tiempo exploró otros géneros. Le interesó el rock y aprendió a tocar la guitarra y el bajo. Pero al poco tiempo volvió, de manera natural, a la música clásica.

“Me interesé por la composición y comencé a tomar clases de piano, clases de canto. Empecé a cantar ópera y a los 18 años decidí que quería estudiar música. Quería ser compositor. Al investigar me di cuenta de que una de las mejores escuelas estaba en Estados Unidos. Como tenía también un poco el interés de hacer música de cine, apliqué y fui aceptado para hacer una licenciatura en Los Ángeles. Poco a poco me fui metiendo más en el camino de la música clásica. No me interesó tanto el hacer música para cine, sino escribir música clásica para concierto y, principalmente, para orquesta”.

En Los Ángeles, Juan Pablo conoció a Daniel Catán, quien fue su maestro de composición. Catán lo convenció de que viajara a Nueva York para continuar sus estudios. Juan Pablo recibió una beca por la Manhattan School of Music y se dirigió a Nueva York. Sus sueños comenzaron a cristalizarse cuando terminó la maestría y ganó el premio Nicolas Flagello Award, que la Manhattan School of Music entrega al mejor alumno de la clase de graduados. Actualmente Juan Pablo tiene ocho años en Estados Unidos. Sigue activo como compositor y viviendo gracias a la música.

Momentos de reflexión

“El irme del país y verme en un lugar como extranjero me hizo reflexionar mucho y ponerme a pensar qué es lo que iba a hacerme diferente como compositor mexicano aquí en Estados Unidos, donde no es mi país y estoy aprendiendo un oficio que es muy europeo; qué es lo que yo puedo decir como compositor que me pueda identificar como mexicano y como ser humano”.

Señala que actualmente los melómanos son muy afortunados por vivir en una época en la que los compositores de todas las nacionalidades están escribiendo música de calidad. Explica que después de la Segunda Guerra Mundial los compositores tuvieron que reinventar el sistema de composición para romper con todas las tendencias antiguas y tuvieron que utilizar técnicas que fueran aceptadas por el mundo académico.

“Ahora en el Siglo XXI hay mucha más tolerancia a volver a utilizar armonías agradables, a redescubrir la tonalidad. Ya no hay tanta presión de que tienes que escribir en un estilo determinado para que seas aceptado. Eso está ayudando muchísimo a que el público se acerque a la música nueva, que ya no es música totalmente disonante, sino que tiene cosas muy bellas y elementos muy agradables. Siento que eso se encuentra también en mi música. Cuando alguien escucha mi música no necesariamente debe tener estudios formales para poder apreciarla, me gusta a mí que sea una mezcla de cosas. Elementos disonantes y consonantes para que todo tipo de escucha lo disfrute”, asegura.

A Juan Pablo le gustaría volver a Guadalajara eventualmente para dar clases y compartir su experiencia. Sin embargo, en los próximos 10 años se ve escribiendo más música para orquesta. Quiere que más orquestas profesionales de Estados Unidos toquen su música. También quiere incursionar en la ópera y seguir estrechando relaciones con diferentes músicos y con ensambles mexicanos.

Nuevo disco a finales de 2014

Silencio en Juárez se lanzará a finales de 2014. Se trata de un proyecto que Contreras comenzó hace dos años. La obra principal del disco, intitulada Silencio en Juárez, es un cuarteto para violín, clarinete, violonchelo y piano. El disco incluye un ciclo de canciones para tenor y orquesta de cámara con poemas del poeta tapatío Darío Carrillo y un concierto para arpa y orquesta de cámara que se llama Ángel Mestizo.

Los más

Difícil: Estar fuera del país y extrañar a la familia, a la comida. A veces dudas si vale la pena todo el esfuerzo.

Fácil: Estados Unidos tiene un sistema académico que es muy eficiente. Si sigues un camino correcto es muy probable que te vaya bien. La gente es muy formal. El mundo musical es muy cumplido. El esfuerzo ha tenido resultados porque el país está planeado para que las cosas se den así.

Disgusta: Al principio fue muy difícil abrir puertas y convencer a la gente de que, aunque eres mexicano o extranjero, tienes también mucho talento.

Gusta: El que todos estos años me han dado las herramientas para regresar a mi país y ofrecer todo lo que aprendí. Si me hubiera quedado en Guadalajara, no sé si hubiera adquirido los conocimientos para estar haciendo lo que estoy haciendo.

Recuerda: San Juan de Dios. El olor.

Cómo se abrió camino

Juan Pablo Contreras nació en 1987, en Guadalajara, Jalisco. Su música retrata la identidad mexicana y se caracteriza por sus orquestaciones coloridas, sus ritmos vibrantes y su gran intensidad emocional.

La música de Contreras se ha escuchado en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. Sus obras han sido interpretadas por ensambles como la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, la Orquesta Sinfónica del Estado de México, la Orquesta Filarmónica de Jalisco y la Orquesta Sinfónica de Córdoba. Su música también ha sido tocada por el Onix Ensamble, la North/South Consonance Chamber Orchestra, el Ensamble Tamayo, el Formalist Quartet, el SequenzaSUR y el Inauthentica Ensemble.

El tapatío ha ganado numerosos premios y becas tales como el BMI William Schuman Prize, el Dutch Harp Composition Contest, el Brian M. Israel Prize, el Nicolas Flagello Award, otorgado por la Manhattan School of Music, y la beca de estímulo a Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en México. También ha sido designado como compositor residente de los Concerts on the Slope en Brooklyn, Nueva York.

Contreras es Licenciado en Composición por el California Institute of the Arts y Maestro en Composición por la Manhattan School of Music. Entre sus maestros destacan Nils Vigeland, Daniel Catán y Richard Danielpour.

Nueva York, buen escaparate

Juan Pablo Contreras comenta que, para que un compositor pueda desarrollarse, es necesario que en las primeras etapas de aprendizaje pueda rodearse de músicos ejecutantes que puedan y quieran tocar su música.

“Siento que eso es algo que no había encontrado en Guadalajara durante mi adolescencia. Veía que no había muchos ensambles de música nueva, ni tampoco tenía compañeros ni colegas intérpretes que se interesaran por la música nueva. Y como compositor las mejores y más importantes lecciones te las va a dar un músico instrumentista. Yo sabía que si me venía a Estados Unidos iba a estar en un ambiente propicio para experimentar cosas, para poder probar mis obras, para poder juntarme con intérpretes de mi edad que quisieran interpretar mi música”.

Al dirigirse a Estados Unidos, el tapatío sabía que tendría a su disposición toda una infraestructura que apoya a los compositores jóvenes y les asegura que podrán nutrirse de los conocimientos de sus colegas.

“Como compositor tienes que saber escribir para todos los instrumentos de la orquesta. La única manera de hacer esto es realmente sentarte con un instrumentista y probar qué es lo que funciona y lo que no. Yo sabía que las relaciones que hiciera con esos músicos eran importantes. Un músico exitoso que yo pudiera llegar a conocer, que fuera mi colega, que tocara mi música, en un futuro íbamos a seguir teniendo esa amistad para seguir escribiéndole música. Eso creo que era lo más importante para mí”.

Considera que uno de las cosas que lo han llevado a ganar premios es que su música tiene algo que decir. El tapatío resalta que algunos de sus colegas menores de 30 años se enfocan demasiado en querer lucir las técnicas de composición y en dar a entender que saben escribir muchas notas para los instrumentos.