Lisboa descubre la faceta de fotógrafo de Juan Rulfo

GUADALAJARA, JALISCO.- Alrededor de 70 fotografías del jalisciense Juan Rulfo se exhiben en Lisboa (Portugal) como una muestra de la mirada social, a veces sutil y otras profunda, de uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo pasado.

Rulfo (1918-1986) ha pasado a la historia de la literatura como uno de los mejores exponentes del movimiento conocido como “Realismo mágico”, pero el gran público desconoce su vertiente fotográfica, en opinión de Víctor Jiménez, comisario (curador) de la muestra, que acoge el Instituto Cervantes de Lisboa hasta el próximo 3 de diciembre.

“Se ha extendido la idea que Rulfo fue primero escritor y luego se dedicó a la fotografía. Eso es falso”, apunta Jiménez, quien aclara que su carrera literaria fue paralela a la de fotógrafo y recuerda que, a pesar de ser trabajos distintos, ambas facetas tenían “una sensibilidad común”.

El autor de El llano en llamas y Pedro Páramo fue artífice de trabajadas imágenes metafóricas, caracterizadas por un delicado componente estético y un claro compromiso social que conseguía por su vasto conocimiento de la historia de México, según el comisario.

Las piezas, de grandes dimensiones, retratan en blanco y negro la arquitectura mexicana, sobre todo de edificios antiguos, y las comunidades indígenas que suelen aparecer en actitud de “resistencia”.

“Sus imágenes estudian en serio los planos, son de alguien que conoce su oficio, con una visión muy crítica”, destaca Jiménez al recordar que la producción del escritor jalisciense es además ingente y está recogida en un millar de volúmenes de compilaciones fotográficas.

Las imágenes de Juan Rulfo, a quien la escritora Susan Sontag (1933-2004) definió como “el mejor fotógrafo de América Latina”, han recorrido países de tres continentes y el próximo año se organizará una nueva exposición de su obra en México.

Pero pese a la fuerza y la huella de su obra, que pueden apreciarse en la exposición en la capital portuguesa, Rulfo “no tenía una gran impresión de sí mismo. Se calificó como escritor aficionado y como fotógrafo también”, recuerda Jiménez.