Domingo, 19 de Octubre 2025
Cultura | “El castillo de los Pirineos”

Lo último de Jostein Gaarder, sólo para lectores especiales

El autor de El mundo de Sofía plantea en su nueva novela el eterno dilema entre la fe y la razón

Por: EL INFORMADOR

CIUDAD DE MÉXICO.- El castillo de los Pirineos ilustra y da nombre a la última novela de Jostein Gaarder, el mundialmente conocido autor noruego de El mundo de Sofía. Si en aquella ocasión intentó adentrar a niños y jóvenes en la filosofía, en ésta da rienda suelta a dos corrientes de pensamiento tempestuosas: la ciencia y la espiritualidad.

La obra del artista René Magritte, uno de los constructores del surrealismo, le sirve a Gaarder de prisma (la roca, ¿está suspendida?, ¿cae?, ¿se eleva?) para interpretar la vida bajo las premisas científicas o las espirituales. Solrun es la intuición, la fe y la creencia en el alma. Steinn es un hombre racional, material. Ambos protagonizaron años atrás una profunda historia de amor, iterrumpida precisamente por sus creencias antagonistas que estallaron al enfrentarse juntos a un hecho traumático.

De repente, vuelven a encontrarse 30 años después en el mismo fiordo donde aconteció el terrible suceso. A raíz de aquel encuentro, retoman el contacto a través de jugosos correos electrónicos, en los que desgranan su forma de entender la existencia.

Fe y razón enfrentados en un diálogo intenso y apasionado: él, profesor universitario, cree profundamente en la visión del mundo que ofrece la ciencia, y ella considera que el ser humano es algo más que un ser material porque está dotado de alma.

A medida que avanza la novela, las posturas polarizadas van diluyendo sus fronteras, como el hielo, omnipresente en sus páginas. Los fiordos y el resto del planeta sufren los estragos del cambio climático, otro de los ejes fundamentales del libro. De hecho, Steinn es un gurú en la materia y le explica detalladamente sus causas y consecuencias a Solrun.
A la hora de escribir la novela “fue muy importante explicar la existencia humana desde el punto de vista científico y también explicar que somos alma, que somos polvo de estrellas”, explica Gaarder.

El autor no se anda con reparos a la hora de afirmar que su última creación deja el mensaje de que “la vida es bonita”, pero hay que tener cuidado porque “también es corta”.

- La historia de Steinn y Solrun, los protagonistas de “El castillo de los Pirineos”, es la historia de un gran amor. Pero tratándose de un libro de Gaarder, no sólo es eso.

- Es un libro que cuenta la relación de dos personas de mi edad. Que se conocieron y vivieron juntos hace 30 años, como mi mujer y yo. Y que se inventaron la historia de amor del siglo, pero tuvieron una interpretación tan diferente del mundo que no pudieron seguir compartiendo sus vidas. Ella representa el planteamiento espiritualista y él la parte racional, la perspectiva de las ciencias. Cuando vuelven a encontrarse, en el mismo sitio, más de 30 años después, se dan cuenta de que el tiempo que no han vivido juntos los ha separado aún más y empiezan a discutir de aquello que han experimentado durante la distancia. Así que, sí, es una historia de amor, pero también de fantasmas, y es una road movie. Pero además (y sobre todo) es un libro que aborda el enfrentamiento entre la experiencia y la ciencia, una novela sumamente híbrida, extremadamente rara, que no todo el mundo debe leer, sólo personas muy especiales

- ¿A qué se refiere con personas especiales?

- Sólo a aquellas que de verdad, de verdad quieran investigar sobre lo que es este mundo, sobre este asunto del ser humano. Esas personas son las especiales.

- Por esa regla de tres y puesto que todos sus libros abordan la cuestión de qué es ser humano, debe pensar que sus millones de lectores son muy especiales.

- Sí, pero de alguna forma creo que esta obra no es tan fácil de digerir como el resto de mis libros. Dicho esto, yo la recomiendo, claro, aunque advirtiéndoles de que no es mi novela más fácil. No obstante, insisto en que es una historia de amor.

- Su historia de amor es la de dos personas que fueron jóvenes en los setenta y que hoy se comunican -a lo largo de todo el libro- por correo electrónico. ¿No resta este asunto algo de romanticismo a la cuestión?
- Es la forma en que nos comunicamos hoy. En el siglo XVIII y XIX había novelas epistolares. Las cartas no podían ser cortas, porque mediaba una semana desde el momento del envío hasta que el destinatario la recibía. Ahora tardas un segundo en enviar un correo. Puedes arrepentirte enseguida de haber mandado lo escrito y exclamar “¡ay, ojalá pudiera volver atrás”. Pero la gran diferencia es que hoy todo puede resumirse en apenas unas palabras como “¿por qué?” o “¿estás ahí?”. Esto puede ser muy sensual y, si tienes la respuesta en un segundo, por ejemplo, “sí”, seguida de unos puntos suspensivos, el mensaje llega a rozar lo erótico.

- En su novela, usted ha colocado al varón en el papel del tipo escéptico y racional y a la mujer en el de quien busca algo más, algo trascendente. Esta asignación masculino/femenino, ¿es casual o deliberada?
- Podía haber sido al revés. El hombre podía haber sido el creyente fervoroso, que no puede vivir con una mujer por cuya salvación teme. De hecho, en general, los fanáticos religiosos son más bien los hombres, los terroristas suicidas casi siempre son varones y las mujeres son más terrenales, más pragmáticas.

- En tanto que racionalista, usted se queja con frecuencia de que aunque la religión organizada ha perdido terreno, la fe no.

- Vivimos en una sociedad global en la que la Iglesia ha perdido el monopolio de la verdad y la gente no cree en la religión organizada. Pero esa fe es sustituida por la fe en los posos del café, en el tarot, en el ocultismo o en la parapsicología.

- ¿A qué lo atribuye?
- Es puramente humano y tiene dos motivos: deseamos una vida posterior, no queremos pensar en dejar de existir. Por otra parte, necesitamos creer que todo tiene causas, que la vida tiene un propósito: si tú le tiras una pelota a un gato, éste la sigue con la vista, pero un niño siempre vuelve la cabeza a ver de dónde ha venido: busca causas.

- ¿Se siente orgulloso y partícipe del “boom” de la literatura nórdica?

- Mucho, sobre todo porque allí, como somos pocos, todos nos conocemos. La novela negra no es mi favorita, pero igualmente me agrada que se venda tan bien.

A Jostein Gaarder lo que más le preocupa ahora es el futuro del planeta: “Mis libros me han dado mucho más dinero del que necesito, por eso he creado la Fundación Sofía, que concede un premio anual de 100 mil dólares al mejor proyecto medioambiental. Tenemos una gran responsabilidad con las futuras generaciones”.


¿Quién es?


Jostein Gaarder (Oslo, 1952) fue profesor de Filosofía y de Historia de las Ideas en un centro educativo de Bergen durante 10 años. En 1986 empezó a publicar libros y en 1990 recibió el Premio de la Crítica y el Premio Literario del Ministerio de Cultura noruego por su novela El misterio del solitario. Pero fue El mundo de Sofía la obra que se convirtió en un auténtico best seller mundial y que ha sido galardonada con diversos reconocimientos internacionales.
Gaarder ha creado la Fundación Sofía, cuyo premio anual de 100 mil dólares se concede a la mejor labor innovadora a favor del medio ambiente y el desarrollo.


“Deseamos una vida posterior, no queremos pensar en dejar de existir. Por otra parte, necesitamos creer que todo tiene causas, que la vida tiene un propósito”

Jostein Gaarder, escritor.

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