Cultura | Varela conversa sobre la violencia y las mujeres Por culpa de una ametralladora no pudo ser Corín Tellado Alejandro Páez habla de su novela 'Corazón de Kaláshnikov', alimentada -como su vida- por el amor y el desamor Por: SUN 6 de septiembre de 2009 - 10:12 hs CIUDAD DE MÉXICO.-Las mujeres de Alejandro Páez Varela tienen corazón de Kaláshnikov, esa AK-47 inventada por un ruso. “Todas son mujeres con el corazón armado porque se van a defender o porque están a la ofensiva”, dice el periodista y narrador nacido en Ciudad Juárez en 1968, quien aspiraba a escribir una novela de amor como las que produjo Corín Tellado, pero su historia se llenó de asesinatos, sangre y narcotráfico. Sin embargo, a pesar de que en su primera novela, Corazón de Kaláshnikov (Planeta, 2009), de la que KIOSKO ofrece un adelanto, se sitúa en la frontera de Chihuahua y Texas, un territoriotomado por la muerte y el narco, donde sus personajes no son malos, sólo viven entre la violencia. En su historia, construida por vidas que se cruzan y entrelazan, teniendo como telón de fondo el río Bravo y los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, hay un periodista que es Alejandro Páez Varela ya viejo, que en primera persona y desde su departamento ve pasar la vida, atestigua la violencia, escribe y lee cuentos. Páez Varela, subdirector editorial de EL UNIVERSAL y subdirector de la revista semanal Día Siete, espera que Corazón de Kaláshnikov sea el inicio de una novela mayor, aunque no tiene manera de saber para dónde irán sus pasos de periodista. “Tengo claro que quiero seguir escribiendo sobre el amor y que mis historias seguirán ancladas en Chihuahua. Me gusta la ciudad de México, pero ya está Guillermo Fadanelli para contarla”. El periodista que ha dicho que no podía seguir otra profesión ya que su padre y su abuelo fueron periodistas, asegura en entrevista que él quiso escribir un relato de amor que contuviera muchas de las historias que ha vivido, conocido o robado a las mujeres. “Soy un vampiro y sobrevivo gracias a ellas”; lo que logró fue contar el amor en los tiempos del narco. Para salir de la realidad nacional acerca de la cual escribe más de 100 mil líneas al mes -lo que podría constituir una novelita breve cada 30 días-, emprendió su primera historia de ficción, la hilvanó a través de prostitutas, esposas de capos, amantes de sicarios, asesinos inexpertos, narcotraficantes que casi alcanzan la redención, cadáveres disueltos en ácido, muertes accidentales de niños asfixiados, periodistas, mujeres, hombres; víctimas que son victimarios y victimarios que son víctimas. Alejandro Páez Varela conversa sobre la violencia y las mujeres que retrata en su primera novela dedicada a sus padres y a “Ciudad Juárez, desierto sin descanso”. Reflexiona sobre Corazón de Kaláshnikov, que él define como una novela “que no es festiva, ni costumbrista. Es una novela de hechos”. —¿Necesitabas situar tu primera novela en Ciudad Juárez? —La novela en realidad está escrita entre Texas y Chihuahua, es una novela muy under road o caminera, porque a la gente se le olvida que entre Chihuahua y Texas cabría todo Europa, es un territorio vasto que yo amo y por definición, por todo el tiempo que he pasado ahí con mi familia; la historia tenía que ocurrir ahí. Por otro lado, la novela toca temas de la frontera porque no había de otra; soy un hombre fronterizo, nací en ese país de en medio, mi familia ha ido y venido entre México y Estados Unidos varias veces a lo largo del siglo XX y lo que va de este. —Lo haces con una profunda historia de amor, pero trastocada por la violencia. —Me hubiera gustado escribir sólo sobre el amor y el desamor; creo en eso, es un tema que divide a los hombres, yo me veo muerto y vivo siempre a partir del amor y el desamor. Esta es una novela sobre el amor; un día dije: ‘quiero escribir novelas como Corín Tellado’, ríos y ríos de cosas sobre el amor, quiero ser Corín Tellado; pero que me salen las balas, la sangre, los temas transfronterizos, el desierto y la relación turbia de la frontera con el resto del país, también lo turbio en la relación México-Estados Unidos. —¿Esta historia es dura por ese andar entre la realidad y la ficción? —Salió dura, pero yo la quería más blandita, quería que fuera una novela para que enamorara a jovencitas. Hubiera querido que fuera una historia de amor tal cual, donde la gente se quiere, se enamora y se desenamora. Siempre recuerdo de las novelas los gestos más llenos de amor, incluso los de las grandes despedidas; recuerdo cuando el hombre está mirando por el hombro a la mujer que deja detrás. O cuando ella se da cuenta de que él la está mirando. Eso es lo que quería escribir. Sé que de alguna manera alcanzo a tocarlo, pero me ganaron los balazos. ¡Hombre, soy de Juárez, todo lo resuelvo a cabronazos. —Las novelas de amor suelen tener un final feliz u optimista; está no lo tiene. —Me hubiera gustado ser perfecto, haber hecho todo con un gran final feliz; de alguna manera la alternativa que planteo para los personajes no es mala; por ejemplo, me hubiera gustado ser al menos la mitad de lo que fueron las tres mujeres principales de mi novela, son mujeres que no terminan bien, pero que llevaron vidas intensas. —Tus mujeres quedan muertas, abandonadas o muertas en vida. —Jessica, Violeta y Juanita, las tres protagonistas, existen o existieron. La primera fue reportera y el asesinato ocurrió, lo demás luego lo inventé. La segunda, Violeta, fue la mujer de un narco y tal cual la conocí; la tercera es Juanita, ella sí regenteó un putero y su cadáver fue disuelto en ácido, la descubrieron por sus prótesis de silicón. Son tres personajes durísimos, marcados por una ciudad muy cabrona que les demandó desgaste, pero eran mujeres con amor. —¿Por qué las mujeres juegan un lugar central en tus historias? —Escribo de las mujeres porque me gusta estar atento a ellas y porque son historias que tenía que contar, yo no las escogí, son historias de las que participé en algún momento. Escribo de ellas y del amor porque quisiera escribir e ir documentando todo lo que he vivido. He amado a varias grandes mujeres y por todas he sufrido, con todas he padecido un madral, soy un tipo muy pasional. Quería dibujar eso, decir cómo me despedí la última vez que estuve con mi ex mujer, quería contar cómo fue que me enamoré de esa otra chica, cómo le dije adiós. —¿Confías en el amor aunque surja en medio de la violencia? —Sí, pero creo que ocurre lo mismo que en cualquier contexto. Un hombre y una mujer se aman con la misma intensidad con la que se desaman y le harán justicia al amor si se separan con la misma pasión; solamente entonces el amor habrá valido la pena. El amor deberá dejar una estela por la que tenemos que regresar, es el desamor y debe ser tan o más larga que la que deja el amor. Por ejemplo, me falta llorar siete años a la mujer que más he querido, porque vivimos 12 años juntos. —¿Por qué uno va conociendo a tus personajes y no parecen tan malos? —Porque en esta historia no hay maldad, aunque sí mucha violencia, ellos viven de manera intensa, están en esa tierra dura, ellos sufren y padecen. Juan Cevallos, por ejemplo, es víctima de la industrialización del Valle de Juárez, alguien le paga por matar a una persona y él lo hace. Es un personaje accidentado, pero muy noble. ¿La historia de amor en “Corazón de Kaláshnikov” es el pretexto para denunciar la violencia en Chihuahua? —No hay denuncia en esta novela, como si la habrá en un nuevo libro que aparecerá pronto. En esta historia había una intención de contar. Hay gente que no sabe que uno de los más grandes placeres de un juarense es llegar y ver el cielo que es diferente al de la ciudad de México, es un cielo más amplio. Yo volteo a ver Chihuahua con mucha seriedad, a mí me pudo mucho los dos o tres libros sobre las muertes de Ciudad Juárez; han hecho mucho daño con toda esta tesis tonta de un asesino serial y de que el estado conspiró, todo eso son pendejadas. Pienso que en la medida en que nosotros decimos que hubo un asesino serial, en la medida en que nosotros hablamos de conspiraciones, exculpamos al Estado de su responsabilidad con esas chavas trabajadoras que aportan al PIB y que mantienen a toda una ciudad de hombres güevones. Hoy en día desgraciadamente hay mayor interés por mirar a Juárez, pero lo mejor sería que esta bola de cabrones, incluido el Ejército, nos olvidaran. La gente nos voltea a ver porque estamos en desgracia, nunca se acercaron cuando los necesitamos, en los años 80 mi barrio de clase media alta se acabó, sólo que quedaron unos tres o cuatro, entre ellos yo. Ahora Juárez está un poco de mala moda. Temas Literatura Escritores Novela Lee También "Lo que no quería era ser nadie": Premio Nobel de Literatura Mariana Etchegaray escribe “Hasta donde suene mi voz” László Krasznahorkai: Libros para adentrarse al mundo del nuevo Nobel de Literatura ¿Cuánto cuestan y dónde comprar los libros del Nobel de Literatura 2025? Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones