Cultura | Ave Barrera obtuvo el Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo 2013 Promesa Tapatía de las letras La escritora originaria de Guadalajara habla de su novela galardonada 'Puertas demasiado pequeñas', la cual presentará el sábado 11 de enero Por: EL INFORMADOR 6 de enero de 2014 - 01:04 hs Barrera aparece en la escena de la literatura nacional con su primera novela. / GUADALAJARA, JALISCO (06/ENE/2014).- Ave Barrera (Guadalajara, 1980) estuvo en la ciudad y habló de “Puertas demasiando pequeñas”, libro ganador del Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo 2013. La autora, quien ha tenido un afortunado debut literario, se vale de sus vivencias y de su proximidad con distintas disciplinas artísticas para recrear su obra. — El manejo de conceptos de arquitectura y pintura es muy suelto en tu novela, ¿cuál es tu relación con estas disciplinas artísticas? — Crecí entre esculturas barrocas, chácharas y antigüedades. Eso hizo que mi acercamiento al arte fuera muy temprano, práctico, vital. Aunque por otro lado, la formación que recibí fue tradicionalista y dispersa, como bien dices en tu pregunta, en un principio mi idea de arte era “muy suelta”. Claro que con el tiempo mi relación con estas disciplinas ha cambiado mucho y espero que siga cambiando, en el arte no hay nada que sea totalmente fijo, por eso considero tan importante volver siempre a los clásicos, hay que mantenerlos siempre cerca, son lo único que puede darnos suelo firme, para avanzar hacia la búsqueda de nuevas propuestas. — El hubiera no existe, pero, ¿te hubiera gustado ser arquitecta o artista plástica? — Siempre me han gustado las artes plásticas, pero creo que desde muy chica me di cuenta de que no eran lo mío. Nunca pasé del taller de Plastilina III, no tuve paciencia para aprender y siempre quería hacer las cosas a mi modo. Papá estudió los primeros semestres de arquitectura y yo me la pasaba hojeando sus libros, jugaba a construir maquetas, pero nunca pensé en entrar a la carrera, creo que lo que más me atrae de la arquitectura es la idea de habitar. Los espacios y la composición visual son dos ingredientes esenciales de mi trabajo de escritura. — Barragán, Santa Tere, Providencia. A veces los autores para ser “más universales” plantean lugares indefinidos, ¿por qué en tu caso tomas la ciudad donde naciste como escenario? — Disfruto mucho la literatura que resalta las texturas y matices de lo local, los detalles, el habla de las personas, sus hábitos y peculiaridades: las obras de Melville, Rulfo, London, McCullers, Dostoyevsky tienen la gran virtud de llegar a lo universal por medio de lo particular y yo trato, humildemente, de aprenderles algo. Supongo que la decisión de hablar sobre Guadalajara fue obra de la nostalgia por todos los años que viví lejos. Fue una manera de volver al origen, de reconocer aquello que me hizo ser lo que soy ahora. — Retratas manías muy tapatías, identificables tanto hoy como hace 20 años, ¿crees que estén en el ADN de la gente de esta ciudad? — Claro, la impronta particular de una ciudad es algo que se percibe mejor cuando tomamos cierta distancia. Es interesantísimo crear caracterizaciones a partir de los rasgos particulares de personas reales. Lo malo de encontrar esa impronta característica de una sociedad es el grave riesgo de caer en las generalizaciones. Sugerir que “los tapatíos son mochos” sería como decir que “todos los argentinos son engreídos” y ese es justamente el principio de la xenofobia. Es bonito encontrar los rasgos característicos predominantes; sobre todo, para encontrar lo distinto, el rasgo peculiar que nos hace personas y no estereotipos. — En la contraportada de tu libro se habla de “un brillante debut novelístico”, ¿qué encuentras en este género a diferencias de la literatura para niños u otros géneros con los que trabajas? — Escribir novela es lo máximo. Requiere mucha disciplina, una entrega total; es una apuesta a largo plazo y hay muchas maneras de saber si va a pegar o no, pero sea como sea vale la pena. Uno se va transformando paulatinamente junto con los personajes conforme avanza el relato, y cuando sabes que la idea hizo click, que las piezas cayeron en su lugar preciso, la satisfacción es tan grande que compensa los desvelos y sacrificios. Cuando se escribe para niños entablamos un diálogo con el niño que llevamos dentro y eso es divertidísimo. Los géneros de no ficción son lo que más me cuesta, sobre todo el ensayo académico. Lo disfruto de manera diferente (para no decir que lo padezco un poco). — En términos de la industria editorial, y tras tu experiencia como editora, ¿es más atractiva la novela en las librerías? — Podría decir, de entrada, que sí, aunque el fenómeno editorial es mucho más complejo. El mundo editorial puede dividirse en dos grandes sectores: el comercial y el no comercial, aunque ambos dependen de la venta de libros. Mientras el primero condiciona sus contenidos a lo que saben que venderá y dejan la calidad literaria en un segundo plano; el segundo apuesta por la calidad literaria, por contenidos más ricos, aunque no sea necesariamente lo que más venda. Me parece que la novela es uno de los géneros que más se prestan al equilibrio entre los dos polos: puede ser entretenida y al mismo tiempo compleja en términos literarios y humanos. — En el fondo, “Puertas demasiado pequeñas” plantea un problema de mecenazgo, ¿qué piensas del estado que conserva ese apartado en México? — El mecenazgo es uno de los recursos que han tenido desde siempre tanto el artista como la obra para sobrevivir en un mundo cuyo engranaje depende de la economía. El enorme riesgo del mecenazgo es condicionar la libertad creativa a la voluntad del mecenas o del cliente. En la actualidad, me parece que la figura del mecenas no recae ya en el benefactor todo poderoso, sino en el consumidor. Ojo, no me refiero al lector. El consumidor es aquello que las campañas de mercadotecnia llaman target. El enorme peligro que corremos los escritores es condicionar nuestros temas y escritura a ese target: que si lo que vende ahora es la novela de vampiros, que si las de zombis o cualquier otra idea prefabricada. Obedecer ciegamente a las tendencias del mercado sólo para vender es atar la libertad creativa a la voluntad del mecenas. — ¿Qué importancia tiene el Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo 2013? — Creo que la importancia de este premio radica en la enorme tradición literaria que tiene la Universidad Veracruzana, que desde los años 50 se ha constituido como una de las instituciones más fuertes en el área de las humanidades. Me llena de orgullo estar en un catálogo tan rico, con personalidades como Sergio Pitol, el mismo Sergio Galindo y los escritores latinoamericanos que tanto admiro. — ¿Cuál será una buena estrategia para hilvanar una carrera como autora al margen de los apoyos institucionales o premios literarios? — Los apoyos y premios representan un gran aliciente y vistos de un modo más pragmático ayudan para subsistir. Para escribir, primero hay que resolver la vida, tener asegurada la renta, la despensa. Cada quien encuentra su modo de subsistir para hacerlo; hay quien tiene una tía millonaria y dadivosa; otros trabajan medio tiempo. Mientras haya ganas de escribir y disciplina, se encuentra el modo. Los premios son respiros momentáneos que encontramos en el camino, que la mayor parte del tiempo es duro y que puede llegar ser tan agobiante que obligue al escritor a desistir. FRASE"El hecho de que Luigi Amara, Luis Jorge Boone y Fabricio Mejía apostaran por mi novela es lo más grande que me ha sucedido ."Ave Barrera, escritora Temas Literatura Premios Libros Novela Lee También Mariana Etchegaray escribe “Hasta donde suene mi voz” László Krasznahorkai: Libros para adentrarse al mundo del nuevo Nobel de Literatura ¿Cuánto cuestan y dónde comprar los libros del Nobel de Literatura 2025? Otorgan Premio Nobel de Literatura al húngaro László Krasznahorkai Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones