Bravo paga con morbo

GUADALAJARA, JALISCO (27/DIC/2012).- No había distinción de colores, la causa era común. Atrás quedaron rencillas ancestrales y pleitos callejeros recientes. Rojiblancos y Rojinegros eran uno solo en el Estadio Jalisco.

El momento llegó. El sonido local anunció al 9 de los Zorros y entonces los del Atlas y los de las Chivas unieron sus gargantas para recibir al hombre más odiado de Guadalajara con un “¡puuuutooooo!” más monumental que el Estadio Jalisco.

De poco o nada importó a las aficiones que John Van´t Schip tirara por la borda el partido al mandar a la cancha un once con suplentes de los suplentes.

Bravo era el motivo principal de esa entrada de casi 50 mil aficionados, y, por supuesto, no sería todo para el mochiteco.

El pésimo primer tiempo del Atlas dio para que Bravo Tordecillas apenas y tocara dos veces el balón. En ambas, un par de pelotas intrascendentes, Omar recibió un abucheo que el mismo Cuauhtémoc Blanco hubiera envidiado en sus visitas al Jalisco.

No hubo más para el ex ídolo del Guadalajara en la primera mitad, pero el complemento le tenía reservado un guión de película gringa.

Y es que al minuto 50 un largo servicio lo encontró en el área listo para vacunar a su ex equipo con su especialidad, el remate de cabeza. Sin embargo, a su marcador le salió lo novato y lo empujó por la espalda, para que se sancionara el segundo penalti de la noche.

De la banca llegó la orden del “Jefe” Boy, un tipo de carácter. En segundos, Bravo tomó la pelota y entonces el pago de cada uno de los 50 mil boletos quedó saldado con un cheque de millones en morbo.

Un par de brinquitos en su carrera, mientras el estadio era un sólo abucheo. La pelota arriba y al fondo. Y vino la conversión.

Ahora sí, la mitad del Jalisco, la rojiblanca, lo seguía abucheando. Pero la otra mitad, la rojinegra, le cantó el gol, su primero con la camisa del que hasta hace diez días era su archirrival.

Bravo no se animó a cantarlo con su nueva parcialidad. Hizo el amague y prefirió correr hacia su banca. Festejó, pero para sí mismo.

Diez minutos después saldría de la cancha, sustituido por Vuoso. Nadie sabe si empezó su idilio con el Atlas, pero sí hay la certeza de que el romance con las Chivas ha terminado.

EL INFORMADOR/ MARIO ALBERTO VALDEZ