Omar Bravo unió al Jalisco... en su contra

GUADALAJARA, JALISCO (28/DIC/2012).- No hubo distinción de colores, la causa era común. Rojiblancos y rojinegros eran uno solo anoche en el Estadio Jalisco, en el Clásico amistoso entre Chivas y Atlas que terminó con victoria para los Zorros por 2-1

El momento llegó. El sonido local anunció al “9” de los Zorros y entonces los del Atlas y los de las Chivas unieron sus gargantas para recibir al hombre más “odiado” de Guadalajara, con un abucheo más monumental que el Estadio Jalisco.

De poco o nada importó a las aficiones que John van’t Schip mandara a la cancha un once con suplentes de los suplentes. Bravo era el motivo principal de esa entrada de casi 45  mil aficionados, y, por supuesto, no sería todo para el mochiteco.   

El pésimo primer tiempo del Atlas dio para que Bravo apenas tocara dos veces el balón. No hubo más para el ex ídolo del Guadalajara en la primera mitad, pero el complemento le tenía reservado algo especial.  

Al minuto 50, un largo servicio lo encontró en el área listo para vacunar a su ex equipo con su especialidad, el remate de cabeza. Sin embargo, a su marcador le salió lo novato y lo empujó por la espalda, para que se sancionara el penal.   

Bravo tomó la pelota y entonces el pago de cada uno de los 45 mil boletos quedó saldado con un cheque de “millones en morbo”.

Un par de brinquitos de Bravo en su carrera al penal, mientras el estadio era un sólo abucheo. La pelota arriba y al fondo. Y vino la conversión. Ahora sí, la mitad del Jalisco, la rojiblanca, lo seguía abucheando. Pero la otra mitad, la rojinegra, le cantó el gol, su primero con la camisa del que hasta hace 10 días era su archirrival.

Bravo no se animó a cantarlo con su nueva parcialidad. Hizo el amague y prefirió correr hacia su banca. Festejó, pero para sí mismo.

Diez minutos después saldría de la cancha, sustituido por Vuoso. Nadie sabe si empezó su idilio con el Atlas, pero sí hay la certeza de que el romance con las Chivas terminó.