Maestro de la metamorfosis

GUADALAJARA, JALISCO (09/MAR/2015).- Embajador de la cultura mexicana y de mundos donde las bestias, la adrenalina y la esperanza convergen en un solo argumento. A Guillermo del Toro Gómez se le puede etiquetar de cualquier forma, pero jamás de cineasta fracasado.

El tapatío nacido el 9 de octubre de 1964, es uno de los realizadores destacados del Séptimo Arte a nivel internacional. Su obsesión por el maquillaje artístico y la combinación de la vida real y la fantasía le han valido galardones de prestigio en la industria cinematográfica. En su andar presume de premios como el Cannes, el Goya y el Ariel mexicano.

Las críticas negativas al trabajo del cineasta jalisciense son prácticamente inexistentes. No importa el proyecto al que apueste, la expectativa que levanta en el público hispano y anglosajón auguran largometrajes capaces de tatuarse en la mente de sociedades y generaciones enteras.

Aunque su estancia en México ahora es más que efímera y dispuesta solamente a promoción de sus películas, Guillermo del Toro retorna al Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) para recordar sus inicios detrás de las cámaras, su participación como fundador del encuentro tapatío y de cómo su trayectoria logró un despunte taquillero al sumarse a las filas de Hollywood.

Del Toro ha hecho de su apellido más que una marca personal cuando se instala en la cartelera. Su destreza como director, productor y guionista evidencia creatividad visual, manejo impecable de actores y libretos que rompen el tiempo y espacio cuando los diálogos se impregnan en la pantalla.

En Guadalajara del Toro profesionalizó sus planes cinéfilos al formar parte del extinto Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos (CIEC) en la rama del maquillaje para aterrizar sus gustos por el terror y la metamorfosis de monstruos con los que asegura tuvo contacto, o al menos vio, cuando era niño.

Sin presupuesto alguno, del Toro se aventuró a fundar “Necropia”, casa productora con la que realizó comerciales para televisión y 12 películas independientes, entre ellas, “Cronos”, la que significó el inicio de la carrera internacional llegando a ser galardonado con el premio Mercedez-Benz del Festival Cannes, en 1993.

Previamente, el cineasta abrió camino sigilosamente entre la industria mexicana. Sin tocar puertas, Del Toro —con 21 años de edad— se encargó de estructurar y filmar su ópera prima, “Doña Herlinda y su hijo” en 1986. Después llegaron “Mimic” y “Un embrujo”.

El tapatío saltó a las grandes ligas y logró el aplauso estadounidense al dar vida a “Hellboy”, el demonio de cómic creado por Mike Mignola, al que Del Toro entregó dos películas que lo arrojaron por completo al perfeccionismo de los efectos visuales.

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Sus actividades

Guillermo del Toro participará dentro de la sección “Talents Guadalajara” del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), en el que narrará sus experiencias en la industria mexicana y hollywoodense ante profesionales de la cinematografía latinoamericana considerados como promesas del cine contemporáneo.

La cita está pactada para hoy, en punto de las 16:00 horas en la sala Isela Vega, de Expo Guadalajara.