Miles de fieles le dan la bienvenida al arzobispo Robles

ZAPOPAN, JALISCO (08/FEB/2012).- El diálogo con la cultura actual es un imperativo para el catolicismo, de lo contrario, “se caería en una arritmia cultural ajena al desarrollo de la sociedad y convertirse en un gueto. Sin embargo, tal diálogo debe ser responsable y fundamentado en las convicciones profundas, como son los valores del bien y la verdad”, según lo expresó el nuevo arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, en su primera homilía como jerarca de la Arquidiócesis tapatía.

Ante una asamblea que colmó el Estadio Tres de Marzo, con un aproximado de 25 mil fieles, el nuevo prelado tapatío expresó que el diálogo no debe distorsionarse ni con la imposición de criterios, ni con “una falsa humildad de intentar quedar bien con todos”. Abundó que la comunicación “ha de seguir el ejemplo de Cristo y, de manera clara e inteligible, debe orientarse a las facultades supremas del ser humano, además de aportar el testimonio y el esfuerzo de acercarse a los demás”.  

El nuevo pastor católico también destacó que la Iglesia Católica tiene en su experiencia muchos años de “un diálogo fecundo” y, por ello, en su apertura ante la sociedad actual habrá de definir lo que puede ofrecer en su tarea actual, “que debe implicar un compromiso con los demás y el mundo, de manera que la Iglesia contribuya a una civilización del amor en una misión en la que el único protagonismo válido sea el de Dios”.  

La misa en el feudo futbolero de la Universidad Autónoma de Guadalajara supuso una concelebración de unos 80 obispos católicos y más de 500 presbíteros (en su mayoría de la clerecía tapatía). El nuncio del Vaticano en México, Christopher Pierre, leyó el pliego oficial del nombramiento de Robles Ortega, en el que se exoneró de su desempeño episcopal en la Arquidiócesis de Monterrey, para que en lo sucesivo se dedique al cuidado pastoral de Guadalajara. Previamente, hubo un saludo oficial del ahora arzobispo emérito Juan Sandoval Íñiguez, a quien se le brindó un aplauso por la concurrencia.

Al final de la celebración, el ahora décimo arzobispo de Guadalajara agradeció a sus amistades de Monterrey, Toluca, Autlán y Tepic, que acudieron a la Eucaristía, cuyos cantos fueron a cargo de los coros del Seminario Diocesano y la Escuela de Música Sacra del Arzobispado, los que fueron acompañados por la Orquesta Juvenil de Zapopan.    

Un  aplauso especial se dio a los padres de monseñor Robles, los que también estuvieron en la Eucaristía, junto con pobladores de Mascota, tierra natal del nuevo arzobispo.  

PARA SABER
Caos vial

La misa celebrada ayer en el Estadio Tres de Marzo complicó la vialidad en Avenida Patria, en sus dos sentidos de circulación, desde Acueducto hasta el Estadio Tres de Marzo, y de Vallarta al inmueble.

La carga vehicular se registró principalmente a la llegada y salida al inmueble.

PERFIL
José Francisco Robles Ortega

Nació el 2 de marzo de 1949 en Mascota, Jalisco. Hizo sus estudios eclesiásticos en los seminarios de Autlán (a cuya diócesis perteneció), además de las diócesis de Guadalajara (la filosofía) y Zamora (la teología).

Fue ordenado el 20 julio de 1976 en Mascota. Estudio teología dogmática de 1976 a 1979 en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.

Fue consagrado obispo auxiliar de Toluca en 1991.Posteriormente fue designado arzobispo de Monterrey en 2003.

La investidura de cardenal la recibió en octubre de 2007, en un acto en el que el Papa Benedicto XVI designara a otros 22 cardenales.

En enero del año en curso,  el ahora arzobispo tapatío recibió un nombramiento como miembro del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización. Monseñor Robles Ortega es también presidente de la Comisión de Diálogo Interreligioso de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

La voz del experto
Esperanza de crecimiento

Armando González Escoto (director de Pensamiento Estratégico del Sistema UNIVA).

La llegada de José Francisco Robles a la Arquidiócesis de Guadalajara significa esperanza de crecimiento, que la Iglesia pueda seguir superando sus limitaciones, adquiriendo las capacidades que necesita para enfrentar la realidad, apunta Armando González Escoto, director de Pensamiento Estratégico del Sistema UNIVA.

“La expectativa cristiana es que seguimos creciendo. La comunidad católica debería aspirar no sólo a un nuevo arzobispo, sino a un arzobispo nuevo que responda a los enormes retos que tiene su Iglesia y que no se deje llevar por la impresión de que todo está bien”.

González Escoto, licenciado en Historia Eclesiástica por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, indica que los principales retos para José Francisco Robles es hacer de la Iglesia “una Iglesia que comprende el momento que vive y que aprende a hablar los lenguajes de la gente de hoy, y eso incluye la formación del clero”. Empero, existen también retos en la formación del presbiterio, en la capacidad para interactuar con una sociedad posmoderna y en la administración económica de la comunidad cristiana. “Uno debe considerar que cuando un obispo acepta gobernar una diócesis como Guadalajara, es una audacia sostenida por la fe, pero es un reto muy grande”.

En el aspecto económico, resalta que deberá esforzarse en la sustentación de las organizaciones que se dedican a la asistencia social por parte de la Iglesia y que requieren constantemente de recursos, además del reto que significa mantener la infraestructura eclesiástica, así como la sustentación del clero en etapa de adulto mayor y la estructura pastoral, entre otros.

Y resalta que la llegada de José Francisco Robles a la Arquidiócesis de Guadalajara representa la esperanza de crecimiento: “Es un hombre muy prudente, sensato y que sabe escuchar. Muy preparado y con una larga carrera episcopal”.

FRASE

"Me ordené para servir a la Iglesia y el Papa Benedicto XVI dispuso que fuera en Guadalajara; vengo gustoso, puesto que es mi tierra "
José Francisco Robles Ortega,
arzobispo de Guadalajara.

CRÓNICA
Rezan por apostolado

Rezan por todos lados. El camión S-0389 de la ruta 25 es una extensión de la Iglesia Católica y se ha convertido en una capilla. O por lo menos eso parece. Adentro, cerca de 60 señoras con las cabelleras blancas rezan el Santo Rosario. Rezan por dos cosas: por la suerte del nuevo arzobispo tapatío José Francisco Robles Ortega, y porque, en ese momento, las 16:15 horas, lleguen a tiempo para que puedan presenciar el relevo en el Arzobispado de Guadalajara en el Estadio Tres de Marzo.

Minutos más tarde comprenderán que si llegan cinco minutos después de las 17:00 horas no habrá mucho problema, por otras dos cuestiones: la primera, que el evento inició con 15 minutos de retraso y, la segunda, porque el acto no fue corto, sino que duró cerca de tres horas.

Adentro del estadio las cosas son paradójicas. Apenas el viernes de la semana pasada en esta misma cancha olía a azufre: Atlas y Estudiantes se enfrentaron dentro de un torneo en el que, a final del semestre, uno se quedará sin lugar en Primera División. Hoy, en el mismo escenario, el cielo regaló unas nubes espumosas y un Sol relajado que daban paso a las postales capturadas por las decenas de fotógrafos que se dieron cita para este cambio en la Iglesia Católica de Guadalajara.

Aunque fue por la mañana cuando Robles Ortega juró como representante del Arzobispado tapatío y responsable de la Catedral Metropolitana, en una ceremonia donde el nuevo arzobispo no vio intenciones políticas por la presencia de los precandidatos del PRI y PAN a la gubernatura jalisciense, Aristóteles Sandoval y Fernando Guzmán, respectivamente, lo cierto es que no sólo ellos tienen el ánimo de darle la bienvenida a este nuevo líder pastoral.  

En el Tres de Marzo las cosas se repitieron, pero de manera exponencial. Todos los sacerdotes de la Arquidiócesis de Guadalajara ocuparon un lugar en la cancha, frente a un altar instalado sobre una tarima al centro del terreno de juego de cara al Oriente de la ciudad. Arriba, todos los obispos y cardenales del Arzobispado fueron sentados en los costados. Frente a ellos, la Virgen de Zapopan, y, atrás, al centro, la silla donde Francisco Robles escuchó los discursos, los aplausos y su nombre vitorear. Sentado a la derecha del padre ocupó su lugar quien por casi 18 años representó la imagen de la Iglesia Católica en Jalisco: Juan Sandoval Iñiguez.

Sereno y tranquilo. Así se describió Robles Ortega por la mañana luego de su juramento, donde sorprendió en su primer discurso como arzobispo tapatío, al ofrecer su mano como pastor a los no  creyentes, “a los que fueron bautizados, pero no están cerca de su comunidad”. Cuando en rueda de prensa se le preguntó sobre su antecesor, fue mesurado y esquivó la pregunta diciendo que él no iba a juzgar a Sandoval Iñiguez. Sereno y tranquilo, se dijo,  y así se vio durante la tarde de ayer, sentado al centro de al menos 25 mil personas que se dieron cita al Estadio Tres de Marzo para darle la bienvenida.   

Y mientras la ceremonia eucarística se llevaba a cabo, reporteros buscaban señal de internet para transmitir en vivo; políticos buscaban los reflectores para tratar de acomodar las malas consciencias de ciudadanos en búsqueda del estado laico, y fieles buscaban espacio donde, sentados, les diera sombra suficiente para que el nuevo arzobispo busque dónde acomodar su sonrisa en una ceremonia que, dijo, “no es sólo un acto protocolario”. En la ceremonia, además, se leyó un mensaje del Papa Benedicto XVI, en el que lo exime de sus responsabilidades en Monterrey y le concede ahora el Arzobispado de Guadalajara.

“Vuelvo a Jalisco como enviado y servidor, eso quiero ser frente a ustedes. Vengo confiado en el auxilio de Dios, el espíritu de Dios está sobre mí y sobre todos nosotros”, dijo Robles Ortega en su homilía, para luego encomendarse a la Virgen de Zapopan. Y mientras, las 60 mujeres que llegaron rezando un rosario en un camión de la ruta 25 siguieron haciendo lo que les queda: orar. Como todos. Porque en el Tres de Marzo, rezan por todos lados.