Un lunes distinto en la Vía RecreActiva

GUADALAJARA, JALISCO (19/MAR/2012).- Es un lunes distinto porque le robó algo de mansedumbre al domingo. Distinto porque no hay embotellamientos, cláxones histéricos o trabajadores apresurados, y los autos afluyen con normalidad. A las 07:45 hace frío. La Avenida Juárez con su lomo gris salpicado por algunos ciclistas que aprovechan un día más de la Vía RecreActiva, está envuelta por un sonido apacible de cadenas de bicicleta y de ligeras ruedas.

...Y hay sol, aunque no cala de firme. Y parejas tomadas de la mano, con bebés en brazos o carriolas, charlan y  carcajean. Es un lunes en el que algunos señores, como Rubén, a quien sí le tocó trabajar, optan por dejar las banquetas y caminar con paso rápido por la calle. Una mujer persigue a su hijo que se lanza con su pequeña bicicleta roja a la altura de Avenida Federalismo, y le advierte del peligro de cruzar la calle sin precaución.

Pero también hay estrés y enojo, como el de Heidi Reyes, esposa de Cuauhtémoc Sarabia. Ambos salieron en automóvil desde su domicilio en la Colonia Arboledas. Tomaron la Avenida López Mateos en donde vieron "el tráfico muy fluido". Tenían planeado aprovechar el descanso del marido y pasear un rato en bicicleta. Pero se les cruzó la fila en su camino.

La fila: un interminable hilo humano que, al nacer debajo de un toldo blanco alzado a un costado de la estación Juárez del Tren Ligero, da la vuelta hasta la calle López Cotilla. Más de 100 personas esperan su turno para llenar el registro y que se les entregue una bicicleta.

Unos se formaron desde las 07:00 horas; otros, desde las 08:00. Durante varios minutos la fila se congela y los formados se distraen escuchando los ladridos de un labrador que riñe con un pequeño schnauzer gris, la alarma activada de algún auto o mirando los redondos cachondeos de una rubia que, al caminar por la banqueta, consigue que autos, personas y ciclistas se monten unos sobre otros para observarla.

Pero ya va más de una hora de que Cuauhtémoc y Heidi se formaron y la fila no avanza. Heidi comienza a desesperarse: "Ésto está muy lento, ¿no?", le dice a su esposo que intenta tranquilizarla.

Luego de algunos minutos, otros de la fila comienzan desesperarse. Heidi le dice a su marido que sería bueno comprar unas bicicletas y después discuten el lugar de su departamento en el que van a ponerlas. Un niño a un costado jala del vestido a su mamá y le dice: "¿Por qué no le pedí una bicicleta al Niño Dios?".

Los que sí consiguieron bici se unen al incontenible río de ciclistas que, a la altura de Avenida Federalismo y Vallarta, se lanzan con velocidad dejando atrás a niños en patines, patinetas y bicicletas de dos plazas. Pedalean tanto que el aire les golpea el rostro;  parece que las arterias viales fueran suyas por primera vez.

Dejan atrás a Jairo, quien ya lleva tres partidas fácilmente ganadas en el ajedrez gigante. Dejan atrás a un grupo de jóvenes que se detienen en la Rambla Catalunya para comentar que casi los mata un camión. Los ciclistas pasan frente al Paraninfo de la Universidad de Guadalajara y Elvia, una prestadora de servicio social que desde hace 26 domingos labora en la Vía RecreActiva, advierte el semáforo en rojo y les marca el alto: "Se supone que vienen a relajarse y mira, no lo respetan a uno", dice cuando el semáforo marca verde y un joven en patineta se le viene encima.

Los ciclistas agitan el ritmo y ahora son una veloz procesión que avanza rumbo a Avenida Chapultepec. Jessica, una estudiante de Arquitectura que está sobre la calle Robles Gil, hace sonar el silbato pero no le hacen caso. El grupo de ciclistas se desprende pero más adelante se vuelve a unir. Pasan de largo a un acalorado grupo al que Antonio -un empleado de la Vía RecreActiva- le da una explicación detallada sobre las casas de estilo afrancesado y los monumentos de la zona.  El pelotón sigue sin advertir bancos, monumentos, bares cerrados... Rodean La Glorieta Minerva y reanudan en sentido contrario el recorrido.

Cuando los ciclistas cruzan Avenida Federalismo, rumbo a Avenida 16 de septiembre, el grupo se disgrega: "Yo para allá no voy, está muy feo", dice Juan, un estudiante de la Preparatoria 10. El grupo baja la velocidad, ya no pedalea con tanta fuerza. Algunos continúan hacia el Mercado Libertad pero ya no son tantos. La velocidad disminuida, acompasada, los disuelve con la masa de ciclistas que, todavía en cauce, empuja constante, ya no cabe, parece desbordarse...

EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI