Vecinos acopian víveres para brigadistas en La Primavera

GUADALAJARA, JALISCO (29/ABR/2013).- Con cubrebocas en la cara, Claudia Mercado observa la movilización en torno a su casa. Y no es que esté enferma, sino que el humo que despide el incendio en el Bosque La Primavera le afecta.

Son casi las 22:00 horas y aún hay algo de ajetreo en el lugar. Ahora llegan un par de camiones tipo cisterna, ora acuden a ella vecinos expectantes, ora se moviliza el personal del Ayuntamiento de Zapopan para entrar a la zona y hacer guardarrayas.        

El año pasado su vivienda, en Paseo de la Casuarina y Guayacán, Pinar de la Venta, recibió víveres para los brigadistas que combatieron el fuego iniciado el 21 de abril y ahora repite en el encargo. El que la finca esté en una de las entradas del bosque propició que se convirtiera en centro de acopio y hasta en albergue, pues algunos bomberos y voluntarios dormitaron en la propiedad en 2012. Esta noche ya se acumulan algunas botellas y garrafones de agua en el acceso.   

Claudia toma el celular y pretende mostrar las fotos que aún conserva de aquel siniestro que afectó más de ocho mil hectáreas, pero el aparato no responde. Fue cosa de no dormir tres días entonces. Esta vez, en el incendio del domingo, estaba en el balcón, entre las 17:00 y las 18:00, cuando vio “correr” el fuego.  No evacuará su casa, a menos que sea necesario.   

“En este tipo de eventos sí hay comunicación (entre vecinos), todo el mundo se desborda”, dice.  

Opina que “hace falta alguien que organice, porque era tantísima comida (el año pasado), que la perecedera se echó a perder”.  Las redes sociales dispararon la participación de la gente.

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Mientras Karina Motta, ex presidenta de la Asociación vecinal del Pinar de la Venta, enlista los alimentos y bebidas que los colonos y sociedad habrán de aportar para los más de 200 brigadistas que trabajan contra la conflagración, Mayra Enríquez, directora de Aseo Público, se adentra al bosque con sus compañeros del ayuntamiento zapopano.

Con palas y herramientas en mano, personal de Aseo Público, del vertedero de Picachos y de Parques y Jardines camina junto a ella, pues entrará al quite por la emergencia. A la comitiva le corresponderá limpiar el terreno y hacer guardarrayas, para que el fuego no se propague.       

Motta pide acopio de chocolates, agua, bebidas hidratantes, barras de granola, sándwiches… El trabajo durará unas horas más y hay que alimentar a quienes se esfuerzan por apagar las llamas. Es lo que corresponde a la ciudadanía, comenta.

Si se pone denso el humo, habrá que ver que la gente se retire, añade, pero la dirección del viento indica que no será así, según cree.   

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Los que tienen una maleta lista por si hay que evacuar la zona son Esteban Rodríguez Bueno, Liliana Rodríguez y familia. Ellos viven sobre la calle Rosa Morada, “cerquita” de donde se registró el siniestro. Les preocupa que, pese a estar en casa, se hayan enterado dos horas después de comenzado el incendio, a eso de las 20:30. Lo supieron por Twitter y por la llamada de un amigo.

No olían el humo que a las 22:00 horas picaba en nariz y garganta y las autoridades no los habían contactado. Detrás de ambos, el rojo fuego destaca de entre las casas y alumbra a los árboles.     

A un par de metros de ellos, afuera de la casa de Claudia Mercado, Rosa Amezcua y Gilberto Córdoba preguntan por los víveres que se necesitan para los brigadistas. Residen en el área y justo regresaban de hacer el mandado cuando se enteraron del suceso.    

Rosa dice que esta noche dormirán en casa, pues no percibe ambiente “caliente” como el año pasado, cuando el siniestro de finales de abril; como casi todos los de alrededor, tampoco creyó necesario usar cubrebocas o un trapo en la cara.     

EL INFORMADOR / MIRIAM PADILLA