A prueba

No pudo esperar más. En lo que va de la semana, la crisis financiera global originada en Estados Unidos estaba generando complicaciones cada vez más agudas en nuestro país.

Se habían venido sumando posturas más bien tibias de las autoridades federales, más concentradas en propagar un mensaje de “somos fuertes, y lo que está pasando fuera de nuestras fronteras no nos afectará mayormente”.  Ayer, esta postura cambió sustancialmente.

Primero fue la acción resuelta del Banco de México, que a través de su Comisión de Cambios acordó abrir su bóveda y subastar dos mil 500 millones, de los 84 mil 116 millones de dólares que conservaba en sus reservas internacionales, lo que bajó la cotización del dólar de 14.30 a 12.50 pesos en Guadalajara. Adicionalmente anunció que cada día que el peso se devalúe más de 2% frente a la moneda estadounidense sacará al mercado otros 400 millones de dólares en subasta. Hay fortaleza monetaria y voluntad de defender el interés de México, parece ser el mensaje del banco central.

Luego vino el Presidente Felipe Calderón, quien luego de reconocer lo evidente, que la crisis financiera global es de tal magnitud que ya nos está afectando en menores exportaciones, menos turistas extranjeros con el dinero suficiente para pasear y una reducción de inversiones de empresas internacionales, México enfrenta menos crecimiento económico, en 2009 de 3.0 a 1.8%, y una caída sustantiva en la generación de empleos. A esto se suma la dificultad creciente de las empresas mexicanas para conseguir financiamiento en el extranjero, y una caída del precio internacional del petróleo que vendemos.
“Menos crecimiento en la economía significa menos ventas e ingresos de las personas y empresas del país, lo cual disminuye la recaudación esperada de impuestos”, definió Calderón ayer.

Frente a todo esto, el Gobierno federal ha propuesto un plan de inversión en infraestructura y agilización del gasto público, más apoyos a pequeñas y medianas empresas, una nueva refinería y un programa de desregulación y desgravación arancelaria.

La confianza de los mexicanos en su país, sobre todo de los que han vivido las crisis económicas del pasado, ha sido puesta a prueba.