Qué lástima

Las noticias sobre el combate al crimen organizado, cruzada emprendida por el Gobierno federal para abatir los índices de inseguridad en el país, resultan contrastantes; de manera especial habrá que mencionar lo sucedido en las últimas horas: por un lado se informó del fuerte golpe asestado a las mafias del narcotráfico, con la detención de uno de los principales cabecillas del cártel de Tijuana, con lo cual, se dijo, se puso fin a la generación de los hermanos Arellano Félix, jefes de una de las principales agrupaciones delictivas. Horas después sale a luz la forma en que el narcotráfico se infiltró en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), órgano dependiente de la Procuraduría General de la República.

Ayer, el procurador Eduardo Medina Mora reconoció que el cártel de los hermanos Beltrán Leyva sobornó a varios mandos de la SIEDO para obtener información reservada por ley y datos operativos antidroga, y llegó a pagar entre 150 mil y 450 mil dólares al mes a seis funcionarios, que a cambio entregaban información desde el año 2004 a ese grupo delictivo. Pero hay más todavía: uno de los principales funcionarios de la lucha antidrogas estuvo comprado por ese cártel desde hace 11 años, según informe de Estados Unidos.

El daño que estos funcionarios a quienes el pueblo de México les pagó por velar por su seguridad, ya está hecho y fue mayor. Los actos de corrupción al interior de la SIEDO, como los hay en los cuerpos policiacos, es el principal obstáculo a vencer para tener éxito en la campaña emprendida por el Gobierno federal. Lo grave es que sea hasta ahora, después de muchos años de venirse realizando estas prácticas ilícitas, cuando las autoridades se hayan dado cuenta de ello.
Ante esta situación, el ciudadano sólo puede expresar un qué lástima que esto suceda, justo cuando el país está amenazado en su seguridad, cuando tantas vidas está costando el combate al crimen organizado. El éxito de esta lucha no podrá llegar, mientras no se combata a fondo ese cáncer que representa la corrupción entre los cuerpos policiacos.