Viernes, 10 de Octubre 2025
Suplementos | Ejemplos de vida y perseverancia

Educación sin límites

Los obstáculos no existen para destacar en las aulas, la discapacidad es un reto también para las universidades

Por: EL INFORMADOR

El Centro Panamericano Colabore integra a las personas con discapacidad al campo laboral ideal para sus características.E.BARRERA  /

El Centro Panamericano Colabore integra a las personas con discapacidad al campo laboral ideal para sus características.E.BARRERA /

GUADALAJARA, JALISCO (30/MAY/2011).- Del Zoológico de Guadalajara a la Universidad Jesuita de Occidente hay más de 22 kilómetros de distancia. Bernardo Álvarez es ciego y los recorre diariamente a bordo de tres o cuatro camiones del transporte público y el Tren Ligero. A temprana hora alista su bastón que lo guiará por las calles de Guadalajara en su “maratón cotidiano”. Él parte de la zona Norte, cerca del zoológico, y calcula que su travesía dura aproximadamente una hora con 20 minutos.

Bernardo cursa el décimo cuatrimestre de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Él forma parte del 10% de jaliscienses que cuentan con una educación “posbásica” de un total de 367 mil 869 personas con discapacidad, según datos revelados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el Censo de Población y Vivienda 2010.

José de Jesús Gutiérrez Rodríguez, integrante del Departamento de Clínica de Salud Mental de la Universidad de Guadalajara y del Comité Ciudadano por una Nueva Cultura en pro de la Integración Social de Personas con Discapacidad, señala que en general, la escolaridad en personas con discapacidad es de alrededor de 3.7 grado de nivel académico, lo que quiere decir que la mayoría de este sector no concluye el cuarto año de educación básica. Según el INEGI, 27.7% de personas con discapacidad no tiene escolaridad.

Bernardo quedó ciego a la edad de cinco años; la causa: un escopetazo mientras jugaba con armas de cacería, a partir de ese momento sus manos, oídos, nariz y sus ágiles y veloces piernas se convirtieron en sus ojos para transformarse en un alumno y, sobre todo, en una persona ejemplar.
Gutiérrez Rodríguez detalla que “la discapacidad es la disminución o ausencia de unas funciones que permiten un óptimo desarrollo en la vida cotidiana”. Existen dos tipos: la permanente y la temporal, la primera es aquella que no tiene una solución inmediata; la segunda, es transitoria.

Es fácil pensar que por padecer una discapacidad, este sector de la sociedad tiene consideraciones “especiales” en cualquier situación, pero no es así. Basta con mirar las calles para darse cuenta de las deficiencias en señalética, violaciones a espacios públicos, etcétera. A lo anterior se suma la falta de concientización por parte de algunas personas, iniciando con la terminología sobre la discapacidad; un dilema constante es cómo llamarle a las personas que presentan esta característica: simplemente se les nombra “persona con discapacidad”.

Inclusión: oportunidad por igual

El pasado 27 de mayo, el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, presentó oficialmente la firma del decreto con el que se promulga la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, fruto de la iniciativa de la diputada federal Yolanda de la Torre Valdez, presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables de la Cámara de Diputados.

Con esta nueva ley, Calderón Hinojosa destacó que de forma inmediata la atención a personas con discapacidad deja de ser un criterio asistencialista para convertirse en una política de pleno reconocimiento a los derechos humanos de las personas con estas condiciones físicas o intelectuales.
De este modo, por primera vez en la historia del país, el tema de la discapacidad se eleva a rango de ley, por lo que queda prohibido el trato de manera discriminatoria. “Este cambio es fundamental para reivindicar la dignidad humana, para igualar las oportunidades, y sobre todo, mejorar las condiciones de vida de las personas con discapacidad”, argumentó el Presidente.

Bernardo Álvarez –de 23 años– cuenta con una beca completa en el ITESO, en donde la inclusión es una palabra de bienvenida para las personas con discapacidad; en esta casa de estudios ha logrado destacar, ser punto de atención positivo y un ejemplo para los demás estudiantes.
Considera que su travesía por la universidad ha sido una experiencia enriquecedora, recuerda que al llegar a las aulas “era ermitaño. Poco pedía ayuda e información, me gustaba estar menos involucrado con la gente”.

Del mismo modo, Francisco Javier Zárate (de 26 años) ex alumno de la Universidad Panamericana (UP) y ahora profesor de la prefectura de Pedagogía, es otro ejemplo de perseverancia académica. Él padece una discapacidad motriz con daño neurológico, a raíz de una parálisis cerebral desde su nacimiento.

Cuando Francisco ingresó a la universidad en 2002, ésta no contaba con las adecuaciones necesarias para que se desplazara fácilmente por las instalaciones con su silla de ruedas, las rampas y elevadores estaban detallándose. Como alumno, su inclusión entre los demás compañeros fue sencilla y sin complejidades, ahora como profesor la destaca como “excelente”.

“Gracias a Dios me han tocado generaciones bastante humanas. Ellos saben que cuentan conmigo y yo sé que cuento con ellos. No falta quién se ofrezca a ayudarme, sobre todo cuando tengo que moverme o necesito un material en específico. A razón de esto, mis alumnos también han sido esa clave para que se me quiten los nervios de enfrentarme a un grupo. Han sido pieza clave para mi desempeño”.


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Apostar y ganar
Bernardo Álvarez es pieza fundamental para que el ITESO apoye a las personas con discapacidad desde 2003 a través del Centro de Acompañamientos y Estudios Juveniles (CEJUVEN), perteneciente al proyecto Capacidad para Incluir. Elizabeth Covarrubias, su coordinadora, detalla que “en estos momentos el ITESO es bastante accesible física y académicamente, no ha sido fácil que los alumnos (discapacitados) lleguen a la universidad, cuando lo hacen es porque ya han derribado muchos muros atrás”.

Hasta el momento el ITESO cuenta con cuatro alumnos con discapacidad: dos visuales y dos motrices; Covarrubias señala que más del 90% de los estudiantes que llegan con esta característica concluyen satisfactoriamente la licenciatura.

En la UP existe el Centro Panamericano Colabore, organismo –surgido en 2003– que asesora a las empresas para que éstas abran espacios asertivos para personas con discapacidad.

“Empezamos un estudio de viabilidad donde se analiza el puesto, la forma de trabajo y los perfiles. Luego se valora si la persona, debido a la discapacidad que padece, puede llevar a cabo esa tarea”, explica su coordinadora, Ekatherine Acosta.

El Instituto Tecnológico de Monterrey (Tec) por el momento no cuenta con alumnos con discapacidad y aunque no hay un programa dirigido a este sector, Martín de la Cruz González, director de Servicios Médicos del Tec, campus Guadalajara, destaca que “la discapacidad es una preocupación general que nos mantiene pendientes de brindar los mejores servicios. Hay varios esquemas para poder darle soporte a los estudiantes discapacitados que asisten a clases. Hemos tenido que ajustarnos, de acuerdo con las normas oficiales mexicanas, con cajones de estacionamiento exclusivos y rampas que permitan el acceso en silla de ruedas”.

Por su parte, la Universidad de Guadalajara no tiene un censo de cuántos alumnos presentan discapacidad en sus centros universitarios.
José de Jesús Gutiérrez Rodríguez añade que el rezago educativo y el poco número de personas que llegan y se mantienen en la universidad, se debe a tres factores fundamentales: la falta de autoestima por parte del discapacitado, la sobreprotección de los familiares y la falta de infraestructura en los planteles educativos y en la ciudad.

En este sentido, durante la promulgación de la nueva ley de inclusión de personas con discapacidad, Felipe Calderón señaló que las dependencias (principalmente gubernamentales) deben etiquetar los apoyos dirigidos a la atención de las personas con discapacidad, pues con esto no sólo se transparenta la inversión pública para este sector de la sociedad, sino que también se podrá evaluar el impacto de los programas en la materia.
La coordinadora del CEJUVEN, en el ITESO, subraya que “el cuello de botella” para el óptimo desarrollo de las personas con discapacidad inicia desde las escuela de primaria de educación regular, “no se han hecho suficientemente accesibles, ni se les ha dado la importancia que requieren”.

La Universidad Jesuita elaboró el manual “Recomendaciones para favorecer la inclusión de personas con discapacidad”, en el que cada departamento fue consultado para conocer cuáles eran sus principales obligaciones y de ahí modificar o apoyar a los alumnos con discapacidad, asentando también la intera-cción de los alumnos.

En su experiencia como estudiante y ahora profesor en la UP, Francisco Zárate destaca que para que una persona con discapacidad inicie correctamente su inclusión debe “hacer lo más normal posible (sus actividades) al no evidenciar la discapacidad”.

Cultura

Bernardo Álvarez imparte talleres y conferencias vivenciales dentro y fuera de la universidad (el ITESO), actividades en las que comparte su experiencia otros alumnos y profesores de cómo es vivir con una discapacidad.

“Hace dos años creé el ‘Proyecto Bernardo Álvarez’, en el que trabajo bajo tres líneas: asesorías en lenguaje de señalética y tecnología para personas con discapacidad; música y un libro que estoy preparando, y la tercera, que son las conferencias ‘Cuál es tu discapacidad’, invito a las personas a que reflexionen sobre esto”.

PARA SABER

El Centro Panamericano Colabore elaboró un documento sobre la terminología “adecuada” para dirigirse hacia las personas con discapacidad:

 La discapacidad visual se reconoce como tal cuando una persona tiene menos del 10% de visión. A estos individuos se les puede llamar ciegos, debe evitarse la palabra “invidente”.

 Discapacidad auditiva es la limitación al oír o escuchar, a quien la padece se le puede llamar sordo, evitando denominaciones como “sordomudo”.

 Discapacidad del lenguaje es una limitación del habla; a quienes integran este sector se les debe llamar personas con discapacidad de lenguaje o mudas. Hay que evitar la palabra “silentes”.

 Quienes presentan alguna limitación en el movimiento de las extremidades, tanto inferiores como superiores, son personas con discapacidad motora. Referirse a ellas como "personas con discapacidad motriz", es incorrecto.

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