El primer año del hombre murciélago

GUADALAJARA, JALISCO (04/MAY/2014).- El origen de Batman, es una suerte de arquetipo fundante. Pero que la realidad, los aniversarios sólo pretenden fijar en una fecha. El héroe de las historietas, el Hombre Murciélago, nace en 1939 con Bob Kane. La anécdota no la recordamos, pues no tuvimos una historieta de ese año, pero a fuerza de repetirse y transformarse en revistas ilustradas, dibujos animados y películas, ha retomado como Borges pretendió con el western, las historias del Oeste en América, o los gauchos en el Sur, el género épico.

Los antecedentes de Batman podemos encontrarlos en la literatura. Comienzan con un rey no muy acaudalado que deja su familia para pelear en Troya y al final baja al Hades para reconocer y reconocerse con todos los héroes. En el Renacimiento, trabaja al lado de Leonardo Da Vinci en sus experimentos sobre el vuelo y las alas para planear, sabe que Mona Lisa Gioconda es mujer cautiva y que su mirada triste y sonrisa irónica en el lienzo son un embarazo de su maestro. Después lo reconocemos en la picaresca española; ya hecho un anciano cae a la cueva de Montesinos y al volver platica con Sancho de cómo visitó el infierno y luchó con sus demonios, cuando en verdad se quedó dormido.  Está también en la novela inglesa de Walter Scott, Ivanhoe, cuando un tal Robin Hood ve entrar a un hombre oscuro y descomunal a la taberna donde se encuentran sus forajidos encubiertos y deciden sacarlo a golpes, pero les es imposible pues la fuerza es la del Caballero Negro, el exiliado rey de Inglaterra. Lo reconocemos también en la novela por entregas de El Conde de Montecristo, cuyo personaje Edmundo Dantes, urde una venganza atroz desde el castillo que lo tiene prisionero. Y muy intelectualmente lo vemos también como detective en Poe y después en Doyle. El murciélago esta por supuesto de alguna manera en Stoker.

En la historieta alguien dibuja con plumilla y tinta negra sobre un argumento dado. Luego alguien pone tintas de colores, y otro escribe textos de los parlamentos en círculos o globos hechos para ello, la caligrafía de cada frase imprime el sello del carácter particular de los personaje. La historia se fragmenta, con una complejidad y arte que el cine absorbe y los dibujos animados perfeccionan. Y cómo olvidar la onomatopeya, casi una obligación estilística, pues imprime un sonido fingido con signos magnificados a la imagen muda.

El origen de la oscuridad

Es así que un niño de familia acaudalada presencia el asesinato de sus dos padres por un ladrón aparentemente ocasional. Recuerda como maldición el disparo y el collar de perlas de su madre, deshaciéndose en esferas dispersas por el aire, también aquella vez que fueron a ver la película El Zorro, y el día que descubrió la cueva debajo de la mansión, casi un castillo, que es su casa. Aprende espeleología y se comunica con los murciélagos a base de frecuencias imperceptibles para los humanos.

Todos ahora saben que el mayordomo se encargó de su educación y lo mandó al extranjero, y algunos que su odio lo llevó a los maestros del Oriente a conocer las artes marciales, incluso Ninjas, entrenados para el terrorismo, lo adiestraron. Pero pocos recuerdan que fue a la India a entrenarse en el arte del faquir, y que éste le fue enseñado por una mujer prohibida. Aprendió a resistir un dolor físico que mataría a cualquier hombre, pero fue expulsado por no saber controlar su dolor interior. Se le ve mas tarde en Europa, tal vez en Francia estudiando derecho, criminalística y criminología, pero secretamente buscaba que lo entrenase el famoso Chacal. Estamos seguros que no pudo ser Carlos el “Chacal” de Venezuela —el famoso terrorista internacional—, pero no sabemos con precisión si pudo ser el mismo Chacal que intentó matar a De Gaulle, pues las fechas en la historia se confunden. Aprendió el arte del disfraz y el maquillaje, armas de fuego, bombas, pero en sus andanzas el maestro sospechó de nuestro Bruce Wayne, finalmente norteamericano, por la manera de titubear en los momentos críticos cuando había que asesinar a sangre fría. Tal asistente era un riesgo alto. No era el objetivo de nuestro héroe ese tipo de aprendizaje. Regresa a Gótica.

Probablemente el personaje de la historieta que más se parece no a un personaje de mito o leyenda, sino a uno de novela psicológica, sea el futuro comisionado de policía enviado recientemente ciudad Gótica, James Gordon. Con Gordon la historieta entra en el género de detectives y el suspenso, en el género negro de la corrupción del gobierno y el conflicto moral de distinguir al político y al criminal. James Gordon es ayudado por un extraño y oscuro individuo —el futuro Batman—, cuando secuestran a su mujer —Barbara— que ha dado a luz a una bebé, futura comparsa de nuestro héroe. Claro que las películas magnifican este hecho y convierten en una fiesta de disfraces el argumento de Frank Miller, donde Batman no tiene ningún disfraz y en vez de un automóvil sólo tiene una motocicleta de repartidor y al final una bicicleta robada.

La maestría del primer año de la historieta está tanto en la fragmentación como en el argumento que hicieron época, y en la introducción de los personajes. Un día nuestro héroe visita los barrios bajos,  observa a los proxenetas y decide ayudar a una niña que es prostituida. Bruce, o Bruno como se le dijo por acá, que viste pantalón, gorro y botas de obrero,  golpea al padrote, pero la niña en vez de sentirse protegida lo agrede con un cuchillo. Una mujer de color, que parece la novia de Miles Davis, brinca como gato desde la ventana donde observa y le pone una golpiza con lo mejor de sus artes al punto que nuestro futuro Hombre Murciélago tiene que regresar a casa con Alfred, a pie como Ignacio de Loyola. Bruce subestimó el contexto; necesita un carro, un símbolo y ocultar su identidad de millonario. La trama se complica: la policía lo busca y Gordon, su futuro aliado, está en una encrucijada, pues tiene una amante, espera una hija de su esposa y la misma policía quiere su cabeza; el alcalde de ciudad Gótica no soporta a los hombres honestos, menos si es un policía.

SABER MÁS

Lo mejor de lo mejor

> La obra maestra de la historieta, a nivel argumental y narrativo, es sin duda “Killing Joke” de Allan Moore, Brian Bolland y John Higgins. A nivel gráfico la más grande es “Arkham Asylum”, escrito por Grant Morrison e ilustrado por Dave Mc Kean. Ambas historias giran en torno al enemigo y quizá mas grande villano de todos: The Joker o el Guasón.

> Con “Arkham Asylum” entramos en la yuxtaposición de tiempos, fluir de conciencia, e historias en paralelo, a la manera de la mejor narrativa contemporánea.

> En “Killing Joke” ningún atributo de los mencionados se queda atrás, salvo que el dibujo no es tan artístico, sin embargo la fragmentación es mucho más perfecta: inicio de página, continuidad, elipsis y remate de página, perfecta de principio a fin. Además del “leit-motive” de la lluvia, la historieta es memorable por el homenaje a Orson Welles con los espejos de feria.