Viernes, 10 de Octubre 2025
Suplementos | Esencia maya y española

Valladolid, el rincón colonial de la península

Yucatán presume su lugar más colorido y artesanal; un día será suficiente para conocer lo básico de esta ciudad

Por: SUN

Vista del Ex Convento Franciscano San Bernardino. EL UNIVERSAL  /

Vista del Ex Convento Franciscano San Bernardino. EL UNIVERSAL /

VALLADOLID, YUCATÁN (19/JUN/2011).- En tan sólo 24 horas es posible conocer los más destacados lugares de un poblado que se caracteriza por sus raíces típicas, el recuerdo de las antiguas culturas mexicanas y una exquisita gastronomía, se trata de Valladolid: la “Ciudad de los Colores”.

No hay mejor forma de recibir la mañana que sintiendo los rayos del Sol a plomo sobre la piel. Es uno de los meses más calurosos en la península de Yucatán. En nuestro andar no quisimos más arena, por eso nos hemos ido de Playa del Carmen a Valladolid, una de las ciudades más coloridas del Estado, localizada a hora y media. Mientras la camioneta nos lleva al hotel, vemos pasar a las mujeres con sus huipiles de blanco impecable y con bordados florales de colores vivos; los hombres optan por un pantalón, guayabera y sombrero. Es domingo, el día en que se acostumbra salir a pasear en familia o simplemente ir a misa.

Hemos coincidido con la celebración de los 468 años de fundación de la ciudad. Los vallisoletanos están de fiesta. Empezamos por el Ex Convento de San Bernardino de Siena, sencillo pero elegante.

El recinto, una visita obligada, fue el primer refugio de la orden franciscana en la ciudad. Se ubica en el barrio de Sisal. Posa tu mirada en el retablo principal de madera, pintado en oro, y sus nichos con esculturas, adornados con motivos vegetales de estilo barroco. El claustro es de dos niveles; en el pasillo de la planta baja se encuentran restos de una vieja noria que da justo sobre la boca de un cenote. Tiene una pequeña exhibición de arte sacro. Arriba se contemplan largos pasillos con arcos que aún conservan parte de su pintura vegetal original en tonos pastel.

Aromas para enamorar

Las marquesitas son un antojito yucateco que encontramos en carritos ambulantes. Estos rollitos de masa crujiente y rellenos de queso de bola, de 15 pesos, nos ayudan a calmar el hambre matutina mientras llegamos al restaurante La Casona, propiedad de Experiencias Xcaret.

Está por demás decir que se peca de gula con su buffet de comida yucateca: sopa de lima, relleno negro, longaniza, cochinita pibil, lomitos, panuchos, papadzules, pan de queso y nieve de elote con vainilla. Liquidamos la cuenta (200 pesos por persona) y nos vamos caminando al parque Francisco Cantón, donde está el centro de la ciudad, con varias tiendas de artesanías.

Salimos en busca de un restaurante para cenar y beber una copa de vino. En el barrio Candelaria está Casa Italia, ubicada en la Calle 35. Bajo los faroles de luz amarilla, que alumbran la plaza están las mesitas de metal donde sirven las pizzas al horno de cuatro quesos, salami y champiñones. Para el “huequito”, una nieve de guanábana y pistache.

Lo típico de aquí


Sobre la calle 42 venden guayaberas, hamacas, abanicos y sombreros de jipijapa, madera tallada con rostros o con símbolos de la cultura maya, pulseritas de cuero y botellas de xtabentún. Los precios van desde los 30 pesos.

Después de hacer algunas compras, tomamos un taxi que nos lleva al cenote Xkeken. El tiempo de recorrido es de 15 minutos y cuesta 60 pesos. La entrada al cenote es de 20 pesos. Tenemos derecho a nadar o practicar snorkel entre sus estalagmitas y estalactitas, además de explorar su segunda bóveda en donde, aseguran, se pueden observar diferentes formas de rostros y animales.

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