Cultura
Academias revolucionan el idioma español
El documento será ratificado el próximo 28 de noviembre durante la Feria Internacional del Libro
GUADALAJARA, JALISCO (06/NOV/2010).- Olvidar lo aprendido en las clases de español es la recomendación ante la presentación del borrador de la nueva Ortografía de la lengua española, cuya ratificación definitiva será el próximo día 28 de noviembre en el Congreso de las Academias de la Lengua, que se celebrará durante la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
La ortografía es un ente mutante, los cambios son evidentes a través del tiempo. En 1741, la primera edición lanzada por la Real Academia Española se titulaba Orthographia. Por otro lado, la disciplina que rige la correcta escritura es un asunto sensible para mucha gente y lo demuestra la polémica que se desató en 1815, cuando se eliminó la h de la palabra Christo. Por eso Salvador Gutiérrez Ordóñez, coordinador de la nueva Ortografía que publicará Espasa, evita usar incluso la palabra reforma. No digamos ya revolución.
Pero más que la susceptibilidad de hablantes que se han acostumbrado a guión o quorum como otros se habían acostumbrado antes a obscuridad o Christo, lo decisivo es que, mucho más que el diccionario o la gramática, la ortografía constituye la mayor garantía de unidad del idioma: “En la inmensa extensión del mundo hispanohablante, el español presenta variedades fónicas y léxicas. Sin embargo, comparte unas mismas normas ortográficas. Por eso podemos leer a Rulfo y a Delibes como si tuvieran una misma voz”.
En el mundo aproximadamente 450 millones de personas tienen como lengua el idioma español. Para el ganador del segundo Premio de Ensayo Isabel Polanco, Humberto López Morales, la lengua de Cervantes es “unificada”, lo que significa que “aproximadamente el 80% de nuestro vocabulario es totalmente compartido, lo hablamos todos”, mientras que el otro 20% corresponde a la personalidad cultural de cada país.
La nueva Ortografía de la lengua española trata de ser razonada y exhaustiva (tendrá 800 páginas, casi cuatro veces más que la última, de 1999), pero también simple y legible; y sobre todo coherente con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico perseguido por la comisión que ha representado a las 22 Academias de la Lengua Española de todo el mundo. Esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (España) echó el cierre a la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el próximo día 28 en la Feria del Libro de Guadalajara (México) Gutiérrez Ordóñez, repasa una obra que en unos casos “legisla” y en otros, sólo “orienta” pero que, pese a la sorpresa que puedan provocar algunas de sus “innovaciones”, tiene cuatro pilares: “el uso, las autoridades (es decir, la literatura), la evolución de la lengua y la coherencia gramatical”.
La y se llamará ye
En las modificaciones, Hispanoamérica pierde la be alta y España, la i griega. Hasta ahora, algunas letras del alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para v; uve doble, ve doble o doble ve para w; i griega o ye para la letra y. La nueva Ortografía propone un sólo nombre –sin apellidos– para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo), de ahí su nuevo nombre, frecuente en muchos países de América: “También decimos yeísmo”. Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.
Ch y ll ya no son letras
Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, “signos ortográficos de dos letras”. Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime “formalmente”. Así, las letras del abecedario pasan a ser 27.
Hasta ahora, el acento gráfico indicaba la diferencia de uso de formas como este y solo. Dado que “esos casos son muy poco frecuentes y se resuelven fácilmente por el contexto”, la nueva Ortografía indica que “se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad”. Eso sí, no se “condena” su uso si alguien quiere utilizar la tilde.
Agencias
Guión sin acento
Un guion puede tener un goya, pero no una tilde. De los 450 millones de hablantes del español algunos pronuncian como diptongo lo que para otros funciona como hiato, por eso la RAE permitía la escritura con tilde a “aquellas personas que percibieran la existencia de hiato”. Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí… La nueva Ortografía considera que estas palabras son “monosílabas a efectos ortográficos” y que, se pronuncien como se pronuncien, deben escribirse siempre sin tilde: guion y hui. En este caso, además, la Academia no se limita a proponer y “condena” cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, “escribir guión será una falta de ortografía”.
Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva, entre tanto, no ha perdido de vista los ordenadores. Hasta ahora, la conjunción o se escribía excepcionalmente con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Sin embargo, los teclados de las computadoras han eliminado el peligro de confundir la letra o con la cifra cero. Y donde no hay peligro no hay señal de peligro.
La ex del golfo de México
Dadas las continuas dudas que provoca la colocación de las mayúsculas, la nueva Ortografía ha optado por un criterio claro: “se eliminan de los términos genéricos que se anteponen a los nombres propios (golfo de México, calle Felipe IV)”. Además, la partícula ex se homologa al resto de prefijos, es decir, “se escribirán unidos a la base cuando se trate de una palabra simple (exmarido, antisocial, proamericano)” y separados cuando “afectan a bases léxicas compuestas (ex capitán general, pro derechos humanos)”.
La ortografía es un ente mutante, los cambios son evidentes a través del tiempo. En 1741, la primera edición lanzada por la Real Academia Española se titulaba Orthographia. Por otro lado, la disciplina que rige la correcta escritura es un asunto sensible para mucha gente y lo demuestra la polémica que se desató en 1815, cuando se eliminó la h de la palabra Christo. Por eso Salvador Gutiérrez Ordóñez, coordinador de la nueva Ortografía que publicará Espasa, evita usar incluso la palabra reforma. No digamos ya revolución.
Pero más que la susceptibilidad de hablantes que se han acostumbrado a guión o quorum como otros se habían acostumbrado antes a obscuridad o Christo, lo decisivo es que, mucho más que el diccionario o la gramática, la ortografía constituye la mayor garantía de unidad del idioma: “En la inmensa extensión del mundo hispanohablante, el español presenta variedades fónicas y léxicas. Sin embargo, comparte unas mismas normas ortográficas. Por eso podemos leer a Rulfo y a Delibes como si tuvieran una misma voz”.
En el mundo aproximadamente 450 millones de personas tienen como lengua el idioma español. Para el ganador del segundo Premio de Ensayo Isabel Polanco, Humberto López Morales, la lengua de Cervantes es “unificada”, lo que significa que “aproximadamente el 80% de nuestro vocabulario es totalmente compartido, lo hablamos todos”, mientras que el otro 20% corresponde a la personalidad cultural de cada país.
La nueva Ortografía de la lengua española trata de ser razonada y exhaustiva (tendrá 800 páginas, casi cuatro veces más que la última, de 1999), pero también simple y legible; y sobre todo coherente con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico perseguido por la comisión que ha representado a las 22 Academias de la Lengua Española de todo el mundo. Esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (España) echó el cierre a la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el próximo día 28 en la Feria del Libro de Guadalajara (México) Gutiérrez Ordóñez, repasa una obra que en unos casos “legisla” y en otros, sólo “orienta” pero que, pese a la sorpresa que puedan provocar algunas de sus “innovaciones”, tiene cuatro pilares: “el uso, las autoridades (es decir, la literatura), la evolución de la lengua y la coherencia gramatical”.
La y se llamará ye
En las modificaciones, Hispanoamérica pierde la be alta y España, la i griega. Hasta ahora, algunas letras del alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para v; uve doble, ve doble o doble ve para w; i griega o ye para la letra y. La nueva Ortografía propone un sólo nombre –sin apellidos– para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo), de ahí su nuevo nombre, frecuente en muchos países de América: “También decimos yeísmo”. Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.
Ch y ll ya no son letras
Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, “signos ortográficos de dos letras”. Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime “formalmente”. Así, las letras del abecedario pasan a ser 27.
Hasta ahora, el acento gráfico indicaba la diferencia de uso de formas como este y solo. Dado que “esos casos son muy poco frecuentes y se resuelven fácilmente por el contexto”, la nueva Ortografía indica que “se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad”. Eso sí, no se “condena” su uso si alguien quiere utilizar la tilde.
Agencias
Guión sin acento
Un guion puede tener un goya, pero no una tilde. De los 450 millones de hablantes del español algunos pronuncian como diptongo lo que para otros funciona como hiato, por eso la RAE permitía la escritura con tilde a “aquellas personas que percibieran la existencia de hiato”. Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí… La nueva Ortografía considera que estas palabras son “monosílabas a efectos ortográficos” y que, se pronuncien como se pronuncien, deben escribirse siempre sin tilde: guion y hui. En este caso, además, la Academia no se limita a proponer y “condena” cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, “escribir guión será una falta de ortografía”.
Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva, entre tanto, no ha perdido de vista los ordenadores. Hasta ahora, la conjunción o se escribía excepcionalmente con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Sin embargo, los teclados de las computadoras han eliminado el peligro de confundir la letra o con la cifra cero. Y donde no hay peligro no hay señal de peligro.
La ex del golfo de México
Dadas las continuas dudas que provoca la colocación de las mayúsculas, la nueva Ortografía ha optado por un criterio claro: “se eliminan de los términos genéricos que se anteponen a los nombres propios (golfo de México, calle Felipe IV)”. Además, la partícula ex se homologa al resto de prefijos, es decir, “se escribirán unidos a la base cuando se trate de una palabra simple (exmarido, antisocial, proamericano)” y separados cuando “afectan a bases léxicas compuestas (ex capitán general, pro derechos humanos)”.