Cultura
Mariachi sinfónico
La velada fue, literalmente, una fiesta. Sólo faltaron cohetes, castillo y totopos con guacamole para redonedearla…
GUADALAJARA, JALISCO.- El tercer programa del ciclo "Fusión", esta vez con
"La Orquesta Filarmónica de Jalisco y la Música Mexicana", la noche del viernes en el
Teatro Degollado, volvió a cumplir, al pie de la letra, el objetivo: casi llenó la sala.
La objeción de los tradicionalistas, en todo caso, a la vista del programa y de que la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) -dirigida en esta ocasión por el asistente Enrique Radillo-, se convirtió en un mariachi sinfónico, siguió vigente: el que asistió fue un público diferente al habitual.
La segunda parte de la velada fue un anticipo de las Fiestas de Octubre. De hecho, desde el mosaico Así es mi Tierra, de Ramón Becerra Caro -cellista de la OFJ-, especie de bullanguero viaje musical (de Guadalajara a Cocula, pasando por Atotonilco y anexas) armado con fragmentos de música popular jalisciense, la OFJ sonó más como un mariachi monumental que como una orquesta.
El escuálido programa de mano se redujo a lo básico. No aportó ninguna nota sobre las obras incluidas en el mismo: la Obertura Mexicana Número 2, de Blas Galindo (colcha de parches sobre temas mexicanos, entre los que destacan Qué te ha dado esa mujer y Paloma, de dónde vienes); la chispeante Obertura Primavera, de Joaquín Beristain (si se dijera que es una obra desconocida de Rossini, seguro que don Gioacchino no se daría por ofendido), la Sinfonietta de José Pablo Moncayo (incorporada desde tiempo inmemorial al repertorio de la otrora Orquesta Sinfónica de Guadalajara) y la ya señalada Así es mi Tierra.
Si ya desde entonces se apetecía acompañar la audición con unas carnitas, aquello refinó en la segunda parte. Ésta estuvo a cargo, principalmente, del grupo Viva México.
Fue su primera vez, en 20 años de feliz existencia que le han valido reconocimientos internacionales, en el máximo coliseo cultural de Jalisco. Sus brillantes versiones, con sabor mexicano, de temas como La Chica de Ipanema, Pájaro Campana, Under the Broadwalk, Kampai -bellísima canción oriental, incorporada al repertorio en una extensa gira por Japón-, La Pajarera, etcétera, con el "plus" de un par de estupendos bailarines y un chiflador virtuoso (Francisco Hernández) encontraron eco en un público entusiasta.
La objeción de los tradicionalistas, en todo caso, a la vista del programa y de que la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) -dirigida en esta ocasión por el asistente Enrique Radillo-, se convirtió en un mariachi sinfónico, siguió vigente: el que asistió fue un público diferente al habitual.
La segunda parte de la velada fue un anticipo de las Fiestas de Octubre. De hecho, desde el mosaico Así es mi Tierra, de Ramón Becerra Caro -cellista de la OFJ-, especie de bullanguero viaje musical (de Guadalajara a Cocula, pasando por Atotonilco y anexas) armado con fragmentos de música popular jalisciense, la OFJ sonó más como un mariachi monumental que como una orquesta.
El escuálido programa de mano se redujo a lo básico. No aportó ninguna nota sobre las obras incluidas en el mismo: la Obertura Mexicana Número 2, de Blas Galindo (colcha de parches sobre temas mexicanos, entre los que destacan Qué te ha dado esa mujer y Paloma, de dónde vienes); la chispeante Obertura Primavera, de Joaquín Beristain (si se dijera que es una obra desconocida de Rossini, seguro que don Gioacchino no se daría por ofendido), la Sinfonietta de José Pablo Moncayo (incorporada desde tiempo inmemorial al repertorio de la otrora Orquesta Sinfónica de Guadalajara) y la ya señalada Así es mi Tierra.
Si ya desde entonces se apetecía acompañar la audición con unas carnitas, aquello refinó en la segunda parte. Ésta estuvo a cargo, principalmente, del grupo Viva México.
Fue su primera vez, en 20 años de feliz existencia que le han valido reconocimientos internacionales, en el máximo coliseo cultural de Jalisco. Sus brillantes versiones, con sabor mexicano, de temas como La Chica de Ipanema, Pájaro Campana, Under the Broadwalk, Kampai -bellísima canción oriental, incorporada al repertorio en una extensa gira por Japón-, La Pajarera, etcétera, con el "plus" de un par de estupendos bailarines y un chiflador virtuoso (Francisco Hernández) encontraron eco en un público entusiasta.