Cultura
Restaura INAH pañuelo funerario de Hernán Cortés
El paño presenta manchas, faltantes, arrugas y deformaciones, especialmente la parte que estaba en contacto con la osamenta
CIUDAD DE MÉXICO (24/NOV/2014).- Especialistas del
INAH restauraron un pañuelo de lino blanco y encaje de seda negra del siglo XVIII, que resguardó por más de un siglo los restos mortuorios del conquistador español Hernán Cortés.
En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se informa que esta pieza pertenece al acervo del Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec y fue entregado a este recinto en 1947, tras localizar la última morada del conquistador español.
El lienzo, utilizado durante las honras fúnebres de los restos óseos de Cortés, fue intervenido como parte del proyecto de conservación sistematizada realizada por este museo que celebra su 70 aniversario y la atención del textil se hizo en colaboración con estudiantes de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO).
El paño, de 72 x 73 centímetros (cm), fue sometido a un análisis de fibras en los laboratorios de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), con la colaboración de la bióloga Gabriela Cruz, y se determinó que se trataba de un lienzo de lino muy fino y que el encaje negro bordado es de hilos de seda.
La pieza tiene en los cuatro extremos figuras fitomorfas bordadas que forman una cruz lobulada al centro que alude la religión cristiana y al uso para el que fue creado.
El conquistador español Hernán Cortés fue sepultado por primera vez en Castilleja de la Cuesta en 1547, localidad cercana a Sevilla, donde pasó los últimos años de vida; tiempo después sus restos fueron trasladados a la Nueva España, donde empezó un largo peregrinar hasta su última morada en la iglesia de Jesús Nazareno, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Las restauradoras Verónica Kuhliger y Laura García se encargaron de la intervención del paño, así como de su investigación histórica que arrojó datos en torno a la muerte del conquistador, en 1547.
Kuhliger explicó que el mayor deterioro que presentaba el lienzo se encontraba en el centro, por estar en contacto con la osamenta; “se observaban manchas, faltantes, arrugas, deformaciones en el ligamento y una disminución en la resistencia del tejido en esas zonas”.
Tras el análisis a este pañuelo se realizó la propuesta de conservación en la que se planteó la viabilidad de someterlo a una limpieza por medio de un tratamiento especial. Una vez limpio, se colocó un soporte de tela de algodón teñida similar al tono del original. Mientras, el encaje negro, —que da la certeza de ser un pañuelo funerario— fue retirado para tratarlo por separado, y una vez estabilizado se reintegró a la pieza.
En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se informa que esta pieza pertenece al acervo del Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec y fue entregado a este recinto en 1947, tras localizar la última morada del conquistador español.
El lienzo, utilizado durante las honras fúnebres de los restos óseos de Cortés, fue intervenido como parte del proyecto de conservación sistematizada realizada por este museo que celebra su 70 aniversario y la atención del textil se hizo en colaboración con estudiantes de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO).
El paño, de 72 x 73 centímetros (cm), fue sometido a un análisis de fibras en los laboratorios de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), con la colaboración de la bióloga Gabriela Cruz, y se determinó que se trataba de un lienzo de lino muy fino y que el encaje negro bordado es de hilos de seda.
La pieza tiene en los cuatro extremos figuras fitomorfas bordadas que forman una cruz lobulada al centro que alude la religión cristiana y al uso para el que fue creado.
El conquistador español Hernán Cortés fue sepultado por primera vez en Castilleja de la Cuesta en 1547, localidad cercana a Sevilla, donde pasó los últimos años de vida; tiempo después sus restos fueron trasladados a la Nueva España, donde empezó un largo peregrinar hasta su última morada en la iglesia de Jesús Nazareno, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Las restauradoras Verónica Kuhliger y Laura García se encargaron de la intervención del paño, así como de su investigación histórica que arrojó datos en torno a la muerte del conquistador, en 1547.
Kuhliger explicó que el mayor deterioro que presentaba el lienzo se encontraba en el centro, por estar en contacto con la osamenta; “se observaban manchas, faltantes, arrugas, deformaciones en el ligamento y una disminución en la resistencia del tejido en esas zonas”.
Tras el análisis a este pañuelo se realizó la propuesta de conservación en la que se planteó la viabilidad de someterlo a una limpieza por medio de un tratamiento especial. Una vez limpio, se colocó un soporte de tela de algodón teñida similar al tono del original. Mientras, el encaje negro, —que da la certeza de ser un pañuelo funerario— fue retirado para tratarlo por separado, y una vez estabilizado se reintegró a la pieza.