Cultura

'Todas las dudas las responderemos por e- mail'

Empleados de la OFJ, inconformes por cómo han sido tratados hablan sobre las acciones tomadas al respecto

GUADALAJARA, JALISCO (27/JUN/2015).- Pasa del mediodía en un restaurante del Centro de la ciudad, lugar y hora acordada para que algunos músicos de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) que están inconformes por cómo han sido tratados hablen sobre las acciones tomadas al respecto.

La cita está por comenzar y los convocados —los medios de comunicación— se sientan en la mesa de los ponentes y en algunas aledañas, hasta que uno de los involucrados —el chelista Orlando Idrovo—toma la palabra. Agradece las muestras de apoyo y dice que eso les ha dado la fuerza para exigir por medio de la vía legal un trato digno, justo y respetuoso que “todos los seres humanos nos merecemos sin importar sexo, raza, edad, peso, creencias. Y estamos seguros de que la verdad y la justicia prevalecerán sobre cualquier hecho o juicio en nuestra contra”.

Reporteros y fotógrafos le escuchan decir que el día 15 de junio los artistas acudieron a las instalaciones de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos para interponer una queja grupal contra el director de la OFJ, el maestro Marco Parisotto, por puntos como discriminación, hostigamiento laboral, difamación, humillación y descalificación pública, así como violación al derecho de asociación, entre otros.

También indica que el 18 de junio fueron al Instituto Nacional de Migración para denunciar a extranjeros trabajando en la orquesta sin que se conozca su estatus migratorio, mismo día en el que acudieron a la Secretaría de Trabajo y Previsión Social para informar y denunciar la cantidad excesiva de extranjeros, algo que contraviene el artículo 7 de la Ley Federal del Trabajo que establece que: en toda empresa o establecimiento el patrón deberá emplear un noventa por ciento de trabajadores mexicanos, por lo menos.

Añade que esperan seguir demostrando su entusiasmo por su trabajo y obtener un mejor salario, un trato digno y compromiso y capacitación por parte de los directivos. Afirma que esto, en el futuro, dará seguridad a las madres cuando sepan que su hijo quiera dedicarse a la música, para que “no tenga miedo de que sea tratado injustamente por el sólo hecho de ser músico, que su madre tenga la tranquilidad de que recibirá un salario justo y digno para mantener a su familia”.

Idrovo finaliza su intervención con un aplauso de los músicos presentes y a los medios de comunicación les dice que ya no pueden decir más porque están en un proceso legal. Se levanta de su asiento y tampoco da entrevistas personales. La mesa rápido se queda vacía.

El violinista Sergio Rodríguez, quien se encontraba a su lado, es abordado por éste y otros medios para despejar dudas, para que todos cuenten con información homologada. “Hay muchos datos. Que nos hicieran las preguntas… todas las dudas las contestaremos por e-mail”.

—Esperábamos que nos despejaran eso hoy, frente a frente, ya que estamos todos…— dicen los reporteros.

“Fue una información que unos compañeros decidieron y no podemos cambiar esa información. Estamos luchando y peleando, estamos exigiendo nuestros derechos humanos y derechos individuales. En mi caso particular tengo más de 30 años tocando”, señala Rodríguez.

—Ustedes mencionaban que no les ofrecieron capacitaciones, según los miembros de la OFJ sí lo han hecho…— se le cuestiona.

“Mira… (silencio) pues no. Es que te digo, la versión la cambian cada suceso que pasa. Ahora otra cosa, a nosotros nos quisieron hacer responsables de un suceso que pasó el viernes pasado y no tuvimos nada qué ver en eso, los grupos se están manifestando, los estudiantes, los músicos jóvenes están preocupados… ¿dónde van a tocar ellos si esta orquesta ya está llena de extranjeros? Esto va a repercutir en varias generaciones”.

—Era el momento para aclarar todo…

“Creo que va a haber una rueda de prensa”, dice el violinista.

Vuelve a solicitar que las dudas se envíen por escrito y que por esa vía se responderán.

Se va con los otros músicos, quienes se han movido al otro extremo del restaurante.

El silencio se rompe sólo por un vidrio que se quiebra en la parte de atrás, un sitio donde minutos antes estaban sentados algunos de los citados.

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