Entretenimiento
Puerto Rico despide el año con un festival de máscaras
En el noroeste de Puerto Rico ha vuelto a revivir una antigua tradición que llegó de las Islas Canarias: las máscaras
HATILLO, PUERTO RICO.- El Festival de Máscaras de Hatillo, en el noroeste de Puerto Rico, ha vuelto a revivir una antigua tradición y que cada año se conmemora en Navidad.
Miles de personas participan esta semana en los desfiles por las calles de la ciudad con vistosos atuendos representativos de la cultura puertorriqueña.
"En el Festival se recuerda la matanza de niños ordenada por el Rey Herodes. Los corredores con máscaras representan a los soldados romanos que persiguen a los inocentes para matarlos", explicó Andrés Hernández, presidente del Centro Cultural de Hatillo.
De ahí, surge la tradición que comienza en el Día de los Inocentes, donde los niños abarrotan las calles.
Los adultos recorrieron los campos y la ciudad vestidos con máscaras, sombreros y coloridos atuendos.
La celebración tiene sus orígenes en 1823, cuando inmigrantes de Islas Canarias se disfrazaban de mujeres y demonios y visitaban a caballo los hogares de familiares y amigos para hacerles bromas.
Pero con los años, los hatillanos han agregado otras costumbres, como la utilización de carrozas, camionetas y vehículos todo terreno, desde donde saltan aún cuando los autos están en movimiento.
Asimismo, los enmascarados hacen bromas entre ellos mismos. Se vierten crema de afeitar, ron o agua, y se dan golpes o fuertes abrazos.
Costumbres que han puesto en peligro a muchos participantes y que hasta el momento han ocasionado 22 heridos de diversa consideración.
El jefe de la Policía de Puerto Rico, José Figueroa Sancha, señaló que constituye un reto garantizar la seguridad de los asistentes durante el carnaval y que han sido movilizados 300 agentes de policía para garantizar el orden.
Año tras año se ha mejorado la seguridad. Hemos preparado con anticipación las medidas de seguridad para que todo el mundo pueda disfrutar de esta tradición, añadió Figueroa Sancha.
Los enmascarados desfilan por los barrios en carrozas y cabalgatas desde tempranas horas de la mañana al son de ensordecedoras sirenas. Cada comparsa puede contar con más de 15 personas.
Estimamos que participarán 334 vehículos de motor, entre ellos carrozas y vehículos todo terreno. Estamos hablando de 3 mil 300 participantes, sin mencionar quienes corren por el campo y no acuden al casco urbano, aseguró Hernández.
A ello se suman más de diez mil visitantes y turistas, según cifras del Centro Cultural de Hatillo.
Una vez llegan a la plaza pública de la ciudad, las comparsas son evaluadas por su originalidad y tema utilizado en sus disfraces y carrozas.
Los disfraces consisten de un traje largo, máscara y sombrero que puede costar cerca de 400 dólares. La decoración y preparación de los vehículos puede costar miles de dólares y necesita cientos de horas de trabajo.
Mantener esta tradición de disfraces que resaltan las costumbres puertorriqueñas no ha sido fácil.
Durante los últimos años, los participantes han integrado símbolos de la cultura estadounidense como los personajes animados de Disney, los cuáles no son apoyados por el Instituto de Cultura Puertorriqueña.
El jurado otorga el premio basado en el tema escogido por los participantes, si es típico, tradicional o religioso. Si es una comparsa de Mickey Mouse o del Pato Donald, no lo consideramos porque no está dentro de nuestra tradición, explicó Hernández.
Los ganadores del carnaval reciben un premio de 500 dólares y la admiración de miles de personas.
La celebración termina con el desfile de las comparsas por la plaza pública, al son de sirenas y música puertorriqueña, mientras los visitantes gozan de la comida típica, artesanías y espectáculos artísticos.
Miles de personas participan esta semana en los desfiles por las calles de la ciudad con vistosos atuendos representativos de la cultura puertorriqueña.
"En el Festival se recuerda la matanza de niños ordenada por el Rey Herodes. Los corredores con máscaras representan a los soldados romanos que persiguen a los inocentes para matarlos", explicó Andrés Hernández, presidente del Centro Cultural de Hatillo.
De ahí, surge la tradición que comienza en el Día de los Inocentes, donde los niños abarrotan las calles.
Los adultos recorrieron los campos y la ciudad vestidos con máscaras, sombreros y coloridos atuendos.
La celebración tiene sus orígenes en 1823, cuando inmigrantes de Islas Canarias se disfrazaban de mujeres y demonios y visitaban a caballo los hogares de familiares y amigos para hacerles bromas.
Pero con los años, los hatillanos han agregado otras costumbres, como la utilización de carrozas, camionetas y vehículos todo terreno, desde donde saltan aún cuando los autos están en movimiento.
Asimismo, los enmascarados hacen bromas entre ellos mismos. Se vierten crema de afeitar, ron o agua, y se dan golpes o fuertes abrazos.
Costumbres que han puesto en peligro a muchos participantes y que hasta el momento han ocasionado 22 heridos de diversa consideración.
El jefe de la Policía de Puerto Rico, José Figueroa Sancha, señaló que constituye un reto garantizar la seguridad de los asistentes durante el carnaval y que han sido movilizados 300 agentes de policía para garantizar el orden.
Año tras año se ha mejorado la seguridad. Hemos preparado con anticipación las medidas de seguridad para que todo el mundo pueda disfrutar de esta tradición, añadió Figueroa Sancha.
Los enmascarados desfilan por los barrios en carrozas y cabalgatas desde tempranas horas de la mañana al son de ensordecedoras sirenas. Cada comparsa puede contar con más de 15 personas.
Estimamos que participarán 334 vehículos de motor, entre ellos carrozas y vehículos todo terreno. Estamos hablando de 3 mil 300 participantes, sin mencionar quienes corren por el campo y no acuden al casco urbano, aseguró Hernández.
A ello se suman más de diez mil visitantes y turistas, según cifras del Centro Cultural de Hatillo.
Una vez llegan a la plaza pública de la ciudad, las comparsas son evaluadas por su originalidad y tema utilizado en sus disfraces y carrozas.
Los disfraces consisten de un traje largo, máscara y sombrero que puede costar cerca de 400 dólares. La decoración y preparación de los vehículos puede costar miles de dólares y necesita cientos de horas de trabajo.
Mantener esta tradición de disfraces que resaltan las costumbres puertorriqueñas no ha sido fácil.
Durante los últimos años, los participantes han integrado símbolos de la cultura estadounidense como los personajes animados de Disney, los cuáles no son apoyados por el Instituto de Cultura Puertorriqueña.
El jurado otorga el premio basado en el tema escogido por los participantes, si es típico, tradicional o religioso. Si es una comparsa de Mickey Mouse o del Pato Donald, no lo consideramos porque no está dentro de nuestra tradición, explicó Hernández.
Los ganadores del carnaval reciben un premio de 500 dólares y la admiración de miles de personas.
La celebración termina con el desfile de las comparsas por la plaza pública, al son de sirenas y música puertorriqueña, mientras los visitantes gozan de la comida típica, artesanías y espectáculos artísticos.