Internacional
Conflicto sindical da la bienvenida a Cristina
Además de los pronósticos económicos pesimistas, la reelecta mandataria abre un frente contra la Confederación General del Trabajo
BUENOS AIRES, ARGENTINA (12/DIC/2011).- La presidenta argentina Cristina Kirchner inicia su segundo mandato consecutivo embarcada en evitar un enfriamiento de la economía si se propaga la crisis en las potencias mundiales, y en producir un giro que reste poder a los dirigentes de la central obrera peronista Confederación General del Trabajo (CGT).
Kirchner, que inicia su gobierno con miras a 2015 en la cúspide de su popularidad tras consagrarse con 54.11% de los votos en octubre, prometió fortalecer su política de fomento al consumo y la reindustrialización.
“El 2012 será muy difícil a nivel mundial. Todo esto tendrá impacto en los países latinoamericanos, especialmente en aquéllos que tienen gran integración con el mundo”, admitió el presidente de Chile, Sebastián Piñera, en su breve paso por Buenos Aires el sábado para la reasunción de Kirchner.
Pese a dar señales de continuidad en su política de fomento al mercado interno, un escenario fiscal más comprometido llevó al Gobierno a recortar millonarios subsidios a los servicios públicos desde noviembre, medida cuyo impacto en el consumo se verá en los próximos meses.
“Ante la desaceleración de la actividad económica mundial y precios internacionales de las commodities como la soja en baja, al Estado se le presenta el desafío de llevar adelante una política contracíclica, pero con un marco fiscal muy distinto al de unos años atrás”, advirtió Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) en una columna en el diario La Nación.
Con este marco, Cristina Kirchner envió una clara señal a sus aliados de la CGT en su discurso del sábado al advertirles que hicieran uso “del derecho de huelga, pero no de chantaje y extorsión”.
El Gobierno se anticipa a los reclamos por la desvalorización de los salarios debido a la inflación que entre enero y octubre sumó 9.7% según el índice oficial, puesto en duda por economistas y consultoras privadas cuyas estimaciones lo duplican.
El líder de la CGT y titular del poderoso gremio de camioneros, Hugo Moyano, fue una ausencia notoria en los palcos del Congreso Nacional, durante el acto de reasunción.
Tampoco hubo como en otras ocasiones participación de los sindicatos en los festejos populares en la histórica Plaza de Mayo, como cierre de los actos oficiales.
“No es ninguna novedad que el Gobierno y la CGT están atravesando una situación difícil”, admitió Juan Carlos Schmid, titular del gremio de Dragado y hombre cercano al líder de la central obrera.
La CGT fue una aliada central del kirchnerismo en una relación de intereses mutuos alentada por el ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), esposo de la actual mandataria, fallecido en octubre de 2010.
“La alianza sindical y política del titular de la CGT con el ex presidente fue un factor determinante en la coalición oficialista hasta la muerte de Kirchner”, recordó Rosendo Fraga, titular de la consultora Nueva Mayoría, en una columna con su firma en el periódico La Nación.
Pero Cristina “asumió una posición diferente y el titular de la CGT pasó a ser un adversario del Gobierno, que según la evolución de las circunstancias puede transformarse en un enemigo”.
La cifra
Crecimiento económico
0.9% en 2011, a diferencia de 9.2% de 2010, así como el promedio de 8% que hubo entre 2003 y 2008.
Análisis
Le gusta bailar sola
Por José Vales (Corresponsal de El Universal en Buenos Aires)
“Ella baila sola”. No es un dúo, como aquel que brillara en el pop español en los años 90. En todo caso, se refiere a una solista que, si bien ya tiene años de actuación, arranca oficialmente un segundo periodo, en una pista política en la que, como nadie de la oposición se atreve a bailar, ella lo hace sola.
Con nuevos bríos y desafíos. Obstáculos más complejos, en una época económica problemática ante la que la presidenta argentina Cristina Fernández viuda de Kirchner, de 57 años, parece haber decidido ya los métodos para enfrentarla: escudada en los hombres más fieles, los colaboradores más antiguos y los que mejor la conocen. O sea, escudada en la familia kirchnerista.
Bailó sola sobre el escenario montado para los festejos en la noche del 23 de octubre, cuando obtuvo el rutilante 54% que la convirtió en la primera mujer en ser reelecta en la historia argentina. No demostró una gran habilidad para el baile, pero se animó. Como también se animó ya a conjugar el verbo ajustar, con una serie de medidas que adelantan cómo será su segundo mandato propio, y el tercero si se considera que el poder fue un bien común hasta la muerte de su esposo, Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010.
Para su gabinete realizó pocos cambios, pero significativos, reafirmando que está dispuesta a atravesar una eventual época de vacas flacas con aquellos que como el súper ministro, Julio de Vido, mejor saben interpretar sus silencios y sus decisiones y con uno de los funcionarios más brillantes con que cuenta en el equipo, Juan Manuel Abal Medina, el nuevo jefe de Gabinete, un excelente conocedor de México.
El final de la vida subsidiada (gas, electricidad, agua, teléfono, casinos y otros), anunciado con la victoria aún caliente, al igual que el estricto control de cambios, que inauguró un mercado paralelo, hablan de lo que serán los próximos meses, pero también de los problemas que el país venía arrastrando y el Gobierno trataba de ocultar. Con las tarifas sin subsidios a 75% de la población y los aumentos de tarifas, el Gobierno espera ahorrar más de tres mil millones de dólares, pero sigue negándose a enfrentar al monstruo de la inflación.
“Hay una suerte de sinceramiento de la economía. Todos saludamos el final de los subsidios, pero el peso de esta medida recaerá sobre la clase media y buena parte de los asalariados, que encima sufren la pérdida de sus haberes a través de la inflación”, explica el economista Ricardo Delgado. “Estamos en un proceso de reordenamiento y convergencia de los precios relativos más importantes de la economía”.
En este baile, la presidenta ya comenzó a mostrar sus movimientos de cintura. Inmediatamente después de las elecciones, confirmó lo que insinuó en la campaña: colocó en la acera de enfrente a los sindicatos, en los que el kirchnerismo se apoyó los últimos ocho años, y atrajo al redil a los empresarios, esperanzados con las señales del control de la inflación “a través de un dólar competitivo”.
La presidenta hizo las paces con el sector agropecuario, después de “la guerra” de 2008. Pero también advirtió que no cederá en el pedido de combatir el alza del costo de vida mediante aumentos de salarios.
“El propio Gobierno se prepara para un año (2012) de mayor conflictividad social y menor crecimiento”, sostiene el economista Aldo Abram.
En su enfrentamiento con los sindicatos, la jefa de Estado ya ordenó a sus colaboradores estudiar una medida que podría quitarles poder: reformular aspectos de la ley de obras sociales, que representa la verdadera fuerza sindical, algo que ya había intentado infructuosamente el entonces presidente Raúl Alfonsín en 1984.
Hoy, Cristina goza de la mayoría en ambas cámaras; la oposición quedó prácticamente sometida a cuarteles de invierno y ella domina la escena hacia adentro y hacia fuera del Gobierno, en una época de sinceramiento entre el discurso y la acción, y en la que se hace necesario enfrentar los efectos de la crisis global y los desajustes fiscales que caracterizaron su gestión hasta aquí. Todo, en una misma pista de baile, en la que ella, con más poder, parece haber decidido que la danza de la distribución y la equidad quedaron atrás y es hora de bailar al compás del ajuste. Eso sí, bailando sola.
Kirchner, que inicia su gobierno con miras a 2015 en la cúspide de su popularidad tras consagrarse con 54.11% de los votos en octubre, prometió fortalecer su política de fomento al consumo y la reindustrialización.
“El 2012 será muy difícil a nivel mundial. Todo esto tendrá impacto en los países latinoamericanos, especialmente en aquéllos que tienen gran integración con el mundo”, admitió el presidente de Chile, Sebastián Piñera, en su breve paso por Buenos Aires el sábado para la reasunción de Kirchner.
Pese a dar señales de continuidad en su política de fomento al mercado interno, un escenario fiscal más comprometido llevó al Gobierno a recortar millonarios subsidios a los servicios públicos desde noviembre, medida cuyo impacto en el consumo se verá en los próximos meses.
“Ante la desaceleración de la actividad económica mundial y precios internacionales de las commodities como la soja en baja, al Estado se le presenta el desafío de llevar adelante una política contracíclica, pero con un marco fiscal muy distinto al de unos años atrás”, advirtió Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) en una columna en el diario La Nación.
Con este marco, Cristina Kirchner envió una clara señal a sus aliados de la CGT en su discurso del sábado al advertirles que hicieran uso “del derecho de huelga, pero no de chantaje y extorsión”.
El Gobierno se anticipa a los reclamos por la desvalorización de los salarios debido a la inflación que entre enero y octubre sumó 9.7% según el índice oficial, puesto en duda por economistas y consultoras privadas cuyas estimaciones lo duplican.
El líder de la CGT y titular del poderoso gremio de camioneros, Hugo Moyano, fue una ausencia notoria en los palcos del Congreso Nacional, durante el acto de reasunción.
Tampoco hubo como en otras ocasiones participación de los sindicatos en los festejos populares en la histórica Plaza de Mayo, como cierre de los actos oficiales.
“No es ninguna novedad que el Gobierno y la CGT están atravesando una situación difícil”, admitió Juan Carlos Schmid, titular del gremio de Dragado y hombre cercano al líder de la central obrera.
La CGT fue una aliada central del kirchnerismo en una relación de intereses mutuos alentada por el ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), esposo de la actual mandataria, fallecido en octubre de 2010.
“La alianza sindical y política del titular de la CGT con el ex presidente fue un factor determinante en la coalición oficialista hasta la muerte de Kirchner”, recordó Rosendo Fraga, titular de la consultora Nueva Mayoría, en una columna con su firma en el periódico La Nación.
Pero Cristina “asumió una posición diferente y el titular de la CGT pasó a ser un adversario del Gobierno, que según la evolución de las circunstancias puede transformarse en un enemigo”.
La cifra
Crecimiento económico
0.9% en 2011, a diferencia de 9.2% de 2010, así como el promedio de 8% que hubo entre 2003 y 2008.
Análisis
Le gusta bailar sola
Por José Vales (Corresponsal de El Universal en Buenos Aires)
“Ella baila sola”. No es un dúo, como aquel que brillara en el pop español en los años 90. En todo caso, se refiere a una solista que, si bien ya tiene años de actuación, arranca oficialmente un segundo periodo, en una pista política en la que, como nadie de la oposición se atreve a bailar, ella lo hace sola.
Con nuevos bríos y desafíos. Obstáculos más complejos, en una época económica problemática ante la que la presidenta argentina Cristina Fernández viuda de Kirchner, de 57 años, parece haber decidido ya los métodos para enfrentarla: escudada en los hombres más fieles, los colaboradores más antiguos y los que mejor la conocen. O sea, escudada en la familia kirchnerista.
Bailó sola sobre el escenario montado para los festejos en la noche del 23 de octubre, cuando obtuvo el rutilante 54% que la convirtió en la primera mujer en ser reelecta en la historia argentina. No demostró una gran habilidad para el baile, pero se animó. Como también se animó ya a conjugar el verbo ajustar, con una serie de medidas que adelantan cómo será su segundo mandato propio, y el tercero si se considera que el poder fue un bien común hasta la muerte de su esposo, Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010.
Para su gabinete realizó pocos cambios, pero significativos, reafirmando que está dispuesta a atravesar una eventual época de vacas flacas con aquellos que como el súper ministro, Julio de Vido, mejor saben interpretar sus silencios y sus decisiones y con uno de los funcionarios más brillantes con que cuenta en el equipo, Juan Manuel Abal Medina, el nuevo jefe de Gabinete, un excelente conocedor de México.
El final de la vida subsidiada (gas, electricidad, agua, teléfono, casinos y otros), anunciado con la victoria aún caliente, al igual que el estricto control de cambios, que inauguró un mercado paralelo, hablan de lo que serán los próximos meses, pero también de los problemas que el país venía arrastrando y el Gobierno trataba de ocultar. Con las tarifas sin subsidios a 75% de la población y los aumentos de tarifas, el Gobierno espera ahorrar más de tres mil millones de dólares, pero sigue negándose a enfrentar al monstruo de la inflación.
“Hay una suerte de sinceramiento de la economía. Todos saludamos el final de los subsidios, pero el peso de esta medida recaerá sobre la clase media y buena parte de los asalariados, que encima sufren la pérdida de sus haberes a través de la inflación”, explica el economista Ricardo Delgado. “Estamos en un proceso de reordenamiento y convergencia de los precios relativos más importantes de la economía”.
En este baile, la presidenta ya comenzó a mostrar sus movimientos de cintura. Inmediatamente después de las elecciones, confirmó lo que insinuó en la campaña: colocó en la acera de enfrente a los sindicatos, en los que el kirchnerismo se apoyó los últimos ocho años, y atrajo al redil a los empresarios, esperanzados con las señales del control de la inflación “a través de un dólar competitivo”.
La presidenta hizo las paces con el sector agropecuario, después de “la guerra” de 2008. Pero también advirtió que no cederá en el pedido de combatir el alza del costo de vida mediante aumentos de salarios.
“El propio Gobierno se prepara para un año (2012) de mayor conflictividad social y menor crecimiento”, sostiene el economista Aldo Abram.
En su enfrentamiento con los sindicatos, la jefa de Estado ya ordenó a sus colaboradores estudiar una medida que podría quitarles poder: reformular aspectos de la ley de obras sociales, que representa la verdadera fuerza sindical, algo que ya había intentado infructuosamente el entonces presidente Raúl Alfonsín en 1984.
Hoy, Cristina goza de la mayoría en ambas cámaras; la oposición quedó prácticamente sometida a cuarteles de invierno y ella domina la escena hacia adentro y hacia fuera del Gobierno, en una época de sinceramiento entre el discurso y la acción, y en la que se hace necesario enfrentar los efectos de la crisis global y los desajustes fiscales que caracterizaron su gestión hasta aquí. Todo, en una misma pista de baile, en la que ella, con más poder, parece haber decidido que la danza de la distribución y la equidad quedaron atrás y es hora de bailar al compás del ajuste. Eso sí, bailando sola.