Internacional
Julio Cobos, ese oscuro y popular personaje de la política argentina
Julio Cobos, parece marcar el ritmo de un Gobierno que no logra superar sus bajos índices de credibilidad y cuyo futuro a partir de 2011
BUENOS AIRES, ARGENTINA.- La pésima relación entre los Kirchner y el vicepresidente proveniente de la Unión Cívica Radical (UCR), Julio Cobos, parece marcar el ritmo de un Gobierno que no logra superar sus bajos índices de credibilidad y cuyo futuro a partir de 2011, cuando llegue el cambio presidencial en Argentina, es incierto.
El segundo en la línea sucesoria se transformó, por obra y gracia de haber volcado la balanza a favor de los productores agropecuarios —poniendo fin así al largo conflicto que paralizó al país el año pasado—, en el blanco preferido de la pareja presidencial que busca, denodadamente, forzar su renuncia.
Desde aquella noche del 17 de julio de 2008, cuando el Senado trataba la ley para aumentar las retenciones fiscales a las exportaciones de granos que motivó la extensa huelga de productores y Cobos desempató la votación, este ingeniero de 53 años no sólo se convirtió en el “enemigo a derrotar” en la Casa Rosada, sino en el político mejor posicionado, electoralmente hablando.
Sin diálogo con la presidenta ni con el gabinete, Cobos se dedicó desde entonces a hacer política, a ventilar un proyecto presidencial con buena parte de la estructura de su UCR, de donde fue expulsado en 2007, tras aceptar la candidatura que le ofrecieron los Kirchner.
Además, Cobos logró enterrar su perfil de gris gobernador de Mendoza, una provincia del Oeste argentino, limítrofe con Chile, y silencioso acompañante de la “troupe kirchnerista” y se convirtió, a los ojos de la sociedad, en una suerte de “hombre de Estado”.
Cercanía con Duhalde
Las elecciones legislativas del pasado 28 de mayo lo colocaron en el bando de los ganadores y fue entonces cuando sinceró su proyecto presidencial.
Comenzó a mantener frecuentes diálogos políticos con el ex presidente interino (2002-2003) Eduardo Duhalde, quien ya dijo a sus íntimos que “tal como se mueven los Kirchner, el próximo presidente no será peronista”.
Y, hoy, el mejor “no peronista” perfilado para la sucesión de los Kirchner es Cobos. El mismo a quien, en días pasados, el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, le pidió abiertamente la renuncia cuando el vicepresidente reunió a los referentes de la oposición para manifestar su rechazo al controvertido proyecto de ley de radiodifusión. “Debería tener la hidalguía de irse del cargo”, disparó el ministro Fernández.
La imagen positiva de Cobos se ubica hoy en 72%, más del doble que la de la presidenta Cristina de Kirchner.
“Esto lo saben los Kirchner y por eso lo atacan. Lo que habría que preguntarse es cuál de los dos Cobos es el verdadero: ¿El que se opone a los Kirchner desde la vicepresidencia o el que llegó al poder con ellos? ¿El que traicionó a su partido primero para llegar a la vicepresidencia o el que ahora traiciona a la presidenta?”, cuestionó hace poco el diputado electo Fernando Solanas, mientras que para la otra presidenciable, Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, “la esencia de Cobos es la traición”.
El segundo en la línea sucesoria se transformó, por obra y gracia de haber volcado la balanza a favor de los productores agropecuarios —poniendo fin así al largo conflicto que paralizó al país el año pasado—, en el blanco preferido de la pareja presidencial que busca, denodadamente, forzar su renuncia.
Desde aquella noche del 17 de julio de 2008, cuando el Senado trataba la ley para aumentar las retenciones fiscales a las exportaciones de granos que motivó la extensa huelga de productores y Cobos desempató la votación, este ingeniero de 53 años no sólo se convirtió en el “enemigo a derrotar” en la Casa Rosada, sino en el político mejor posicionado, electoralmente hablando.
Sin diálogo con la presidenta ni con el gabinete, Cobos se dedicó desde entonces a hacer política, a ventilar un proyecto presidencial con buena parte de la estructura de su UCR, de donde fue expulsado en 2007, tras aceptar la candidatura que le ofrecieron los Kirchner.
Además, Cobos logró enterrar su perfil de gris gobernador de Mendoza, una provincia del Oeste argentino, limítrofe con Chile, y silencioso acompañante de la “troupe kirchnerista” y se convirtió, a los ojos de la sociedad, en una suerte de “hombre de Estado”.
Cercanía con Duhalde
Las elecciones legislativas del pasado 28 de mayo lo colocaron en el bando de los ganadores y fue entonces cuando sinceró su proyecto presidencial.
Comenzó a mantener frecuentes diálogos políticos con el ex presidente interino (2002-2003) Eduardo Duhalde, quien ya dijo a sus íntimos que “tal como se mueven los Kirchner, el próximo presidente no será peronista”.
Y, hoy, el mejor “no peronista” perfilado para la sucesión de los Kirchner es Cobos. El mismo a quien, en días pasados, el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, le pidió abiertamente la renuncia cuando el vicepresidente reunió a los referentes de la oposición para manifestar su rechazo al controvertido proyecto de ley de radiodifusión. “Debería tener la hidalguía de irse del cargo”, disparó el ministro Fernández.
La imagen positiva de Cobos se ubica hoy en 72%, más del doble que la de la presidenta Cristina de Kirchner.
“Esto lo saben los Kirchner y por eso lo atacan. Lo que habría que preguntarse es cuál de los dos Cobos es el verdadero: ¿El que se opone a los Kirchner desde la vicepresidencia o el que llegó al poder con ellos? ¿El que traicionó a su partido primero para llegar a la vicepresidencia o el que ahora traiciona a la presidenta?”, cuestionó hace poco el diputado electo Fernando Solanas, mientras que para la otra presidenciable, Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, “la esencia de Cobos es la traición”.