Internacional

La Habana libera al disidente Ariel Sigler

Resultó con una apoplejía y otros males en prisión luego de ser aprehendido en la primavera de 2003

LA HABANA, CUBA (13/JUN/2010).- El prisionero Ariel Sigler Amaya, afectado por apoplejía y con graves problemas de salud, fue excarcelado ayer, y se convirtió en el primer preso de conciencia liberado por el Gobierno cubano.

La reubicación y liberación de prisioneros políticos se realiza gracias a la mediación de la Iglesia Católica, principalmente por la gestión realizada por el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, ante el Gobierno de Raúl Castro.

Sigler Amaya, de 44 años, fue liberado por la mañana, mientras seis de sus compañeros —todos detenidos en 2003— fueron enviados a cárceles cercanas a sus lugares de origen y de donde residen sus familias, informaron representantes de organismos humanitarios y de la Iglesia Católica.

El vocero de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CDHRN), Elizardo Sánchez, indicó que con el traslado de estos seis reos suman 12 los presos políticos reubicados en otros reclusorios.

Los seis prisioneros trasladados a cárceles cercanas a sus lugares de origen son: Héctor Fernando Maceda Gutiérrez, quien pasará de la cárcel de la provincia de Matanzas a una en Ciudad de La Habana.

También fue reubicado Juan Adolfo Fernández Sáinz, de Ciego de Ávila a Ciudad de La Habana; Omar Moisés Ruiz Hernández, de Sancti Spíritus a Villa Clara; Efrén Fernández Fernández, de la provincia de La Habana a Ciudad de La Habana.

Así como Jesús Mustafá Felipe, de Guantánamo a Santiago de Cuba, y Juan Carlos Herrera Acosta, de Holguín a Guantánamo.

Fuentes oficiales confirmaron que al menos otros 10 reos enfermos del llamado Grupo de los 75, todos presos en 2003 por “colaborar con Estados Unidos”, obtendrán en las próximas semanas “licencia extrapenal”, que en la práctica es una liberación de facto.

La jerarquía católica cubana ha mantenido durante meses conversaciones con el gobierno de La Habana para pedir atención médica a los presos de conciencia enfermos, el traslado de algunos a sus provincias y la liberación de otros.

Según analistas políticos, la Iglesia Católica ha pasado de una presencia marginal a un protagonismo nunca visto en los últimos 50 años en Cuba.
 
El cardenal Ortega, el jerarca católico con el mayor rango en la isla, se ha convertido en el principal enlace entre el Gobierno del general Raúl Castro y la oposición.

PERFIL


Siete años en la cárcel

Ariel Sigler Amaya


Nacido el 11 de febrero de 1962, Sigler Anaya fue detenido por segunda vez por las autoridades castristas en abril de 2003 y condenado a 20 años de prisión, por “atentar contra la seguridad del Estado y estar al servicio de una potencia extranjera”, recuerda su hermano Miguel, quien también estuvo preso.

En ese entonces era presidente del Movimiento Independiente Opción Alternativa y fue aprehendido junto con 74 cubanos más, entre ellos Orlando Zapata Tamayo, quien falleció el 23 de febrero de este año luego de una huelga de hambre de 86 días, como exigencia al respeto de sus derechos humanos.

Antes, Ariel Sigler había sido preso de conciencia de diciembre de 1999 a agosto de 2000.

El 20 de julio de 2009, en Santa Clara, su esposa Noelia Pedraza Jiménez informó desde el hospital cienfueguero “Gustavo Aldereguía Lima”, el maltrato sufrido por Ariel, quien aquejado por varios males no recibía atención médica adecuada, por presiones de la Policía estatal.

La lista de enfermedades de Sigler Amaya era una letanía: bacteria klebsiella neumonial, bacteria klebsiella oxytoca (desapareció en fecha reciente), hemorroides, enfisema pulmonar, pólipos en la vesícula, faringitis crónica, cálculos en los riñones, osteoporosis, paraplejia funcional, artritis, gastritis crónica, distrofia, hipotensión, y mala absorción de las vitaminas.

Después de esa queja, y por presiones de disidentes cubanos, el 14 de agosto de 2009 ingresó en el hospital “Julito Díaz”, en Ciudad de La Habana.

El hombre que practicaba culturismo estaba pesando 53 kilogramos.

El primero de junio de este año, decidió rechazar la asistencia médica, por considerar que había sido engañado por las autoridades castristas, que habían anunciado la liberación de los presos de conciencia en estado de gravedad.

Alertó, además, que iniciaría una huelga de hambre si no obtenía una pronta respuesta.

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