Internacional
Peronistas enfrentan a Cristina Fernández
Por primera ocasión en nueve años, los gremios más combativos de la principal central sindical protestan por distintas demandas laborales
BUENOS AIRES, ARGENTINA (28/JUN/2012).- Choque de trenes. Decenas de miles de activistas convocados por el líder camionero Hugo Moyano, protestaron ayer en Argentina durante el primer mitin, en la histórica Plaza de Mayo, de un sector de la central obrera peronista CGT, lo que constituye un enfrentamiento abierto con la presidenta Cristina Fernández.
“Esta protesta es un llamado para convencer al Gobierno que abandone la soberbia. No nos gusta la forma de imposición que tiene como si fuera una dictadura”, dijo Moyano en un palco a espaldas de la Casa Rosada, sede del Ejecutivo argentino.
El jefe de la Central General del Trabajo (CGT) y del poderoso Sindicato de Camioneros, pasó a la oposición y desafió a Fernández con el argumento de reclamar la eliminación del impuesto a las ganancias a los salarios y la restitución de subsidios familiares a los trabajadores.
Una de las principales demandas es que el Ejecutivo aumente el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias que se aplica a los salarios, un viejo reclamo de Moyano para que mejore el poder adquisitivo de los trabajadores ante una inflación anual (no oficial) de 25 por ciento.
En la actualidad los trabajadores que pagan ganancias son los solteros con sueldos a partir de los cinco mil 782 pesos (mil 280 dólares) y los casados que superan los ocho mil pesos (mil 766 dólares) al mes.
Moyano sostiene que el mínimo no imponible para el impuesto a las ganancias debería fijarse entre los 14 mil y los 18 mil pesos (entre tres mil 100 y tres mil 400 dólares). Algunos sectores de la oposición, en tanto, reclaman una reforma tributaria que exima del pago del impuesto a las ganancias a los trabajadores y lo aplique a sectores hasta ahora exentos como la minería, el juego y servicios del sector financiero.
El paro no se sintió con demasiada fuerza en Buenos Aires y otras ciudades importantes como Rosario, Córdoba y Santa Fe, debido a que el transporte urbano funcionaba casi con normalidad. Los taxistas y conductores de autobuses, trenes subterráneos y ferrocarriles no respondieron a la convocatoria de Moyano.
El momento de la huelga y movilización no es el mejor para Fernández a raíz del freno a una economía dinámica que crecía desde 2003 a un promedio de 8% anual.
La fortaleza de la economía, médula espinal de la popularidad del kirchnerismo, está en vías de quebrarse por impacto de la crisis mundial, donde Europa no se estabiliza y Brasil tampoco arranca, según la consultora privada Bein y Asociados.
La inflación real, para colmo, ronda 25% o 30% anual según estudios privados, pese a que las desprestigiadas cifras oficiales la ubican en menos de 10 por ciento.
Claves
La raíz de la disputa
1 Hugo Moyano era un aliado táctico de los gobiernos del fallecido presidente Néstor Kirchner (2003-2007) y de su esposa y sucesora Cristina (2007-2011, reelegida hasta 2015).
2 El líder de la Central General del Trabajo (CGT) jamás les había organizado una protesta, pero cambió de bando ante la amenaza de ser relegado del liderazgo sindical.
3 La mandataria está embarcada en echar a Moyano del mando de la CGT y encumbrar al líder del poderoso sindicato metalúrgico, Antonio Caló.
4 La CGT cuenta con ocho millones de afiliados, con un sector hegemonizado por Moyano y otro por los antimoyanistas de Caló.
5 Mientras Fernández pretende concentrar todo el poder, Moyano aspira a mantener el suyo dentro del movimiento sindical para posicionarse mejor frente a posibles candidatos presidenciales del peronismo en las elecciones de 2015.
Perfil
Un camionero cargado de ambiciones
Hugo Antonio Moyano
Moyano es un líder humilde pero ambicioso. Un hombre que luchó toda su vida por desposeerse del mote de “don nadie”; un rezagado que escaló sin medida pero con una estrategia sindical que hoy marca su estilo: lidera la Confederación General del Trabajo (CGT), pero sigue pensando como un delegado de base. Así lo describe su fiel amigo y principal asesor, el diputado Héctor Recalde.
Emprendió su primera lucha sindical con tan sólo 17 años. Unos 20 años más tarde, en 1983, llegó a Buenos Aires. La pugna por el sindicato camionero en 1989 le costó un proceso por tenencia de cocaína y dos días en la cárcel. Para sobrevivir políticamente, debió pactar con su verdugo: el empresario Alfredo Yabrán.
Tiene siete hijos, atravesó dos divorcios y conoció el verdadero amor en la década de 1990, cuando Liliana Zulet, una empresaria condenada a dos años de prisión por defraudación, le quitó el aliento en una mediación extrajudicial.
El avance del transporte automotor y la logística, la conquista de afiliados de otros gremios y la alianza con Néstor Kirchner convirtieron a un sindicato menor de apenas 20 mil adeptos a un imperio que asegura tener 140 mil afiliados, y ramificaciones de poder a través de los gremios aliados.
“Esta protesta es un llamado para convencer al Gobierno que abandone la soberbia. No nos gusta la forma de imposición que tiene como si fuera una dictadura”, dijo Moyano en un palco a espaldas de la Casa Rosada, sede del Ejecutivo argentino.
El jefe de la Central General del Trabajo (CGT) y del poderoso Sindicato de Camioneros, pasó a la oposición y desafió a Fernández con el argumento de reclamar la eliminación del impuesto a las ganancias a los salarios y la restitución de subsidios familiares a los trabajadores.
Una de las principales demandas es que el Ejecutivo aumente el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias que se aplica a los salarios, un viejo reclamo de Moyano para que mejore el poder adquisitivo de los trabajadores ante una inflación anual (no oficial) de 25 por ciento.
En la actualidad los trabajadores que pagan ganancias son los solteros con sueldos a partir de los cinco mil 782 pesos (mil 280 dólares) y los casados que superan los ocho mil pesos (mil 766 dólares) al mes.
Moyano sostiene que el mínimo no imponible para el impuesto a las ganancias debería fijarse entre los 14 mil y los 18 mil pesos (entre tres mil 100 y tres mil 400 dólares). Algunos sectores de la oposición, en tanto, reclaman una reforma tributaria que exima del pago del impuesto a las ganancias a los trabajadores y lo aplique a sectores hasta ahora exentos como la minería, el juego y servicios del sector financiero.
El paro no se sintió con demasiada fuerza en Buenos Aires y otras ciudades importantes como Rosario, Córdoba y Santa Fe, debido a que el transporte urbano funcionaba casi con normalidad. Los taxistas y conductores de autobuses, trenes subterráneos y ferrocarriles no respondieron a la convocatoria de Moyano.
El momento de la huelga y movilización no es el mejor para Fernández a raíz del freno a una economía dinámica que crecía desde 2003 a un promedio de 8% anual.
La fortaleza de la economía, médula espinal de la popularidad del kirchnerismo, está en vías de quebrarse por impacto de la crisis mundial, donde Europa no se estabiliza y Brasil tampoco arranca, según la consultora privada Bein y Asociados.
La inflación real, para colmo, ronda 25% o 30% anual según estudios privados, pese a que las desprestigiadas cifras oficiales la ubican en menos de 10 por ciento.
Claves
La raíz de la disputa
1 Hugo Moyano era un aliado táctico de los gobiernos del fallecido presidente Néstor Kirchner (2003-2007) y de su esposa y sucesora Cristina (2007-2011, reelegida hasta 2015).
2 El líder de la Central General del Trabajo (CGT) jamás les había organizado una protesta, pero cambió de bando ante la amenaza de ser relegado del liderazgo sindical.
3 La mandataria está embarcada en echar a Moyano del mando de la CGT y encumbrar al líder del poderoso sindicato metalúrgico, Antonio Caló.
4 La CGT cuenta con ocho millones de afiliados, con un sector hegemonizado por Moyano y otro por los antimoyanistas de Caló.
5 Mientras Fernández pretende concentrar todo el poder, Moyano aspira a mantener el suyo dentro del movimiento sindical para posicionarse mejor frente a posibles candidatos presidenciales del peronismo en las elecciones de 2015.
Perfil
Un camionero cargado de ambiciones
Hugo Antonio Moyano
Moyano es un líder humilde pero ambicioso. Un hombre que luchó toda su vida por desposeerse del mote de “don nadie”; un rezagado que escaló sin medida pero con una estrategia sindical que hoy marca su estilo: lidera la Confederación General del Trabajo (CGT), pero sigue pensando como un delegado de base. Así lo describe su fiel amigo y principal asesor, el diputado Héctor Recalde.
Emprendió su primera lucha sindical con tan sólo 17 años. Unos 20 años más tarde, en 1983, llegó a Buenos Aires. La pugna por el sindicato camionero en 1989 le costó un proceso por tenencia de cocaína y dos días en la cárcel. Para sobrevivir políticamente, debió pactar con su verdugo: el empresario Alfredo Yabrán.
Tiene siete hijos, atravesó dos divorcios y conoció el verdadero amor en la década de 1990, cuando Liliana Zulet, una empresaria condenada a dos años de prisión por defraudación, le quitó el aliento en una mediación extrajudicial.
El avance del transporte automotor y la logística, la conquista de afiliados de otros gremios y la alianza con Néstor Kirchner convirtieron a un sindicato menor de apenas 20 mil adeptos a un imperio que asegura tener 140 mil afiliados, y ramificaciones de poder a través de los gremios aliados.