Jalisco

Allá en la fuente

¡Qué aburrido todo esto!

– ¡Qué aburrido todo esto!
Así nomás, como si yo supiera de qué hablaba, la soltó mi compadre.
Estábamos en el Mercado de San Juan de Dios, buscando un molcajete porque a la señora de mi compa no le gusta hacer la salsa en licuadora.
Tengo que aclarar que mi compadre no es corto de lengua. Más bien al revés. Ya estoy acostumbrado y al punto entendí que quería iniciar la charla... “que la suelte”, pensé. “Capaz que si no, le sale un grano en la lengua”.

– ¿Aburrido qué, compadre?
– Esto de la cumbre.
– ¡Ah, eso! – dije yo sin mucho interés – ¿pues qué esperaba?
– ¡¿Cómo qué compadre?! Cuando menos ver a Obama. Si todos los días está en la tele, ahora que nos visita, de menos hubiera salido a la Plaza Tapatía para verlo persona.

– Bueno, sí es cierto – concedí, ya animado cuando vi que el asunto no era de política internacional. Y como pasaron unos segundos y no decía más, yo añadí: ¿Y cómo ve que no vino “La bestia” compadre?
– ¡Menos mal compadre, mejor que se espere en la casa!
– ¡¿Qué pasó?! Yo digo el carro de Obama, que lo iban a traer y a últimas cuentas tampoco.

– Nombre compadre... ni pan ni circo, ni nada de nada – se soltó el hombre –, ¡qué les costaba! Qué les costaba, digo yo, si no van a anunciar acuerdos políticos y nomás no van a hacer nada que nos dé el pan, qué les costaba darnos por lo menos el circo. Si no se trajeron “La bestia” (el carro) y no nos dejaron a ver a Obama, bien se podían haber traído el carro de Batman, el del Avispón Verde o el de Michael Night. Ya de perdida, en lugar de pasear a Obama pudieron haber paseado a Zamorita.

– Pues sí compadre – le dije –, nada les costaba. Pero ni eso. Ándele, vamos buscando el molcajete. Mire... ya se están yendo los policías. Señal de que ya se fue Obama.

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