Jalisco

Los Silos, una pequeña ciudad fantasma

Callejones desolados, calles mudas y perros deambulando, es el ambiente que se vive en el complejo habitacional

TLAJOMULCO DE ZÚÑIGA, JALISCO (11/SEP/2012).- Calles mudas, casas breves y uniformes, perros deambulando entre callejones desolados, matorrales de una altura tal que el acceso a los domicilios se vuelve una labor complicada, y un imperante color blanco en vialidades, bardas y residencias. Así es el fraccionamiento Los Silos, que se halla en los límites de Tlajomulco de Zúñiga y El Salto.

El acceso al complejo es relativamente sencillo: basta retornar en la Arena VFG y seguir la pista de un edificio abandonado de tres pisos, cuya razón de ser es conocida sólo por quienes decidieron verlo en pie. Junto a él, una torre de electricidad que se muestra imponente, ahuyentando a los peatones que buscan evadirla luego de escucharla zumbar.

Continúa la marcha al ingreso y los vidrios rotos de decenas de casas abandonadas en el lado derecho son parte del panorama. No hay falla a la regla: los vidrios de una sí y otra también yacen en el suelo. Sus patios traseros carecen de puerta, calentador o cualquier objeto que pudiera venderse a precios módicos y sin necesidad de comprobar procedencia.

El recorrido resulta un tanto accidentado; las vialidades de ingreso a Silos se muestran deterioradas, aunque transitables. El ingreso es lineal: una modesta tienda de conveniencia marca la mitad del camino y la secundaria del lugar, así como las primeras viviendas habitadas, comienzan a observarse.

“Yo conozco a doña Mary; vive en una casa azul. Creo que ella es presidenta de no sé qué”, refiere una joven dama que recién llevó a sus hijos a la escuela. Se le preguntó por el representante de colonos, y las pocas señas resultaron suficientes. Hablar de un color distinto al blanco en la pequeña ciudad fantasma es pieza clave para la ubicación.

El auto sigue su marcha por senderos que, en la zona “habitada”, se construyeron a partir de concreto; senderos cuya claridad por poco uso permiten observar y eludir a tiempo ciertos cables que van de una alcantarilla a otra. Es la forma en que se obtiene electricidad ahí.

Sobre el agua es complicado hablar. Y es que a veces hay, y otras muchas, no. El líquido de lluvia es el que durante este temporal ha alimentado a la vegetación de la zona, y hoy, el que alguna vez fue césped, hoy es matorral espeso que sirve como guarida para cientos de insectos saltamontes.

“Doña Mary” no está. La casa azul que destaca entre el resto es resguardada, como muchas otras, por perros celosos de la seguridad de sus amos. Sus dientes afilados invitan a no continuar tocando; a esperar en el auto a que la dama salga de su hogar y les tranquilice. Pero eso no sucede, y el recorrido debe continuar.

Extrañamente, las calles de Silos tienen un final abrupto. Un cierre de camino que obliga a regresar por los mismos pasos, mientras los pandilleros que se reúnen en “Las Gradas” observan amenazantes, aunque sin lanzar palabra alguna al intruso que viaja en vehículo con logos. Es una de las agrupaciones que la Policía de Tlajomulco considera como “poco violenta”, pero que a los vecinos les resulta incómodo calificar así.

Fin del camino. Quienes buscan acercarse a este medio solicitan hacerlo “en otro lado”, pues ventilar lo que sucede desde la manzana 40 a la 50 por las noches, requiere clandestinidad. El exhorto que se hace es unánime: retirarse antes que anochezca.

Consejo aceptado: la luz del sol se agota y la salida es obligada, aunque esta vez en compañía de dos motociclistas que, sin decir palabra alguna, “escoltan” al visitante por el lado izquierdo, para sin palabras advertir de sanciones ante un nuevo ingreso a Silos con lente o grabadora en mano.

EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA

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