Jalisco

''Se me vino el mundo encima''

Guadalupe Preciado, fue detenida el miércoles de la semana pasada por delitos contra la biodiversidad

ZAPOPAN, JALISCO (05/MAY/2012).- La migraña dejó de carcomerle la nuca y la frente. Recién llegó de Puente Grande, donde ultimaba los detalles de su libertad bajo fianza, y ya la esperaba Mary Dorado, trabajadora social del DIF Jalisco.

Es Guadalupe Preciado, detenida el miércoles de la semana pasada por delitos contra la biodiversidad, como dice pomposamente su expediente, o quemar el Bosque La Primavera, como dicen en su colonia.

No ha tenido descanso desde que salió del reclusorio la tarde del jueves. Entre la migraña, las incómodas visitas y el trámite de su libertad que tuvo que completar la mañana de ayer. La  trabajadora social descubrió que ninguna de sus seis hijas está registrada, por lo que la intención de mandarlas a la escuela tendrá que esperar.

Pero el alma ya volvió a su lugar. Lupita dice que se le había escapado cuando le dijeron que 38 mil pesos le iba a costar salir bajo fianza, luego de quemar, por accidente, una hectárea de pastizal a un costado de La Primavera. Ella intentaba ganar 20 pesos de la venta del cobre que obtendría al quemar un puñado de cables. “Se me escapó la lumbre y ya no la pude apagar. Fue un accidente, pero yo me quedé ahí, no salí corriendo ni me escapé. No me asusté cuando me detuvieron, pero se me vino el mundo encima cuando me dijeron cuánto iba a costar la fianza, si a veces no tengo dinero ni para comer”, dice de manera atropellada.

Sus hijas van y vienen por turnos. Todas comparten la mirada huidiza y un carácter huraño. Quizá porque ya escucharon lo que vuelve a relatar su madre. “Sentí mucho miedo de quedarme ahí, ¿y mis niñas qué? Eso era lo que me preocupaba”.

Juan Ramón Castillo, con quien vive en unión libre y no la pudo ver durante la semana que duró recluida, porque no tiene identificación oficial, apunta: “Aquí todo mundo la conoce como gente de bien, jamás habíamos tenido problemas”.

En la colonia es fácil encontrar su domicilio, paradójicamente en una zona donde el pavimento es cosa de otros y el alumbrado público algo que se ve muy bonito en la lejanía, desde lo alto del barranco donde viven.

“La señora que quemó La Primavera”, es la referencia de los vecinos de la colonia contigua. Y desde ahí saben perfectamente la ubicación, aunque ni siquiera conozcan el nombre de Lupita.

Y Preciado Vázquez tampoco se salva de la ignorancia. Ella que ni siquiera sabe quién la liberó. “A mí nomás me dijeron que estaba libre, alguien me dijo quién lo había pagado (la fianza), pero me dolía mucho la cabeza y ya ni me acuerdo. Es más, agradezco mucho a la gente que me ayudó”.

— ¿Cómo le fue dentro del penal?

— Bien, es feo estar ahí, pero nadie me hizo nada malo, al contrario, me hicieron ver que era una injusticia lo que pasaba conmigo, porque no tuve nunca la intención de quemar nada. Yo sólo quería quemar ese cobre para darle de comer a mis niñas, es más, ya tenía qué comer, pero me faltaban las tortillas.

Por lo pronto, Lupita aprendió algo de esta semana negra. “Estoy arrepentida de lo que pasó, yo no quería quemar ningún árbol, pero créame, no vuelvo a quemar cables, mejor me quedo sin comer”.

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