México
Comprometidas a asistir, Gordillo y Vázquez Mota
Ellas, frente a frente. Ellas y sus ropajes, marfil y blanco, de buenos diseñadores. Ellas, y el abrazo que se dieron, porque tenían que hacerlo. Un palaciego abrazo.
Ellas, frente a frente. Ellas y sus ropajes, marfil y blanco, de buenos diseñadores. Ellas, y el abrazo que se dieron, porque tenían que hacerlo. Un palaciego abrazo.
Poco antes, Elba Esther Gordillo había terminado su mensaje. Caminó de regreso a su lugar, la recibió el Presidente Felipe Calderón. Le dio un beso en la mejilla, estrecharon sus manos, permanecieron unos segundos en charla en corto. Luego, el Mandatario dio la media vuelta, y Josefina Vázquez Mota dio un paso para felicitar a la dirigente del magisterio. Ésta no se movió, la secretaria de Educación Pública tuvo que ir a su encuentro, para ése necesario, fugaz, seco abrazo.
Una escena que quizá hubiese necesitado como música de fondo la canción de Joaquín Sabina: “...hay mujeres que empiezan la guerra firmando la paz”. Pero lo que se escuchó en el Patio Central antes y después del evento, fue un sabroso bolerito cubano, en piano, una de esas piezas que gustan al hoy Presidente de la República.
Ellas. Cada quien con su discurso, cada cual con sus detalles.
La organización del acto fue responsabilidad de la Secretaría de Organización Pública. Y quien podía decidir, determinó que en el presidium la presidenta del SNTE quedara alejada tres lugares del Jefe del Ejecutivo. Y que el secretario de Salud se fuera hasta la segunda fila.
Por su parte, Elba Esther Gordillo, conocedora del manejo de las formas —que son fondo—, saludó para iniciar su intervención, por sus nombres, a los secretarios de Gobernación y de Desarrollo Social. Hizo una pausa y pidió al presidente Calderón le permitiera manifestar un agradecimiento especial a...Agustín Carstens, secretario de Hacienda. No mencionó entonces a Josefina Vázquez Mota.
Poco antes, Elba Esther Gordillo había terminado su mensaje. Caminó de regreso a su lugar, la recibió el Presidente Felipe Calderón. Le dio un beso en la mejilla, estrecharon sus manos, permanecieron unos segundos en charla en corto. Luego, el Mandatario dio la media vuelta, y Josefina Vázquez Mota dio un paso para felicitar a la dirigente del magisterio. Ésta no se movió, la secretaria de Educación Pública tuvo que ir a su encuentro, para ése necesario, fugaz, seco abrazo.
Una escena que quizá hubiese necesitado como música de fondo la canción de Joaquín Sabina: “...hay mujeres que empiezan la guerra firmando la paz”. Pero lo que se escuchó en el Patio Central antes y después del evento, fue un sabroso bolerito cubano, en piano, una de esas piezas que gustan al hoy Presidente de la República.
Ellas. Cada quien con su discurso, cada cual con sus detalles.
La organización del acto fue responsabilidad de la Secretaría de Organización Pública. Y quien podía decidir, determinó que en el presidium la presidenta del SNTE quedara alejada tres lugares del Jefe del Ejecutivo. Y que el secretario de Salud se fuera hasta la segunda fila.
Por su parte, Elba Esther Gordillo, conocedora del manejo de las formas —que son fondo—, saludó para iniciar su intervención, por sus nombres, a los secretarios de Gobernación y de Desarrollo Social. Hizo una pausa y pidió al presidente Calderón le permitiera manifestar un agradecimiento especial a...Agustín Carstens, secretario de Hacienda. No mencionó entonces a Josefina Vázquez Mota.