México

‘‘La pesca’’

Hay torneos muy prestigiados, entre ellos es muy reconocido el Torneo de pesca de pez vela de Manzanillo

No cabe duda, los pescadores deportivos son los que más dejan dinero en su juego que puede hacer que logren un bello ejemplar o una nueva mentira, porque hay que decirlo los pescadores tienen fama de mentirosos o cuando menos de exagerados.

Hay torneos muy prestigiados, entre ellos es muy reconocido el Torneo de pesca de pez vela de Manzanillo, pero hay muchos otros.

Hace tiempo muchos amigos se preparaban para ir a ese torneo, que soñaban con ganar, en la reunión sólo no íbamos a ir uno que sí era pescador al que digamos le decían “ el perro” y otros dos que no lo éramos: Matías y yo. Se entusiasmó “el perro” y a falta de algo mejorcito nos invitó, sabiendo que lo más que podíamos aportar era el entusiasmo.

El principal problema era conseguir una embarcación, nuestro amigo recordó que hacía unos años su padre había vendido una, que aunque vieja era muy marinera, y que nunca se la habían pagado, cuestión que el comprador reconoció y con una sonrisa inolvidable, liberadora nos la entregó, la lancha había estado todo el tiempo debajo de un frondoso árbol de mango.

Después de reparar el remolque se hicieron los arreglos para que un chofer la llevara a la Marina de las Hadas, de donde zarparían las naves.

El día que llegamos, obviamente nos encontramos a muchos amigos que se preparaban y entre ellos estaba un estimado amigo que vivía en Manzanillo quien estaba muy divertido contándonos que un imbécil había metido al agua una lancha vieja ( la nuestra) sin ponerle el tapón, por lo que el agua comenzó a meterse y hacer flotar toda la basura que la embarcación había admitido durante sus años bajo el mango, hojas, huesos y animales muertos. Pudieron salvarla y dejarla atada a un muelle.

Tratamos de conseguir un lanchero, había varios que se ofrecían, contratamos a un prieto retinto que se veía muy marinero.

En la madrugada del día siguiente nos embarcamos, “el perro” con gorra y carnet de capitán y nosotros a lo menso, se atoró el motor y encendió con la velocidad puesta con lo que nos fuimos a estrellar al muelle de enfrente, justo en el momento que nuestro capitán metió reversa, con lo que después de golpear el muelle del frente volvimos a golpear el de origen. Para no hacer el cuento largo, salimos empujándonos con la mano.

Nuestro lanchero nunca había navegado y a 100 metros del muelle ya iba mareado devolviendo el estomago, nunca se recuperó.

A medias de la bahía se descompuso el motor, entre que lo componían y atendíamos al lanchero que se agravaba con la falta de movimiento, un pez vela brincaba a nuestro alrededor. El primer día del torneo no pudimos siquiera salir de la bahía.

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