México

Recuerdan a jóvenes ejecutados en Salvárcar

Luz María Dávila, quien increpó al Presidente Calderón encabeza el acto, que tuvo una gran respuesta ciudadana

CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA (30/ENE/2011).- Con 18 campanadas que simbolizaron, cada una por cada joven asesinado en la colonia Villas de Salvárcar hace un año, dio comienzo las denominadas Jornadas Camino a la Justicia.

El arranque de la jornada de Ayuno y Reflexión a la que convocaron más de 50 organizaciones sociales, civiles y religiosas, lo dio la mujer que encaró al Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa y le recriminó que haya calificado de pandilleros a los jóvenes masacrados, Luz María Dávila.

A la Plaza Benito Juárez o Monumento a Juárez ubicada en la Zona Centro, acudieron decenas de derecho humanistas y representantes de las organizaciones civiles, para apoyar el movimiento.

El sacerdote Óscar Enríquez señaló: “Ayunamos para actuar y permitir que ante el terror creado en Juárez y en el país, el pensamiento se aclare e integre el actuar de cada persona hacia el bienestar y el bien común”.

“Es un acto político que a la par que denuncia propone desde el ejemplo; estamos aquí para reivindicar la memoria de los 18 jóvenes de Villa de Salvárcar, estamos aquí para retomar la exigencia de libertad y de paz ante el agravio a Darío Álvarez, la exigencia de justicia y fin a la impunidad y el feminicidio de Marisela Escobedo y la sensibilidad y creatividad de Susana Chávez, estamos aquí para decir que no hemos olvidado a las mujeres desaparecidas desde 1993 y para exigir que las queremos vivas y con nosotras, para decirles a las y los miles de huérfanos que esta sociedad las acoge y los cuidará”.

Enseguida, Luz María Dávila, Arcelia Medrano y Carmen Morales, madres de algunos de los jóvenes masacrados dieron sus testimonio.

“Estamos aquí para exigir justicia, nada ha mejorado, que no digan que la violencia ha bajado, eso es mentira; haber si el gobernador se pone a trabajar, un parque o una barda no nos va a reponer la seguridad”.

Arcelia Medrano, madre de un estudiante del Centro de Bachillerato Tecnologico Industrial y de Servicios (CBTIS) 128 e integrante del equipo de futbol americano Jaguares, Juan Carlos, señaló: “No he podido superar la pena, si usted me ve traigo el dolor reflejado en mi rostro, porque nada compensa la pérdida, el dolor sigue y más si no hay justicia”.

Enseguida se llevó a cabo la celebración Ecuménica de la palabra por parte de los integrantes del Seminario Conciliar de Ciudad Juárez.

Las jornadas concluirán hoy a las 12 horas, con  una misa a las 15:30 horas.

FRASE

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Estamos aquí más que nada para pedir justicia, ya que los tres niveles de Gobierno hasta ahorita no han resuelto nada, como ustedes ven, todo sigue igual o peor "

CRÓNICA
Aprende a vivir con su dolor


Luz María Dávila aprende a vivir con ese dolor que le atraviesa el pecho… ese malestar lo tendrá que soportar el resto de su vida. El recuerdo del asesinato de sus dos únicos hijos la madrugada del 30 de enero de 2010 está presente cada día en sus recuerdos. A ellos, a Marco, de 19 años de edad, y a José Luis, de 16, dedica el primer pensamiento de cada mañana y también, su reclamo sin fin de justicia, esa que sabe, tardará en llegar.

Asiste a marchas y da seguimiento cercano al caso de sus hijos, porque no quiere que gane la impunidad. Dice que olvidarse del castigo a los criminales equivaldría a enterrar por segunda vez a sus pequeños. No hay fe. De la autoridad espera poco, desconfía de ella.

Más allá de un resultado en las investigaciones, lo único que hasta el momento se ha logrado es la inauguración —que se llevará a cabo mañana— de un parque conmemorativo para los jóvenes masacrados en la colonia Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez. “A mí de qué me sirve un parque, esto no me regresará a mis hijos”, dice Luz María Dávila.

Pocos ubican de nombre a esta madre, pero su acción al exigir un alto a la criminalidad ya ha quedado en los registros históricos. Ella fue quien burló la seguridad oficial y se plantó frente al Presidente Felipe Calderón para denunciar la incapacidad de las autoridades ante la violencia que se vive en Ciudad Juárez provocada por el crimen organizado.

“Yo estoy aquí porque quiero justicia. Discúlpeme, señor Presidente, pero no le doy la mano porque usted no es mi amigo. Yo no le puedo dar la bienvenida porque para mí usted no es bienvenido… Nadie lo es… Él (José Reyes) Ferriz (entonces presidente municipal de Ciudad Juárez) y  (José Reyes) Baeza (entonces gobernador del Estado de Chihuahua) siempre dicen lo mismo, pero no hacen nada, señor Presidente, y yo no tengo justicia: tengo muertos a mis dos hijos”.

Cuando Luz María Dávila alzó esta voz habían pasado sólo 11 días de la masacre en la que 18 jóvenes, entre ellos sus dos hijos perdieran la vida en manos de un comando armado que se internó en una fiesta de cumpleaños en la colonia Villas de Salvárcar. La reacción inmediata del Gobierno federal ante este acontecimiento violento fue decir que el enfrentamiento se reducía a “un ajuste de cuentas entre pandillas”.

Es por eso que de manera directa, ese 11 de febrero del año pasado, durante la visita presidencial en Ciudad Juárez, Luz María Dávila exigió al Presidente que ofreciera disculpas por su declaración: “Quiero que se ponga en mi lugar: no es justo que mis muchachitos estaban en una fiesta y los mataran… ¡Quiero que usted se disculpe por lo que dijo, que eran pandilleros! ¡Es mentira! Uno estaba en la prepa y otro en la universidad… Estudiaban y trabajaban… Yo sólo quiero que se haga justicia…

—Por supuesto... —dijo el Presidente Felipe Calderón.

—¡No me diga “por supuesto”! ¡Haga algo! ¡Si a usted le hubieran matado a un hijo, usted estaría debajo de las piedras buscando al asesino! —contestó Luz María Dávila.

Las disculpas del Presidente llegaron a las familias de los jóvenes asesinados horas después. Lo que hoy siguen esperando es la justicia.

Luz María Dávila reconoce no arrepentirse de sus dichos al Mandatario. “Nunca lo haré, porque no lo agredí, no lo ofendí, no insulté, sólo expuse la situación de violencia que se vive en Ciudad Juárez”, explica la madre.

Recuerda que el coraje y la impotencia por la muerte de sus hijos la impulsaron a buscar la forma de que Calderón Hinojosa la escuchara. Lo logró y se convirtió en la voz de muchas familias afectadas.

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