La ola de violencia e inseguridad que azota al país ha ido creciendo, no obstante la cotidianamente citada lucha contra el crimen organizado emprendida por el Gobierno federal. Los hechos violentos se repiten día a día, y lo que hasta hace unas semanas se concentraba casi totalmente en los estados del Norte de la República, se ha expandido a otros estados y, desgraciadamente, Jalisco entre ellos, como prueban los acontecimientos de la noche del miércoles en Lagos de Moreno.
Lo acontecido el 15 de septiembre en Morelia cimbró al país, por la magnitud de los atentados, por haber sido precisamente en una ceremonia, la del Grito, en que la civilidad y el fervor patrio habían sido históricamente sus características, pero sobre todo por haber marcado una nueva forma de actuar del crimen organizando, recurriendo a prácticas terroristas en que las víctimas fueron gente inocente. Y ahora, el ataque contra policías en Lagos de Moreno enciende las luces de alerta en nuestro Estado, que hasta ahora, salvo hechos aislados, se había mantenido al margen de esta situación.
A raíz de estos hechos, ayer el secretario de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez Peláez, reconoció que en la zona de Los Altos de Jalisco existen focos amarillos en materia de inseguridad, al tiempo que dijo: “No nos temblará la mano, detendremos a los responsables”, y anunció que se reforzarán los operativos de seguridad en la región, en coordinación con el Ejército.
Es un hecho que no sólo en la región de Los Altos se hace necesario un reforzamiento de los operativos para combatir la inseguridad, pues es sabido que hay zonas bien identificadas en el Estado, en donde el narcotráfico tiene fuerte presencia en la siembra y cultivo de enervantes, y que Jalisco es ruta de paso para el traslado de droga hacia el Norte.
El aumento en la presencia de elementos policiacos y del Ejército es necesario, justo ahora, cuando Jalisco empieza a aparecer en el mapa del crimen organizado; podrán venir tiempos difíciles, pero peor sería que ante esta realidad las autoridades se quedaran cruzadas de brazos.
Lo acontecido el 15 de septiembre en Morelia cimbró al país, por la magnitud de los atentados, por haber sido precisamente en una ceremonia, la del Grito, en que la civilidad y el fervor patrio habían sido históricamente sus características, pero sobre todo por haber marcado una nueva forma de actuar del crimen organizando, recurriendo a prácticas terroristas en que las víctimas fueron gente inocente. Y ahora, el ataque contra policías en Lagos de Moreno enciende las luces de alerta en nuestro Estado, que hasta ahora, salvo hechos aislados, se había mantenido al margen de esta situación.
A raíz de estos hechos, ayer el secretario de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez Peláez, reconoció que en la zona de Los Altos de Jalisco existen focos amarillos en materia de inseguridad, al tiempo que dijo: “No nos temblará la mano, detendremos a los responsables”, y anunció que se reforzarán los operativos de seguridad en la región, en coordinación con el Ejército.
Es un hecho que no sólo en la región de Los Altos se hace necesario un reforzamiento de los operativos para combatir la inseguridad, pues es sabido que hay zonas bien identificadas en el Estado, en donde el narcotráfico tiene fuerte presencia en la siembra y cultivo de enervantes, y que Jalisco es ruta de paso para el traslado de droga hacia el Norte.
El aumento en la presencia de elementos policiacos y del Ejército es necesario, justo ahora, cuando Jalisco empieza a aparecer en el mapa del crimen organizado; podrán venir tiempos difíciles, pero peor sería que ante esta realidad las autoridades se quedaran cruzadas de brazos.