Todo parece indicar que en esta ocasión los funcionarios del Gobierno estatal no quieren pasar por las penosas situaciones de otros años, en que la negociación del presupuesto con los legisladores se prolongaba hasta el límite del tiempo en un entorno de rispidez.
Advirtiendo que la situación económica no será fácil en 2009, los distintos funcionarios gubernamentales han iniciado los diálogos necesarios para concientizar, tanto a los legisladores como a la opinión pública, para que se apueste por la austeridad sin reducir los presupuestos para lo importante, como lo es la seguridad, la infraestructura y los proyectos que generen mejoras en la competitividad del Estado.
El mismo gobernador ha señalado que para el año entrante las percepciones propias del Estado se reducirán hasta 10%, lo cual obligaría a reducir las inversiones en alrededor de 2%, según lo permitan los montos de las participaciones federales.
Ante esto, es lógico pensar que hay muchos renglones del presupuesto estatal que deberán ser revisados a la baja, con todo lo que esto pueda llegar a lastimar.
Es de esperarse que los intereses afectados no se queden cruzados de brazos y presionen hasta donde les sea posible, sin embargo, dado el incierto entorno económico que nos rodea, el horno no está para bollos y es mejor anticiparse para solicitar públicamente austeridad y toma de conciencia.
Este ajuste al presupuesto implicará reducir los fondos canalizados a algunos programas no prioritarios y fortalecer aquéllos que resultan importantes, sin embargo, por lógico que esto parezca, es comprensible que quienes resulten afectados por esto harán todo lo posible por defender sus posturas, sin importar el desgaste político que con ello generen.
Sería muy bueno que las dependencias estatales sean las primeras en poner el ejemplo de lo que es ser conscientes en el gasto y obrar con austeridad, pues con frecuencia sucede que una cosa es lo que se predica, y otra muy diferente lo que se demuestra.
Siempre será más fácil pedir austeridad a los subordinados y a los contrincantes poniendo el ejemplo, y no sólo hablando de ello, pero obrando con displicencia.
Ojalá que las negociaciones del presupuesto traigan al Estado esa cordura que tanta falta le hace.
Advirtiendo que la situación económica no será fácil en 2009, los distintos funcionarios gubernamentales han iniciado los diálogos necesarios para concientizar, tanto a los legisladores como a la opinión pública, para que se apueste por la austeridad sin reducir los presupuestos para lo importante, como lo es la seguridad, la infraestructura y los proyectos que generen mejoras en la competitividad del Estado.
El mismo gobernador ha señalado que para el año entrante las percepciones propias del Estado se reducirán hasta 10%, lo cual obligaría a reducir las inversiones en alrededor de 2%, según lo permitan los montos de las participaciones federales.
Ante esto, es lógico pensar que hay muchos renglones del presupuesto estatal que deberán ser revisados a la baja, con todo lo que esto pueda llegar a lastimar.
Es de esperarse que los intereses afectados no se queden cruzados de brazos y presionen hasta donde les sea posible, sin embargo, dado el incierto entorno económico que nos rodea, el horno no está para bollos y es mejor anticiparse para solicitar públicamente austeridad y toma de conciencia.
Este ajuste al presupuesto implicará reducir los fondos canalizados a algunos programas no prioritarios y fortalecer aquéllos que resultan importantes, sin embargo, por lógico que esto parezca, es comprensible que quienes resulten afectados por esto harán todo lo posible por defender sus posturas, sin importar el desgaste político que con ello generen.
Sería muy bueno que las dependencias estatales sean las primeras en poner el ejemplo de lo que es ser conscientes en el gasto y obrar con austeridad, pues con frecuencia sucede que una cosa es lo que se predica, y otra muy diferente lo que se demuestra.
Siempre será más fácil pedir austeridad a los subordinados y a los contrincantes poniendo el ejemplo, y no sólo hablando de ello, pero obrando con displicencia.
Ojalá que las negociaciones del presupuesto traigan al Estado esa cordura que tanta falta le hace.