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El irracional miedo al miedo
El trastorno de ansiedad afecta a 16 millones de personas en México. La mayoría no recibe tratamiento
GUADALAJARA, JALISCO (29/JUN/2012).- Un día en la vida. Tal vez, algún día, las cosas vuelvan a la normalidad y ella sonría nuevamente. Lourdes abandonó todo, hasta sus ilusiones. De repente, su luz y energía se apagaron como una luciérnaga que muere en un campo oscuro. Tenía 23 años y estudiaba la licenciatura, cuando decidió bajarse del mundo. Ahora está en su casa, pero no se siente segura, nadie lo está…
Lourdes tiene miedo y su familia también. Los temores son distintos. Ella se aterra con los ataques de pánico y su familia se asusta de las ideas. Sí de las ideas, de las ventanas abiertas, de cuchillos en la cocina, de tenedores filosos, de la punta de los lápices….Todos lo saben, igual que un secreto a voces, pero nadie lo dice porque pueden ser sugerencias para la joven. Mejor callan, fingen indiferencia, sin embargo no están tranquilos.
La vida cambió para todos ese día, cuando Lourdes decidió que ya no iba a ir más a la escuela. El motivo: le daba miedo salir a la calle. ¿Miedo? ¿A qué? Eran las preguntas de sus padres y sus cuatro hermanos. La respuesta es larga: a las personas, a los compañeros, al transporte público, a la biblioteca, al salón de clases, a los vecinos, a los amigos…
“¿Miedo a salir a la calle? Hay que enfrentar los temores y tomarlos por los cuernos, ¿no?”, dice su hermana mayor, María. Suena fácil, sin embargo, no lo es. Es una tarea casi imposible como vencer a un Tyrannosaurus Rex, dice Lourdes.
El precio por enfrentar el mundo es un ataque de pánico. No es cualquier cosa. Lourdes siente que va a morir, pierde el control, piensa en la locura, le dan ganas de salir corriendo, su corazón late muy rápido, le sudan las manos, hay un poco de mareo, todo se le viene encima y tiene miedo, mucho miedo.
Lourdes cumplió 25 años hace tres meses y sigue sin salir, tampoco puede quedarse sola en casa. Así que se acabaron las vacaciones familiares. Su enfermedad, el trastorno de ansiedad, lo cambió todo. Todo.
Una mujer y 16 millones más de mexicanos
Lourdes sentía que era la única enferma, la única que sufría trastorno de ansiedad, pero no es así. Son 16 millones de mexicanos, que en mayor o menor intensidad, sufren los mismos síntomas. Aunque no lo sabe, ella es afortunada porque recibe tratamiento psiquiátrico y psicológico, no todos tienen esa oportunidad.
Esta joven probó de todo, desde las citas con el médico internista hasta los masajes energéticos. Al principio, hay que probar, el psiquiatra es la última opción. Los tratamientos alternativos ofrecen avances, pero momentáneos. Parece que ya se libró la enfermedad, pero no, ésta vuelve. Así que finalmente: el psiquiatra, y luego otro porque los medicamentos no siempre son los más adecuados o la dosis no es la correcta. Lo importante es continuar, buscar ayuda.
“La gente siempre trata de evitar el diagnóstico correcto. No piensa en que tiene que ir al psiquiatra. Va a urgencias, a la Cruz Verde o a la Cruz Roja; con el cardiólogo, porque piensa que se va infartar, con el internista, con el endocrinólogo. Se hace miles de exámenes, gasta mucho dinero, y finalmente llega con el psiquiatra”, explica Sergio Villaseñor Bayardo, presidente electo 2012-2015 de la World Association of Cultural Psychiatry y jefe de Hospitalización del área de Psiquiatría del Antiguo Hospital Civil Fray Antonio Alcalde.
Lourdes ya sabe que su enfermedad está en sus genes. El especialista explica que el trastorno de ansiedad se detonó por un entorno adverso, el cual puede ser una familia que sólo sabe comunicarse mediante los gritos, situaciones de conflicto, padres que devalúan a sus hijos e inseguridad.
“Es importante que la familia identifique si tiene un estilo de comunicación alterado que provoca que sus miembros se sientan inseguros, nerviosos”, dice Villaseñor Bayardo.
La recomendación es la terapia familiar. Otro prejuicio a vencer. La familia de Lourdes no va con el psicólogo, sus hermanos irían con gusto si eso sirve para ayudar, pero sus padres no saben que responder. “A mí me gustaría aprender a actuar ante el ataque de pánico. Ella se siente mal y nosotros nos asustamos, no sabemos qué hacer. Yo le digo: ‘tranquila, respira, va a pasar, todos los ataques de pánico son iguales, duran unos minutos y ya, se acaban’. El problema es que uno olvida eso y cae en la angustia porque desea ayudar a la gente que ama”, expresa María.
El psiquiatra explica que no hay que negar, sino enfrentarla e ir a terapia familiar, recuerda que el trastorno de ansiedad es una enfermedad crónica y requiere de un tratamiento largo.
Lourdes todavía no sale a la calle, intenta hacerlo, ese impulso de retomar su vida es resultado de los medicamentos, ya que 70% de las personas diagnosticadas, mejoran.
Ella sabe que debe ser constante, tomar diario su dosis, pues mínimo durará un año con el tratamiento. Uno de los problemas que enfrentó Lourdes es que le temía a las pastillas. “Era un momento difícil porque ella quería tomarla, pero se ponía muy nerviosa. Lourdes nos enseñó que había que estar ahí y vigilarla porque no podía sola”, cuenta su hermana.
Hay un riesgo más: los pacientes se sienten bien y piensan en dejar el tratamiento, dice el psiquiatra. “Es importante evitar recaídas”, por lo cual hay que asistir a las consultas, una vez a la semana, luego cada 15 días y después cada mes. Aclara que es un mito que el tratamiento sea costoso, lo hay para todos los bolsillos.
Además de asistir al psiquiatra y la terapia Gestalt, Lourdes también visita una página en internet. “Me ha ayudado más que los psicólogos”, expresa y le da risa escuchar su comentario. A ella le sirve entrar a ese portal porque ahí encuentra gente con la que puede hablar del tema, ese que con su familia calla.
"Se pierde más por trastornos de ansiedad y depresivos que por enfermedades terminales. El problema es que esta gente se paraliza, entonces los ataques de pánico son muy incapacitantes".
Sergio Villaseñor Bayardo, presidente electo 2012-2015 de la World Association of Cultural Psychiatry
PARA SABER
¿Qué es?
- Es una enfermedad caracterizada por un miedo irracional a diversas situaciones. Estadísticas recientes, 2003, señalan que 14.3 % de la población, 16 millones, la padecen. Hay cuatro tipos de esta patología.
- La fobia social es un temor a figuras de autoridad o la posibilidad de hablar con otros.
- En el trastorno de ansiedad generalizada, las personas están preocupadas porque algo malo va a pasar.
- El trastorno de estrés postraumático es revivir un suceso traumático.
- El ataque de pánico consiste en que la persona experimenta súbitamente la sensación de muerte, taquicardia, descontrol, mareo, sudoración en las manos y puede acompañarse por el temor a los espacios públicos. Estos síntomas duran entre 10 y 15 minutos.
TOMA NOTA
Tips para las familias
- Buscar ayudar psicológica: terapia familiar
- Compromiso para asistir a las sesiones
- Ponerse en los zapatos del otro
- No juzgar al paciente
- Acompañar al enfermo durante el ataque de pánico
- Vigilar que el paciente tome su tratamiento.
Lourdes tiene miedo y su familia también. Los temores son distintos. Ella se aterra con los ataques de pánico y su familia se asusta de las ideas. Sí de las ideas, de las ventanas abiertas, de cuchillos en la cocina, de tenedores filosos, de la punta de los lápices….Todos lo saben, igual que un secreto a voces, pero nadie lo dice porque pueden ser sugerencias para la joven. Mejor callan, fingen indiferencia, sin embargo no están tranquilos.
La vida cambió para todos ese día, cuando Lourdes decidió que ya no iba a ir más a la escuela. El motivo: le daba miedo salir a la calle. ¿Miedo? ¿A qué? Eran las preguntas de sus padres y sus cuatro hermanos. La respuesta es larga: a las personas, a los compañeros, al transporte público, a la biblioteca, al salón de clases, a los vecinos, a los amigos…
“¿Miedo a salir a la calle? Hay que enfrentar los temores y tomarlos por los cuernos, ¿no?”, dice su hermana mayor, María. Suena fácil, sin embargo, no lo es. Es una tarea casi imposible como vencer a un Tyrannosaurus Rex, dice Lourdes.
El precio por enfrentar el mundo es un ataque de pánico. No es cualquier cosa. Lourdes siente que va a morir, pierde el control, piensa en la locura, le dan ganas de salir corriendo, su corazón late muy rápido, le sudan las manos, hay un poco de mareo, todo se le viene encima y tiene miedo, mucho miedo.
Lourdes cumplió 25 años hace tres meses y sigue sin salir, tampoco puede quedarse sola en casa. Así que se acabaron las vacaciones familiares. Su enfermedad, el trastorno de ansiedad, lo cambió todo. Todo.
Una mujer y 16 millones más de mexicanos
Lourdes sentía que era la única enferma, la única que sufría trastorno de ansiedad, pero no es así. Son 16 millones de mexicanos, que en mayor o menor intensidad, sufren los mismos síntomas. Aunque no lo sabe, ella es afortunada porque recibe tratamiento psiquiátrico y psicológico, no todos tienen esa oportunidad.
Esta joven probó de todo, desde las citas con el médico internista hasta los masajes energéticos. Al principio, hay que probar, el psiquiatra es la última opción. Los tratamientos alternativos ofrecen avances, pero momentáneos. Parece que ya se libró la enfermedad, pero no, ésta vuelve. Así que finalmente: el psiquiatra, y luego otro porque los medicamentos no siempre son los más adecuados o la dosis no es la correcta. Lo importante es continuar, buscar ayuda.
“La gente siempre trata de evitar el diagnóstico correcto. No piensa en que tiene que ir al psiquiatra. Va a urgencias, a la Cruz Verde o a la Cruz Roja; con el cardiólogo, porque piensa que se va infartar, con el internista, con el endocrinólogo. Se hace miles de exámenes, gasta mucho dinero, y finalmente llega con el psiquiatra”, explica Sergio Villaseñor Bayardo, presidente electo 2012-2015 de la World Association of Cultural Psychiatry y jefe de Hospitalización del área de Psiquiatría del Antiguo Hospital Civil Fray Antonio Alcalde.
Lourdes ya sabe que su enfermedad está en sus genes. El especialista explica que el trastorno de ansiedad se detonó por un entorno adverso, el cual puede ser una familia que sólo sabe comunicarse mediante los gritos, situaciones de conflicto, padres que devalúan a sus hijos e inseguridad.
“Es importante que la familia identifique si tiene un estilo de comunicación alterado que provoca que sus miembros se sientan inseguros, nerviosos”, dice Villaseñor Bayardo.
La recomendación es la terapia familiar. Otro prejuicio a vencer. La familia de Lourdes no va con el psicólogo, sus hermanos irían con gusto si eso sirve para ayudar, pero sus padres no saben que responder. “A mí me gustaría aprender a actuar ante el ataque de pánico. Ella se siente mal y nosotros nos asustamos, no sabemos qué hacer. Yo le digo: ‘tranquila, respira, va a pasar, todos los ataques de pánico son iguales, duran unos minutos y ya, se acaban’. El problema es que uno olvida eso y cae en la angustia porque desea ayudar a la gente que ama”, expresa María.
El psiquiatra explica que no hay que negar, sino enfrentarla e ir a terapia familiar, recuerda que el trastorno de ansiedad es una enfermedad crónica y requiere de un tratamiento largo.
Lourdes todavía no sale a la calle, intenta hacerlo, ese impulso de retomar su vida es resultado de los medicamentos, ya que 70% de las personas diagnosticadas, mejoran.
Ella sabe que debe ser constante, tomar diario su dosis, pues mínimo durará un año con el tratamiento. Uno de los problemas que enfrentó Lourdes es que le temía a las pastillas. “Era un momento difícil porque ella quería tomarla, pero se ponía muy nerviosa. Lourdes nos enseñó que había que estar ahí y vigilarla porque no podía sola”, cuenta su hermana.
Hay un riesgo más: los pacientes se sienten bien y piensan en dejar el tratamiento, dice el psiquiatra. “Es importante evitar recaídas”, por lo cual hay que asistir a las consultas, una vez a la semana, luego cada 15 días y después cada mes. Aclara que es un mito que el tratamiento sea costoso, lo hay para todos los bolsillos.
Además de asistir al psiquiatra y la terapia Gestalt, Lourdes también visita una página en internet. “Me ha ayudado más que los psicólogos”, expresa y le da risa escuchar su comentario. A ella le sirve entrar a ese portal porque ahí encuentra gente con la que puede hablar del tema, ese que con su familia calla.
"Se pierde más por trastornos de ansiedad y depresivos que por enfermedades terminales. El problema es que esta gente se paraliza, entonces los ataques de pánico son muy incapacitantes".
Sergio Villaseñor Bayardo, presidente electo 2012-2015 de la World Association of Cultural Psychiatry
PARA SABER
¿Qué es?
- Es una enfermedad caracterizada por un miedo irracional a diversas situaciones. Estadísticas recientes, 2003, señalan que 14.3 % de la población, 16 millones, la padecen. Hay cuatro tipos de esta patología.
- La fobia social es un temor a figuras de autoridad o la posibilidad de hablar con otros.
- En el trastorno de ansiedad generalizada, las personas están preocupadas porque algo malo va a pasar.
- El trastorno de estrés postraumático es revivir un suceso traumático.
- El ataque de pánico consiste en que la persona experimenta súbitamente la sensación de muerte, taquicardia, descontrol, mareo, sudoración en las manos y puede acompañarse por el temor a los espacios públicos. Estos síntomas duran entre 10 y 15 minutos.
TOMA NOTA
Tips para las familias
- Buscar ayudar psicológica: terapia familiar
- Compromiso para asistir a las sesiones
- Ponerse en los zapatos del otro
- No juzgar al paciente
- Acompañar al enfermo durante el ataque de pánico
- Vigilar que el paciente tome su tratamiento.