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Infertilidad, problema de dos
Con oportunos estudios y tratamientos puede lograrse un sano embarazo
GUADALAJARA, JALISCO (13/ABR/2012).- Por décadas, la infertilidad se asoció a la mujer, a tal grado de relacionarla con su valor y nivel humano. Actualmente se sabe que el hombre también puede ser responsable de la incapacidad de procrear hijos.
Los papeles se han invertido, y ahora algunos varones se resisten a creer que a pesar de su “hombría” su organismo no responde a la fertilidad de una dama.
Juan Manuel Casillas Santana, ginecoobstetra y especialista en endocrinología de la reproducción del Instituto de Medicina Reproductiva (IMER), explica que entre el 50 y 60% de las ocasiones, la infertilidad reside en la mujer, en tanto que el porcentaje que se atribuye a los hombres es del 40 o 50%; no obstante, en el 30% de los casos, es una situación en la que intervienen ambos
La existencia de un problema de infertilidad se establece cuando no se logra un embarazo después de un año de vida sexual activa sin la utilización de métodos anticonceptivos.
Factores de riesgo
Casillas Santana precisa que esta situación afecta al 15% de las parejas en el ámbito mundial. Las causas parten desde una disfunción hormonal –en ambos sexos–, hasta el estilo de vida que hoy decide cada matrimonio, aunque también hay elementos que tienen que ver con cuestiones específicas de cada género y organismo.
En el caso de las mujeres, el especialista enlista algunos factores:
Factor ovárico: no existe una ovulación adecuada debido al síndrome de ovario poliquistico, una enfermedad de causa desconocida en la que puede intervenir una predisposición genética y/o factores ambientales.
Características: la mujer tiene tendencia a la obesidad y suele acumular grasa en el abdomen, presenta exceso de vello y acné. Sus ovarios tienen la peculiaridad de distribuir los fóliculos (óvulos) en la periferia del mismo, por lo que pareciera que el ovario tiene un collar de perlas en su alrededor. Su menstruación normalmente se retrasa, lo que implica amplias posibilidades de desarrollar cáncer en el endometrio.
Se puede desarrollar acantosis nigricans: los pliegues de la piel se engruesan y oscurecen (principalmente en el cuello) lo que significa que existe una resistencia a la insulina. Estas pacientes tienen mayores riesgos de desarrollar diabetes.
Factor tuboperitoneal: daño en las trompas de Falopio. Es de las causas más comunes; se conoce como endometriosis, enfermedad que ocasiona un proceso inflamatorio en las trompas con obstrucción y daño en los cilios (vellitos internos en las trompas que permiten trasladar el óvulo fecundado al interior del útero).
Características: la molestia más común es el cólico, que progresivamente aumenta de intensidad. También se puede ocasionar daño al ovario con la destrucción del mismo y de paso con los óvulos. Se presentan alteraciones en el proceso de la ovulación e inmunológicas con la generación de anticuerpos en contra el endometrio; así como la aparición de macrófagos que fagocitan a los espermatozoides (se los comen).
Observación: con ambos padecimientos la paciente puede tener altos niveles de prolactina, hormona responsable de producir leche durante la lactancia; si se presentan altos niveles antes del embarazo, la hormona impide el mismo.
Factor cervical: alteración en el cuello del útero.
En el caso de los hombres, algunos de los padecimientos que inhiben la posibilidad de procrear son:
Oligospermia: poca cantidad de espermatozoides en el semen.
Teratospermia: el semen es de baja calidad y los espermatozoides están defectuosos.
Astenospermia: inmovilidad de los espermatozoides. Si el semen presenta menos de la concentración requerida puede ocasionar que los espermatozoides no se muevan adecuadamente y/o no caminen hacia adelante.
El tratamiento
Los exámenes continuos son sin duda una forma de prevenir diversos padecimientos, pero en el caso de la infertilidad hay que realizar estudios adicionales para indicar el tratamiento más adecuado.
La pareja debe ser sometida a una exploración física completa: desde la cabeza al cuello, tiroides, pechos, abdomen, características del vello púbico, vagina, ultrasonido en útero y ovarios, en el caso de las mujeres; y una revisión de peso, tamaño y consistencia de los testículos; así como una espermatoscopia para evaluar la cantidad del semen, concentración, porcentaje de los espermatozoides que avanzan hacia adelante, para los hombres.
Además, es necesario establecer un perfil ovárico, el cual se realiza durante el segundo o tercer día de menstruación. En ayuno se toma una muestra de sangre para medir la hormona folículo estimulante, luteinizante, estradiol, prolactina y la estimulante de la tiroides, para saber si los óvulos de la paciente presentan buena calidad.
Asimismo, se requiere un estudio más profundo, como una Histerosalpingografía: observación al interior del útero concluida la menstruación, con la que se determina el estado del interior de la cavidad uterina y que las trompas de Falopio sean permeables y móviles.
Y aunque los hombres a veces son más renuentes a los estudios, también es vital descartar la presencia de varices en los testículos, lo que afecta la cuenta de los espermatozoides.
Hacia la fecundación
Luego de un tratamiento de fertilidad, en la mayoría de los casos se logra el objetivo, incluso muchas de las parejas que reciben tratamiento finalmente luego logran concebir gemelos. A continuación algunos pasos a seguir tras los estudios pertinentes:
Si la espermascopia resulta normal: por contacto sexual.
Si hay afectación y se logra recuperar un mínimo de tres millones de espermatozoides sanos que caminen hacia delante: inseminación artificial.
Si el resultado es menor a tres millones de espermatozoides: fertilización in-vitro.
Si la cuenta espermática está muy afectada y se rescatan 500 mil espermatozoides: fertilización in-vitro con inyección intracitoplasmática del espermatozoide (se extraen los óvulos y una muestra de semen, se elige al mejor espermatozoide y se inyecta a cada óvulo). En esta misma prueba se realiza un examen de vitalidad para comprobar que el espermatozoide esté vivo, tenga integra su membrana y la capacidad de fecundar al óvulo.
TOMA NOTA
Para tener en cuenta
La edad es básica para que la mujer pueda embarazarse; entre los 25 y 26 años se llega a la máxima capacidad reproductiva, a los 30 se está en meseta y después de los 35, declina paulatinamente.
El tabaco y alcohol disminuyen la capacidad reproductiva.
Los papeles se han invertido, y ahora algunos varones se resisten a creer que a pesar de su “hombría” su organismo no responde a la fertilidad de una dama.
Juan Manuel Casillas Santana, ginecoobstetra y especialista en endocrinología de la reproducción del Instituto de Medicina Reproductiva (IMER), explica que entre el 50 y 60% de las ocasiones, la infertilidad reside en la mujer, en tanto que el porcentaje que se atribuye a los hombres es del 40 o 50%; no obstante, en el 30% de los casos, es una situación en la que intervienen ambos
La existencia de un problema de infertilidad se establece cuando no se logra un embarazo después de un año de vida sexual activa sin la utilización de métodos anticonceptivos.
Factores de riesgo
Casillas Santana precisa que esta situación afecta al 15% de las parejas en el ámbito mundial. Las causas parten desde una disfunción hormonal –en ambos sexos–, hasta el estilo de vida que hoy decide cada matrimonio, aunque también hay elementos que tienen que ver con cuestiones específicas de cada género y organismo.
En el caso de las mujeres, el especialista enlista algunos factores:
Factor ovárico: no existe una ovulación adecuada debido al síndrome de ovario poliquistico, una enfermedad de causa desconocida en la que puede intervenir una predisposición genética y/o factores ambientales.
Características: la mujer tiene tendencia a la obesidad y suele acumular grasa en el abdomen, presenta exceso de vello y acné. Sus ovarios tienen la peculiaridad de distribuir los fóliculos (óvulos) en la periferia del mismo, por lo que pareciera que el ovario tiene un collar de perlas en su alrededor. Su menstruación normalmente se retrasa, lo que implica amplias posibilidades de desarrollar cáncer en el endometrio.
Se puede desarrollar acantosis nigricans: los pliegues de la piel se engruesan y oscurecen (principalmente en el cuello) lo que significa que existe una resistencia a la insulina. Estas pacientes tienen mayores riesgos de desarrollar diabetes.
Factor tuboperitoneal: daño en las trompas de Falopio. Es de las causas más comunes; se conoce como endometriosis, enfermedad que ocasiona un proceso inflamatorio en las trompas con obstrucción y daño en los cilios (vellitos internos en las trompas que permiten trasladar el óvulo fecundado al interior del útero).
Características: la molestia más común es el cólico, que progresivamente aumenta de intensidad. También se puede ocasionar daño al ovario con la destrucción del mismo y de paso con los óvulos. Se presentan alteraciones en el proceso de la ovulación e inmunológicas con la generación de anticuerpos en contra el endometrio; así como la aparición de macrófagos que fagocitan a los espermatozoides (se los comen).
Observación: con ambos padecimientos la paciente puede tener altos niveles de prolactina, hormona responsable de producir leche durante la lactancia; si se presentan altos niveles antes del embarazo, la hormona impide el mismo.
Factor cervical: alteración en el cuello del útero.
En el caso de los hombres, algunos de los padecimientos que inhiben la posibilidad de procrear son:
Oligospermia: poca cantidad de espermatozoides en el semen.
Teratospermia: el semen es de baja calidad y los espermatozoides están defectuosos.
Astenospermia: inmovilidad de los espermatozoides. Si el semen presenta menos de la concentración requerida puede ocasionar que los espermatozoides no se muevan adecuadamente y/o no caminen hacia adelante.
El tratamiento
Los exámenes continuos son sin duda una forma de prevenir diversos padecimientos, pero en el caso de la infertilidad hay que realizar estudios adicionales para indicar el tratamiento más adecuado.
La pareja debe ser sometida a una exploración física completa: desde la cabeza al cuello, tiroides, pechos, abdomen, características del vello púbico, vagina, ultrasonido en útero y ovarios, en el caso de las mujeres; y una revisión de peso, tamaño y consistencia de los testículos; así como una espermatoscopia para evaluar la cantidad del semen, concentración, porcentaje de los espermatozoides que avanzan hacia adelante, para los hombres.
Además, es necesario establecer un perfil ovárico, el cual se realiza durante el segundo o tercer día de menstruación. En ayuno se toma una muestra de sangre para medir la hormona folículo estimulante, luteinizante, estradiol, prolactina y la estimulante de la tiroides, para saber si los óvulos de la paciente presentan buena calidad.
Asimismo, se requiere un estudio más profundo, como una Histerosalpingografía: observación al interior del útero concluida la menstruación, con la que se determina el estado del interior de la cavidad uterina y que las trompas de Falopio sean permeables y móviles.
Y aunque los hombres a veces son más renuentes a los estudios, también es vital descartar la presencia de varices en los testículos, lo que afecta la cuenta de los espermatozoides.
Hacia la fecundación
Luego de un tratamiento de fertilidad, en la mayoría de los casos se logra el objetivo, incluso muchas de las parejas que reciben tratamiento finalmente luego logran concebir gemelos. A continuación algunos pasos a seguir tras los estudios pertinentes:
Si la espermascopia resulta normal: por contacto sexual.
Si hay afectación y se logra recuperar un mínimo de tres millones de espermatozoides sanos que caminen hacia delante: inseminación artificial.
Si el resultado es menor a tres millones de espermatozoides: fertilización in-vitro.
Si la cuenta espermática está muy afectada y se rescatan 500 mil espermatozoides: fertilización in-vitro con inyección intracitoplasmática del espermatozoide (se extraen los óvulos y una muestra de semen, se elige al mejor espermatozoide y se inyecta a cada óvulo). En esta misma prueba se realiza un examen de vitalidad para comprobar que el espermatozoide esté vivo, tenga integra su membrana y la capacidad de fecundar al óvulo.
TOMA NOTA
Para tener en cuenta
La edad es básica para que la mujer pueda embarazarse; entre los 25 y 26 años se llega a la máxima capacidad reproductiva, a los 30 se está en meseta y después de los 35, declina paulatinamente.
El tabaco y alcohol disminuyen la capacidad reproductiva.