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La novela: el reino de la polifonía

Autores españoles y latinoamericanos presentan un panorama de uno de los géneros más socorridos por escritores y lectores

GUADALAJARA, JALISCO (30/MAR/2014).- Los mundos totalizadores que explicaban grandes problemas o temas han sido reemplazados por micromundos más personales que contienen el universo. Ese es el no lugar al que ha llegado la novela hispanohablante del siglo XXI, poblado de voces polifónicas nacidas del mestizaje genético, cultural y literario de todos los tiempos y lugares con vocación global y sin prejuicios ni miedos de ninguna naturaleza.

Hace seis años largos, en Bogotá, 39 escritores latinoamericanos menores de 40 años empezaron a despejar la geografía de la nueva literatura en español que ellos ayudaban a crear tras la larga sombra de sus maestros. Un día les preguntaron: ¿hacia dónde va la literatura hispanohablante? Y la respuesta quedó recogida en una fotografía en grupo, de Daniel Mordzinski, donde estiraron el brazo y señalaron con el índice al frente, mientras el uruguayo Pablo Casacuberta exclamaba: ‘¡Hacia allá!’.

Seis años después de aquello está claro que ya han llegado a “Allá”, y a todas partes, al lugar que han querido ellos y todos los demás escritores de los 19 países hispanohablantes a lado y lado del Atlántico porque ahora, más que nunca, se habla de una sola literatura en español, diversa y plural. Allá es el no lugar que lo contiene casi todo.

Un territorio donde la novela como género sigue siendo el preferido por escritores y lectores, y donde predomina una línea tradicional, mientras los experimentos parecen más cosa del pasado, e incluso se percibe la poca disposición de los lectores a acercarse a novelas que se salgan de los senderos seguros.

Un paisaje polifónico

Uno de los escritores que hace seis años señaló al horizonte fue el mexicano Jorge Volpi. Él empieza a despejar ese territorio al decir que “hoy los escritores de América Latina ya no parecen obligados a tocar ciertos temas (o a usar ciertos recursos formales). No hay una deontología crítica que indique sobre qué escribir o sobre qué no escribir. De allí una variedad inusitada de temas y estilos”. Pero antes de cualquier otra cosa, el agente literario Guillermo Schavelzon recomienda que “en algún momento habrá que dejar de hablar de los autores latinoamericanos como si fueran un conjunto o tuvieran una identidad común. Comparten —con variantes— la lengua, pero su voz y su mundo es muy diferente”.

Javier Cercas no se considera un escritor español, sino en español. Para él la narrativa latinoamericana también es su narrativa, y su tradición. “Se ha enriquecido extraordinariamente en el último medio siglo, porque lo que ha ocurrido en ese lapso en Latinoamérica es lo mejor que le ha ocurrido a la narrativa en español desde Cervantes”.

Luego vino ese florecer de la literatura española de los ochenta que permite a José-Carlos Mainer, crítico, escritor y catedrático español, asegurar que “después del gran giro narrativo internacional de los años ochenta, los escenarios son urbanos y los protagonistas, perplejos, complicados y un poco culpables. Y, muy a menudo, tratan de indagar en el pasado cercano que creó un presente tan incómodo. O buscan implícitamente el diálogo y la confrontación con las generaciones precedentes por la vía del reproche, de la aceptación o del redescubrimiento de la verdad”.

Se trata de una novela trasatlántica. Julio Ortega, escritor, crítico peruano y profesor en la Universidad de Brown, dice que es el momento de una época posnacional y posnarrativa. La novela, afirma, “ya no se define por su lenguaje local ni por su linaje regional. Más que el estilo del autor o la temática del relato, la novela cuenta con la inteligencia del lector. Es un espacio en construcción, un ensayo de nuestra libertad”.

Cruce de caminos y puerto de llegada y salida, la novela hispanohablante ofrece dos vertientes, según Mayra Santos-Febres, escritora puertorriqueña y organizadora del Festival de la Palabra: la revisión histórica de los años ochenta con las narcoguerras, las guerras de guerrilla, las dictaduras militares revisitadas desde la infancia y la novela íntima experimental. Sin olvidar, agrega, las obras “desde perspectivas de identidades múltiples como lo la gay, o desde lo femenino, o desde la raza”.

Además de la recuperación de esa memoria, según Enrique Planas, escritor y crítico del diario El Comercio, de Perú, “hay una afirmación de una estética pop que nos habla de una cultura, en el caso latinoamericano, mutante, fruto de migraciones, encuentros y cruces. Nuevos autores que replantean la construcción de la identidad abriéndola a nuevas posibilidades de género, y, por fin, discursos profundamente subjetivos, que apuntan más a las historias íntimas”.

Polinización. Mixturas. Hibridación. Mestizaje. Raquel Gisbert, responsable del área de ficción de Planeta en España, lo ve claro: “Los autores echan mano de cualquier técnica narrativa apropiada para expresar lo que desean. Por otra parte, el material íntimo, la búsqueda personal, la explicación de la propia vida, se ha convertido en la masa literaria más apropiada de nuestro tiempo”. La literatura del Yo renacida a finales de los setenta que ha tomado fuerza en la lengua española en este siglo XXI también llama la atención de Rosa Montero. Considera que la novela actual “es posmoderna en el sentido de que no hay escuelas predominantes ni líneas estéticas maestras. Así que una de las características es la pluralidad de temas y formas”. Una novela ecléctica y multifacética, en palabras de la española María Dueñas.

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