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Las ciudades monocromáticas más atractivas del planeta

La ciudad colonial de Izamal, en Mérida es una de ellas

CIUDAD DE MÉXICO (28/MAY/2014).- Aquí presentamos algunas de las ciudades monocromáticas más atractivas del planeta.

Amarilla desde que llegó el Papa

A una hora de Mérida se encuentra Izamal, una ciudad colonial fundada a mediados del siglo XVI, ahora convertida en Pueblo Mágico, entre otras cosas por su arquitectura muy bien conservada, sus costumbres, tesoros prehispánicos y por su iglesia que conserva el segundo atrio más grande del mundo que, en 1992, fue escenario de la misa ofrecida por el Papa Juan Pablo II. Y desde entonces es que las fachadas de todo Izamal se pintan de amarillo canario, con toques de blanco que, representan los colores del Vaticano. El viajero puede recorrer sus calles adoquinadas a bordo de una calesa, a pie o en una bici que puede rentar.

¿Qué ver?
 La zona arqueológica, el Convento de San Antonio de Padua, los talleres artesanales, la casa de las artesanías.

¿Dónde comer?
Restaurante Kinich, auténtica comida yucateca.

Laberinto azul


En la Cordillera del Rif existe un pueblo azul, uno de los más bonitos y bien conservados de Marruecos: Chaouen o Chefchaouen parece un relato fantástico del medievo que aún mantiene intactas sus tradiciones y sus calles, a veces estrechísimas, en subidas y bajadas, formando un laberinto que confluye en la plaza Uta al-Hammam, donde se encuentra la alcazaba y una mezquita. Por cierto, tiene mucho parecido a los pueblos andaluces.

Fue fundada en 1471 por una pequeña población bereber; se consideraba una ciudad sagrada, por eso, durante siglos se restringió la entrada a extranjeros, hasta que llegaron los españoles.

Los días de franco alboroto son los lunes porque se instala el mercado de los saharuis, que vienen del sur de Marruecos.

Estos callejones de azules y añiles y de fachadas cubiertas de cal están protegidas por una asociación de vecinos que vigila el mantenimiento y conservación del lugar. Este destino también fue inspiración de pintores como Henri Matisse y Eugéne Delacroix.

La mitología dice que unos gigantes fueron convertidos en rocas durante una lucha con Heracles y los dioses del Olimpo. En esas rocas se asentó Míkonos y sus casas de reluciente blanco que contrastan con el azul del mar Egeo.

En el centro del archipiélago de las Cícladas, la isla griega de Míkonos o Mykonos es una parada imperdible para los lunamileros y cruceristas. Apenas de 90 kilómetros cuadrados, resulta un gran sueño por su arquitectura inmaculada, con toques en azul, como sus techos abovedados, sus puertas o los marcos de las ventanas; sus calles empedradas que se adaptan a la perfección a la forma de la colina; sus playas nudistas, y su ambiente nocturno, donde la música electrónica es el alma de las fiestas en los bares y discos de playa. Además es uno de los destinos más abiertos para la comunidad gay.

La típica postal de casitas encaladas y calles laberínticas se descubre en el barrio de Chora, mientras que los molinos de viento en el de Kastro.

Este viaje se sugiere combinarlo con las islas de Creta y Santorini.

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