Suplementos
Práctica y compromiso en favor de la comunidad
Cada seis meses, 700 alumnos de la UdeG se enlistan en labores comunitarias en escenarios vulnerables de la metrópoli tapatía
GUADALAJARA, JALISCO (17/OCT/2011).- Las fiestas del viernes por la noche quedaron para después. Aunque Aldo Maciel Nava ya es egresado de la licenciatura de Mercadotecnia, los deberes escolares aún le reclaman tiempo, y él, lo entrega desinteresadamente a un grupo de niños que cada sábado y domingo se da cita en la unidad comunitaria de Buenos Aires, en el municipio de Tlaquepaque, para participar en las actividades de recreación educativa ofrecidas por la Universidad de Guadalajara (UdeG) en 30 escenarios de escasos recursos de Tonalá, Zapopan, Guadalajara, Tlaquepaque, Magdalena y El Salto, a través del servicio social.
Aldo es uno de los 700 estudiantes que prestan su servicio social cada ciclo escolar, como parte de los trámites que solicita la casa de estudios para el proceso de la titulación profesional. En punto de las 9:00 horas -desde hace seis meses- este joven llega al escenario con una sola meta: hacer que su servicio social ayude a los pequeños a olvidarse de sus problemas familiares y a motivarlos para encontrar mayores oportunidades y mejorar su calidad de vida.
Durante sus estudios universitarios, Aldo -de 24 años de edad y casado- solía hacer viajes relámpago a los poblados más cercanos a la Zona Metropolitana de Guadalajara y dedicar sus desveladas a la tareas, ahora el servicio social le implica quedarse en casa por las noches cada viernes, para despertar temprano el sábado, presentarse en Tlaquepaque y subir las empinadas y empedradas calles de la colonia Francisco I. Madero. Cerca de 20 niños ya lo esperan, algunos no han desayunado y desean comer, otros sólo ansían que los lápices de colores y las hojas con dibujos se coloquen en las pequeñas mesas para empezar a colorear.
El lugar es pequeño y cada muro de la casa del DIF Tlaquepaque -prestada para la UdeG para el programa social- exhibe el entorno vulnerable que es la colonia. Hay emociones encontradas, grafiti que denota la presencia de pandillas, al menos cinco perros callejeros merodean cada esquina, pilas de ladrillo y costales de cemento denotan que hay casas inconclusas. Aldo ya sabía a lo que se enfrentaría: marginación económica, social y emocional; sabe también que debe estar atento, evitar mezclar sentimientos y ser neutral. A través de las herramientas de la UdeG, él puede maniobrar y desarrollar actividades lúdicas que impliquen temas relacionados a los valores morales y éticos, nutrición, deporte, cultura y educación.
De esta forma, la Universidad de Guadalajara recluta cada seis meses a cientos de estudiantes en los escenarios y programas de asistencia social. Los jóvenes no reciben paga alguna, más que las sonrisas y agradecimientos de la comunidad beneficiada, que también incluye a los adultos que buscan asesorías legales, laborales y psicológicas.
Lizette Solórzano Gutiérrez, responsable del Área de Desarrollo Comunitario de la UdeG, detalla que actualmente la casa de estudios cuenta con 10 programas y 30 escenarios comunitarios en los que los alumnos son asignados para prestar una labor de servicio.
Obligación y satisfacción
En ocasiones, el estudiante suele confundir al servicio social con las prácticas profesionales. Algunas universidades -privadas o públicas- dan la opción de que el interesado elija el lugar para prestar el servicio, en la UdeG esto no es posible, puesto que ésta asigna -dependiendo de las capacidades y aptitudes de cada alumno- el programa o escenario al que se integrará para cubrir las 480 horas requeridas.
Hay alumnos que son ubicados en proyectos relacionados a la licenciatura que ejercen o aún estudian. Por ejemplo, los psicólogos, médicos y nutriólogos son enviados a escenarios donde se requieren sus servicios; aunque también, puede observarse a ingenieros (de distintas especialidades) impartiendo clases de regularización, e incluso de inglés a adultos mayores, así como a pupilos de Contabilidad o Negocios Internacionales en actividades de adaptación infantil.
Aldo Maciel se ha dedicado a las ventas. En escasos días concluye su periodo de servicio social. La satisfacción que siente por su labor ofrecida es grande, al igual que los conocimientos que adquirió, desde la disciplina de levantarse temprano, paciencia y sobre todo, el sentirse afortunado de conocer y convivir con personas en situaciones vulnerables.
“Termino en tres semanas, pero no me quiero ir. Al principio lo veía como una obligación, pero cuando ya estás adaptado te dan ganas de quedarte, porque el niño te lo agradece, le das conocimiento y te lo reconoce. Yo soy vendedor, y lidiar con niños y personas difíciles es muy similar a mi carrera, encuentras obsesiones en los niños, hay que convencerlos de por qué sí (para integrarse a las actividades) y ellos te dan el por qué no quieren participar”.
Antonio Ángulo Ornelas, coordinador del escenario en la comunidad de Plan de San Luis de Guadalajara y egresado de la licenciatura en Recursos Humanos, reconoce que esta etapa lo ha ayudado a afinar sus conocimientos profesionales, a pesar de las adversidades que en un principio encontró, al tener como responsabilidad a un grupo de 30 niños.
“Conocí lo que es la administración del personal e identificar perfiles de trabajo, me ha ayudado a aplicar mis conocimientos en cuanto a capacitación y manejo de recursos humanos. El servicio social era lo único que me hacía falta para mi titulación, pero no sabía que tan difícil era este trabajo”.
Erróneamente, el concepto de la prestación del servicio social se ha maliciado, existen casos en que los estudiantes se convierten en “asistentes” de los distintos departamentos de alguna dependencia de Gobierno. Actualmente, los estudiantes le huyen a este panorama, ausente de conocimientos y experiencia profesional.
Durante la preparatoria, Aldo Maciel presentó su servicio social en la Casa de la Cultura de Zapopan, “sacando copias”, ahora -siendo un adulto joven- se atreve a decir que “el servicio social se aprende en la calle, no en una dependencia de Gobierno. De sacar copias no vas a aprender nada, aquí (en los escenarios comunitarios) vas a aprender cómo la gente, con pocos recursos, hace una vida cómoda”.
Para Sandra García, de séptimo semestre de Contabilidad y prestadora de servicio en la unidad de Plan de San Luis, adaptarse al servicio social le costó algo de trabajo. Los sábados y domingos dejaron de ser libres, las fiestas nocturnas desaparecieron; el despertador hace de las suyas cada mañana el fin de semana.
“Al principio fue difícil porque los sábados y domingos eran propios, podía irme de fiesta y levantarme tarde al día siguiente. A mí me encantan los niños, y por eso hasta ahorita ha valido la pena el servicio social”.
Lo que más le costó trabajo, y que ahora hace con ánimo y actitud de servicio, es el aseo higiénico que se realiza en cada escenario y unidad comunitaria de la UdeG. Se resistía. Las posibilidades de que practique su licenciatura durante su estancia en el servicio son nulas.
“No tiene nada que ver, porque es muy diferente la contaduría que cuidar niños. Cuando metí mi servicio no sabía qué era, me dijeron que tenía que venir a dar clases y me gustó. Es dramático conocer algunas historias que te cuentan los niños sobre su forma de vida, yo nunca he pasado por eso y es cuando tomas conciencia su situación, es algo emotivo, me gusta venir y divertirlos para que se desestresen”.
Reconocimiento a la labor
Por dos años consecutivos, 2009 y 2010, el Área de Desarrollo Comunitario de la Universidad de Guadalajara ha ganado el primer lugar en el ámbito nacional en el Consejo Interuniversitario de Servicio Social, en el que participan casas de estudio públicas, por todos los proyectos y el total de beneficiados de los programas de asistencia social.
En 2010 se contabilizaron 185 mil personas beneficiadas dentro del servicio social de la UdeG; para este 2011, Lizette Solórzano Gutiérrez estima que se apoye a 250 mil.
La Unidad de Servicio Social de la UdeG cuenta con programas de atención a la salud, desarrollo sustentable y comunitario, centros de acopio y proyectos educativos que tienen como objetivo “acercar a los prestadores (alumnos) a las comunidades con rezago para realizar actividades con calidad, eficiencia y sentido de solidaridad social, actuando como un lazo entre la abundancia y la carencia, y creando una conciencia en el compartir”.
Las acciones realizadas por los grupos multidisciplinarios de estudiantes, buscan la conservación del medio ambiente, generar atención pertinente, gratuita y de calidad a la salud de la población jalisciense, así como la implementación de proyectos que fortalezcan el nivel educativo de los sectores más vulnerables.
''El servicio social lo hacemos nosotros. Lo haces tú con tus actividades y tus ganas'', Aldo Maciel, coordinador del escenario comunitario Buenos Aires.
Aldo es uno de los 700 estudiantes que prestan su servicio social cada ciclo escolar, como parte de los trámites que solicita la casa de estudios para el proceso de la titulación profesional. En punto de las 9:00 horas -desde hace seis meses- este joven llega al escenario con una sola meta: hacer que su servicio social ayude a los pequeños a olvidarse de sus problemas familiares y a motivarlos para encontrar mayores oportunidades y mejorar su calidad de vida.
Durante sus estudios universitarios, Aldo -de 24 años de edad y casado- solía hacer viajes relámpago a los poblados más cercanos a la Zona Metropolitana de Guadalajara y dedicar sus desveladas a la tareas, ahora el servicio social le implica quedarse en casa por las noches cada viernes, para despertar temprano el sábado, presentarse en Tlaquepaque y subir las empinadas y empedradas calles de la colonia Francisco I. Madero. Cerca de 20 niños ya lo esperan, algunos no han desayunado y desean comer, otros sólo ansían que los lápices de colores y las hojas con dibujos se coloquen en las pequeñas mesas para empezar a colorear.
El lugar es pequeño y cada muro de la casa del DIF Tlaquepaque -prestada para la UdeG para el programa social- exhibe el entorno vulnerable que es la colonia. Hay emociones encontradas, grafiti que denota la presencia de pandillas, al menos cinco perros callejeros merodean cada esquina, pilas de ladrillo y costales de cemento denotan que hay casas inconclusas. Aldo ya sabía a lo que se enfrentaría: marginación económica, social y emocional; sabe también que debe estar atento, evitar mezclar sentimientos y ser neutral. A través de las herramientas de la UdeG, él puede maniobrar y desarrollar actividades lúdicas que impliquen temas relacionados a los valores morales y éticos, nutrición, deporte, cultura y educación.
De esta forma, la Universidad de Guadalajara recluta cada seis meses a cientos de estudiantes en los escenarios y programas de asistencia social. Los jóvenes no reciben paga alguna, más que las sonrisas y agradecimientos de la comunidad beneficiada, que también incluye a los adultos que buscan asesorías legales, laborales y psicológicas.
Lizette Solórzano Gutiérrez, responsable del Área de Desarrollo Comunitario de la UdeG, detalla que actualmente la casa de estudios cuenta con 10 programas y 30 escenarios comunitarios en los que los alumnos son asignados para prestar una labor de servicio.
Obligación y satisfacción
En ocasiones, el estudiante suele confundir al servicio social con las prácticas profesionales. Algunas universidades -privadas o públicas- dan la opción de que el interesado elija el lugar para prestar el servicio, en la UdeG esto no es posible, puesto que ésta asigna -dependiendo de las capacidades y aptitudes de cada alumno- el programa o escenario al que se integrará para cubrir las 480 horas requeridas.
Hay alumnos que son ubicados en proyectos relacionados a la licenciatura que ejercen o aún estudian. Por ejemplo, los psicólogos, médicos y nutriólogos son enviados a escenarios donde se requieren sus servicios; aunque también, puede observarse a ingenieros (de distintas especialidades) impartiendo clases de regularización, e incluso de inglés a adultos mayores, así como a pupilos de Contabilidad o Negocios Internacionales en actividades de adaptación infantil.
Aldo Maciel se ha dedicado a las ventas. En escasos días concluye su periodo de servicio social. La satisfacción que siente por su labor ofrecida es grande, al igual que los conocimientos que adquirió, desde la disciplina de levantarse temprano, paciencia y sobre todo, el sentirse afortunado de conocer y convivir con personas en situaciones vulnerables.
“Termino en tres semanas, pero no me quiero ir. Al principio lo veía como una obligación, pero cuando ya estás adaptado te dan ganas de quedarte, porque el niño te lo agradece, le das conocimiento y te lo reconoce. Yo soy vendedor, y lidiar con niños y personas difíciles es muy similar a mi carrera, encuentras obsesiones en los niños, hay que convencerlos de por qué sí (para integrarse a las actividades) y ellos te dan el por qué no quieren participar”.
Antonio Ángulo Ornelas, coordinador del escenario en la comunidad de Plan de San Luis de Guadalajara y egresado de la licenciatura en Recursos Humanos, reconoce que esta etapa lo ha ayudado a afinar sus conocimientos profesionales, a pesar de las adversidades que en un principio encontró, al tener como responsabilidad a un grupo de 30 niños.
“Conocí lo que es la administración del personal e identificar perfiles de trabajo, me ha ayudado a aplicar mis conocimientos en cuanto a capacitación y manejo de recursos humanos. El servicio social era lo único que me hacía falta para mi titulación, pero no sabía que tan difícil era este trabajo”.
Erróneamente, el concepto de la prestación del servicio social se ha maliciado, existen casos en que los estudiantes se convierten en “asistentes” de los distintos departamentos de alguna dependencia de Gobierno. Actualmente, los estudiantes le huyen a este panorama, ausente de conocimientos y experiencia profesional.
Durante la preparatoria, Aldo Maciel presentó su servicio social en la Casa de la Cultura de Zapopan, “sacando copias”, ahora -siendo un adulto joven- se atreve a decir que “el servicio social se aprende en la calle, no en una dependencia de Gobierno. De sacar copias no vas a aprender nada, aquí (en los escenarios comunitarios) vas a aprender cómo la gente, con pocos recursos, hace una vida cómoda”.
Para Sandra García, de séptimo semestre de Contabilidad y prestadora de servicio en la unidad de Plan de San Luis, adaptarse al servicio social le costó algo de trabajo. Los sábados y domingos dejaron de ser libres, las fiestas nocturnas desaparecieron; el despertador hace de las suyas cada mañana el fin de semana.
“Al principio fue difícil porque los sábados y domingos eran propios, podía irme de fiesta y levantarme tarde al día siguiente. A mí me encantan los niños, y por eso hasta ahorita ha valido la pena el servicio social”.
Lo que más le costó trabajo, y que ahora hace con ánimo y actitud de servicio, es el aseo higiénico que se realiza en cada escenario y unidad comunitaria de la UdeG. Se resistía. Las posibilidades de que practique su licenciatura durante su estancia en el servicio son nulas.
“No tiene nada que ver, porque es muy diferente la contaduría que cuidar niños. Cuando metí mi servicio no sabía qué era, me dijeron que tenía que venir a dar clases y me gustó. Es dramático conocer algunas historias que te cuentan los niños sobre su forma de vida, yo nunca he pasado por eso y es cuando tomas conciencia su situación, es algo emotivo, me gusta venir y divertirlos para que se desestresen”.
Reconocimiento a la labor
Por dos años consecutivos, 2009 y 2010, el Área de Desarrollo Comunitario de la Universidad de Guadalajara ha ganado el primer lugar en el ámbito nacional en el Consejo Interuniversitario de Servicio Social, en el que participan casas de estudio públicas, por todos los proyectos y el total de beneficiados de los programas de asistencia social.
En 2010 se contabilizaron 185 mil personas beneficiadas dentro del servicio social de la UdeG; para este 2011, Lizette Solórzano Gutiérrez estima que se apoye a 250 mil.
La Unidad de Servicio Social de la UdeG cuenta con programas de atención a la salud, desarrollo sustentable y comunitario, centros de acopio y proyectos educativos que tienen como objetivo “acercar a los prestadores (alumnos) a las comunidades con rezago para realizar actividades con calidad, eficiencia y sentido de solidaridad social, actuando como un lazo entre la abundancia y la carencia, y creando una conciencia en el compartir”.
Las acciones realizadas por los grupos multidisciplinarios de estudiantes, buscan la conservación del medio ambiente, generar atención pertinente, gratuita y de calidad a la salud de la población jalisciense, así como la implementación de proyectos que fortalezcan el nivel educativo de los sectores más vulnerables.
''El servicio social lo hacemos nosotros. Lo haces tú con tus actividades y tus ganas'', Aldo Maciel, coordinador del escenario comunitario Buenos Aires.