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''Una vez en las serranías...''

Además de la flora, La Primavera presume su fauna

GUADALAJARA, JALISCO (10/MAR/2013).- Con increíble pericia y a gran velocidad, se dejó venir en un vuelo que sentí amenazante, directo a la ventana de nuestra  camioneta. Me pareció un poco extraña la actitud de ese bello animal, pero no le di más importancia hasta que instantes después, aquella enorme ave que ahora se hacía acompañar por otras dos de igual belleza y majestuosidad, se acercaban hasta una temeraria distancia de nosotros ejecutando extrañas y llamativas cabriolas, en las que claramente se hacía ver una indiscutible agresividad.

Para nosotros el espectáculo era realmente maravilloso. Me detuve para que lo pudieran apreciar mis compañeros, y nos deleitáramos observando las piruetas de aquellas hermosas aves, cuando… fuuum… en tan sólo un instante desaparecieron entre los matorrales de cerros y cañadas.

“Ni modo, se lo perdieron”, les dije.

“¿Qué era eso?”, me preguntaron.

“Eran unos bellísimos halcones que volaban en tono agresivo y escandaloso contra nosotros cómo si nos advirtieran que nuestra presencia no era para nada bienvenida”.

“¡Una cosa rarísima!”, agregué emocionado.

“Ay amigo… tú y tus fantasías de siempre”, me dijo en tono burlón nuestro amigo Ecopepe, quien, secundado por el demás “pasaje”, con sonrisitas aprobaban la aseveración de aquel fortachón que vestía cómo si estuviera en el centro de África.

Con aire de… allá ustedes, ordené a mi siempre fiel y revolcada camioneta, seguir la marcha por la polvorienta brecha que zigzagueando se metía entre los pliegues volcánicos de La Primavera.

No pasaban tres minutos y un par de curvas, cuando un escuadrón de por lo menos unos 15 bravucones pájaros, con evidente mal carácter revoloteaban a nuestro alrederor.

Decidimos bajar sigilosamente de la camioneta para ver cual era la causa de su enojo; y al internarnos entre el alto y confuso breñal reseco, notamos que una gran cantidad de langostas, chapulines o cómo se llamen, saltaban por montones entre el breñal tostado por el sol.

 Los halcones Buteo jamaicensis, antes que ahuyentarse con nuestra presencia, se congregaban como si fueran escuadrones de los de la Base Aérea, haciendo vuelos rasantes sobre nosotros o remontándose velozmente a las alturas para perderse en el cielo, y luego descender furtivamente sobre nosotros con escandalosos y veloces aleteos recordándonos su mensaje intimidante.

Aquellos 15 que habíamos visto, se convirtieron en 50, y luego en 100, y aún más que seguían saliendo de entre las arrugas de una profunda cañada en donde supusimos que estarían sesteando.

Salían y salían, uno, y otro, y otro a gran velocidad, elevándose rápidamente a las alturas, en donde pudimos contar –a ojo de buen cubero y pese a la opinión de los escépticos– por lo menos unos 150 ejemplares volando allá arriba en círculos concéntricos, en un cielo que brillaba resplandeciente entre las escasas nubes.

El gran angular de mi cámara solamente captó un cielo azul con incontables puntitos que sólo con una lupa se les pudiera ver la forma de aves. Por fortuna, uno de los más agresivos pasó tan cercano a nosotros y en vuelo lento como si nos observara, que la cámara logró captarlo con relativa precisión

Estos halcones son otra de las maravillas del Bosque de La Primavera. Por favor… cuídenlo como uno de los tesoros más preciados del lugar en donde tenemos la suerte de vivir.

La Primavera… “si la cuidamos”, quizás pueda ser tan valiosa como el Central Park de Nueva York, ya que quedará en medio de la gran Guadalajara del futuro.

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