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- “Valemadrismo”

 Si se comparan las cifras relacionadas con contagios y defunciones a raíz del coronavirus, es probable que en México se hayan hecho las cosas mejor que en Estados Unidos (la mortandad, solamente en Nueva York, donde una isla deshabitada fue habilitada como fosa clandestina para las cientos de personas que fallecen cada día a raíz de la pandemia, alcanza  registros aterradores), y que en Jalisco se hayan hecho mejor que en otras entidades del país.

Si así fuera, sería, en cierto modo, el caso de “mal de muchos, consuelo de tontos”.

-II-

Ahora bien: aunque la mayor parte de la población del estado, y de la Zona Metropolitana de Guadalajara particularmente, ha acatado la consigna gubernamental de quedarse en casa -y merecido, por tanto, las “estrellitas en la frente” que el Gobernador de Jalisco ha repartido mediante sus mensajes en los medios y las redes sociales-, no han faltado, por desgracia, las inevitables piedritas (o piedrotas) en los frijoles…

Muchos tapatíos veían en la televisión, escandalizados, las multitudes que se agolpaban, jueves y viernes “santos”, en pescaderías y similares de la Calzada de la Viga, en la Ciudad de México… sin reparar en que aquí, en el Mercado del Mar, de Zapopan, esos mismos días, y en el Mercado de Abastos en las mismas y en subsecuentes fechas, se producían escenas similares.

Participar en aglomeraciones es, en las presentes circunstancias, una temeridad; es practicar un deporte extremo, sin casco ni equipo de protección; (es -decían las abuelas- “buscarle tres pies al gato”)… Exponerse a contagios, en el caso de las personas que viven “al día”, las que si no salen a trabajar simplemente no comen, es comprensible. Hacerlo sólo por honrar una tradición -como si comer pescado y mariscos en esas fechas fuera un imperativo categórico; como si no hubiera alternativas menos apetitosas, quizá, pero más recomendables, ciertamente-, a sabiendas de que se atenta seriamente contra la salud y aun contra la vida, es, por donde quiera verse, una necedad.

-III-

Ya se verá, en las próximas semanas, si las temeridades en que miles de personas incurrieron por ignorancia o por desdén -por valemadrismo, para decirlo en mexicano- nos pasan factura… o si, como ha sucedido en otras ocasiones, la Virgencita de Zapopan (patrona de Guadalajara contra terremotos, desastres y calamidades) tiende su manto protector para evitar que caigan sobre nuestra crisma las consecuencias de nuestras propias torpezas y desatinos. Así sea.
 

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