* “¡Arriba el Atlas…!”
Ramón Cano Figueroa fue, en vida, la encarnación misma de la devoción a los colores rojinegros. Su frase era reto, saludo, plegaria, profesión de fe… Varias veces, en circunstancias como las actuales, cuando el equipo de sus amores aparecía en la parte alta del tabulador, aunque el campeonato estuviera apenas en las jornadas iniciales -en la segunda fecha, como ahora-, tuvo que soportar “carrilla” de este calibre:
-Un consejo, Ramoncito: recorta la tabla de posiciones, sácale mil copias fotostáticas, ni una menos, y tapiza con ellas tu recámara, para que veas tu grito de guerra hecho realidad: “¡Mil veces arriba el Atlas…!”. Pero hazlo hoy mismo, porque al rato empezará a desinflarse el globo, y al final del torneo, como de costumbre, estarán con el rosario en la mano, pidiendo a Dios que los libre del descenso.
-¡Ay, hermano -replicaba el buen Canito-: que la lengua se te haga chicharrón…!
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Algunos apelan a la estadística: recuerdan cuántas veces, desde que el mundo es mundo, se ha repetido el espejismo de ver al Atlas en calidad de líder invicto de la Liga…, y cuántas, a la vuelta de unas semanas, la maldita realidad pone al equipo -y a sus fieles simpatizantes- con los pies en el suelo. Otros prefieren una argumentación distinta: es frecuente que los equipos que terminan en los primeros lugares, que disputan la final y que ganan el título, empiecen flojos y terminen fuertes…, y es frecuente que los equipos que tienen arrancada de caballo fino, tengan llegada de burro viejo. Algunos más conceden a sus victorias un valor relativo: porque son dos apenas, y porque los rivales (Ciudad Juárez y Morelia) han sido equipos de medio pelo (con perdón), como lo corrobora su condición actual de sotaneros.
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El Atlas actual es una incógnita. Lleva dos victorias en la Liga y un empate en la Copa. Aquéllas (ambas por 1-0) lo tienen en la cima del tabulador, de la mano con Santos Laguna y “Pumas”. De sus “caras nuevas” para esta campaña (los colombianos Vargas y Cuero, los argentinos Correa y Nervo, el ecuatoriano Balda y el mexicano Angulo), Vargas y Nervo han sacado calificaciones aprobatorias y aun sobresalientes.
Conclusión: tiempo al tiempo. Después de todo, la experiencia enseña que la frase de que “El que vive de ilusiones está condenado a morir de desencantos”, parece inspirada, precisamente, en la historia del Atlas.