* Fin del mundo
En medio del clima generado por el coronavirus (“histeria”, según los díscolos), en concordancia con el aviso de la suspensión de la Liga MX “hasta nuevo aviso”, cayó a la medida uno de los comentarios que suscitó la victoria, ayer, del Atlas en Toluca:
- Señal de que se avecina el fin del mundo...
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Chanzas aparte -que quizás a Rafa Puente no le hagan ninguna gracia-, el resultado de ayer en una “Bombonera” desolada (como todos los estadios este fin de semana, por las razones que son del dominio público), fue sorpresivo, quizá…, pero justo.
Reflejó con bastante fidelidad lo sucedido sobre la cancha. Retrató, por una parte, el esfuerzo y la disciplina del equipo que se alzó con la vitoria… aunque el desempeño colectivo no estuviera exento de pintitos en el arroz; verbigracia, los penalties con que el Toluca se levantó de la lona, primero, y aun pareció enfilar hacia la victoria, después. Y desnudó, por la otra, el desorden en lo colectivo y las torpezas en lo individual, en el aspecto defensivo, de los rojos, que los tapatíos supieron aprovechar para romper las rachas negativas del equipo… y de su actual entrenador en lo particular.
En todo caso, la entereza anímica mostrada por los rojinegros en los últimos 20 minutos, primero para hacer el tercer gol -la potencia en la galopada y la convicción en el remate de Cuero ahí quedan, quizá como lo mejor del Atlas en este torneo- y luego para preservar la ventaja hasta el silbatazo final, parecen ser indicios de que el discurso de Puente empieza a permear en el plantel.
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Las “Chivas”, en tanto, consiguieron la calificación aprobatoria. Sin embargo, esta vez lo hicieron “de panzazo”… Extendieron, ciertamente, su racha de buenos resultados -tres victorias y (ahora) un empate-, pero es imperativo subrayar que terminaron el partido del sábado con el rosario en la mano… y que el Monterrey merecía más.
A cambio de que los reyneros fueran dueños del balón, especialmente en el segundo tiempo, y de que al menos tres de sus intentonas ofensivas quedaran en meras aproximaciones, los rojiblancos, en el aspecto ofensivo, esta vez fueron inoperantes. Brizuela fue una pálida sombra de sí mismo; y Macías, salvo por una jugada personal resuelta con un disparo descontrolado a la vigésima grada del estadio vacío, se quedó prácticamente inédito en el partido.