Ideas

Diario de un snob

* La Semana Santa en el siglo XIX
* La mantilla de blonda, el tapalo y el rebozo
* ¡La ilusión de la abuelita!
* ¡Ay, qué tiempos señor Don Simón!

Todavía nos tocó de muy niños escuchar conversaciones de adultos, particularmente de tías, mamás, abuelas y/o las amigas de estas... “ay pero que ilusión ahora que se case la Nena quiero que lleve la mantilla de Blonda que fue de su bisabuela...”. Y es que, entre las damas de todas clases sociales en este país que es México y particularmente en lo que hoy es Jalisco, hubiera o no fortuna, con dote o sin esta, las de por si guapas tapatías de los siglos XX y los que le anteceden suspiraban por tres prendas accesorias que les daba presencia y más porte del que pudieran tener… en primer lugar la famosa MANTILLA DE BLONDA (una especie de encaje fino que se fabricaba en España) y que se colocaba mediante un difícil y entramado proceso a manera que la frágil prenda quedara sujeta a unas enormes peinetas labradas de carey y hasta con piedras preciosas... le seguía EL TAPALO DE BURATO O MANTÓN DE MANILA... que por siglos nos trajo la famosa NAO DE CHINA desde el Oriente... y por último el mexicanísimo REBOZO que es de origen aparentemente oriental... en estas tres prendas las hubo de todas clases, precios, colores y sabores y hasta principios de los 1970’s todas las damas de todas edades acudían a misa con la cabeza tocada con uno de estos accesorios (ya para entonces se les llamaba Sevillanas a las Mantillas). Los TAPALOS DE BURATO acabaron guardados en algún viejo baúl de alcanfor de una aún más vieja tía abuela y los MANTONES DE MANILA como cubierta decorativa de algún piano de cola... los REBOZOS, por extraño que parezca, han logrado sucumbir modas y modos a través de siglos de permanencia entre los vaivenes de las modas a veces cíclicas o repetitivas pero siempre adaptables la mujer tapatía.

Y, si de lucir se trataba las prendas arriba citadas, nada como las fiestas religiosas o “de guardar” en las que se estrenaban aquellos elegantes vestidos a la “Goyesca” que estuvieron en boga en los 1830’s llevando delicadas zapatillas de raso y claro el imprescindible Abanico (como la ilustración de Carlos Nebel) que se titula precisamente “La mantilla”, donde un apuesto joven le hace la corte a dos elegantes señoritas tapatías a la salida de misa en una Semana Santa. Si la moda primer Imperio fue sobria y casi a manera de un camisón de talle alto, conforme fueron avanzando las décadas se fue añadiendo metros y metros de encajes, sedas, brocados y brocateles, moires, tafetas y  tafetanes, gros y terciopelos a los trajes de las damax hasta llegar al delirio de la moda impuesta por la emperatriz CARLOTA con enormes crinolinas y tan elegantes como incómodas. En todas épocas las mujeres suspiran o suspiraban por los accesorios arriba señalados y, que la ocasión más propicia para lucirlos lo era la SEMANA SANTA, pues permitía lucir un atavío distinto cada día del entonces rígido calendario religioso y más que nada los JUEVES SANTOS durante la famosa “Visita de las Siete Casas”, que era la perfecta ocasión para ver y dejarse ver so pretexto de la devoción y la piedad.

HEGI, un extraordinario y poco conocido artista suizo que estuvo por México entre los años 1840 y 1860, retrata tan fielmente los días santos que muchas de sus obras costumbristas no requerían explicación alguna... Sin embargo aquí va una: “A partir del Jueves Santo y hasta el mediodía del Sábado de Gloria está prohibido circular en coche o en caballo. Como hay que asistir a la iglesia las damas elegantes, que de otra manera nunca someterían a tal prueba sus piececitos, se ven obligadas a realizar un día como hoy por las siete iglesias a pie. Apostados en la gran plaza cercana a Catedral puede uno pasar revista a la concurrencia ya que ninguna otra fiesta brinda mejor oportunidad para observar a todas las clases sociales juntas unas a otras. Allá a lo lejos viene una madre con sus bellas hijas con pesados vestidos de seda y mantillas blancas, se les nota difícil el caminar ¡pero así es la moda! Además solo en muy pocas veces hay que caminar, seguramente durante la monarquía esta familia haya llevado un título nobiliario de condes o marqueses, pero la República abolió tales diferencias. Más adelante advertimos un declive social que termina con unas criadas de ordinarios rebozos...”. En los años 20’s del pasado siglo de nuevo se puso a la moda la sevillana con todo y peineta y muchas chicas y señoras de alto copete se hacen retratar como auténticas “majas goyescas”... Cuando se abolió el uso de la sevillana o mantilla se perdió un elemento que obligaba a las mujeres a verse elegantes y distinguidas. ¡Hoy nadie se viste para “ir a misa” y menos para un Jueves Santo! Y lo de la abuelita soñando que la nieta porte a manera de “albo tul” la mantilla de blonda de sus antepasados... pues también queda en duda si la novia portaría la mentada prenda... porque con los tiempos que corren en donde los chicos se pueden casar entre chico/chico o bien, chica/chica... cuál de ellas dado el caso le tocaría portar la mantilla de finísima blonda o a cuál de las dos le tocaría “lanzar el ramo”. ¡HELP...! ¡Ayyyy, qué tiempos Señor Don Simón!

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