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AMLO, ¿sabio o camaleón?

López Obrador se adaptó rápido al ambiente y mimetizó su pensamiento con el verde olivo con el cinismo del que sólo son capaces los hombres de poder

Es de sabios cambiar de opinión, reza el dicho popular. Y sí, la gente inteligente es capaz de generar un proceso de pensamiento que, alimentado por los datos de la realidad, cambia su forma de ver y entender el mundo. Eso no quiere decir que todo el que cambia de opinión es un sabio, en la mayoría de las ocasiones lo hacemos simplemente por una necesidad de adaptación al entorno, por convenencieros, por convivir, dirían los jóvenes.

Dice el Presidente que sí, que cambió de opinión sobre regresar al Ejército a los cuarteles. Durante 12 años vociferó contra la presencia de las Fuerzas Armadas en las tareas de seguridad, tan parecía convencido de lo que decía que ganó una elección prometiendo un esquema de seguridad no militarizado. Pero una vez que ganó la elección, en menos de seis meses cambió radicalmente de opinión porque, dijo, no sabía el tamaño del problema que le heredaron.

¿De verdad no sabía? Resulta muy difícil de creer que alguien que lleva tantos años en la política, que había sido jefe de Gobierno de la Ciudad de México, que hablaba permanentemente con asesores y actores políticos, se diga sorprendido por “la herencia”. Más o menos lo mismo dijo Felipe Calderón cuando llegó a la presidencia y recibió, con razón, una andanada de críticas, entre otros de quien hoy nos gobierna. 

Curioso, pero a la misma conclusión han llegado los últimos tres presidentes. Felipe Calderón militarizó el combate al crimen organizado, y al mismo tiempo hizo una política de fortalecimiento de la Policía Federal y Policías municipales, con resultados muy por debajo de los esperados. Peña Nieto intentó cambiar la Policía Federal por una Gendarmería que nació muerta y posteriormente intentó darle un marco jurídico a las Fuerzas Armadas para actuar en tareas de seguridad. La izquierda que hoy gobierna rechazó el proyecto de ley. López Obrador fue más allá, desapareció la Policía Federal, alegando, muy a su estilo, corrupción generalizada y creó una Guardia Nacional completamente militarizada. 

¿Hemos sido gobernados por tres sabios incomprendidos que entendieron lo equivocados que estuvieron durante años y les llegó la iluminación cuando se sentaron en la silla, o por unos cínicos que sabían que para conseguir el poder tenían que mentir? Habrá opiniones y más de algún fan de López Obrador o de Calderón (Peña no tiene quien lo defienda) verá en estos cambios de opinión grandes destellos de sabiduría. No soy de esos. La política es el arte de adaptarse a las circunstancias y parecer congruente; por eso el animal con el que más se les compara es el camaleón. López Obrador se adaptó rápido al ambiente y mimetizó su pensamiento con el verde olivo con el cinismo del que sólo son capaces los hombres de poder.

diego.petersen@informador.com.mx

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