El capital político del alfarismo
El mensaje político difundido por Enrique Alfaro Ramírez el pasado viernes, y ratificado en la rueda de prensa del lunes pasado, reconfigura el panorama político no sólo de Jalisco, sino que su mensaje alcanza a resonar en el tablero nacional en el frente opositor y eventualmente en la carrera por la candidatura presidencial. Pero también repercute fuertemente al seno del propio grupo político que se ha configurado en torno a la persona de Enrique Alfaro, es decir, lo que se ha llamado el alfarismo.
El anuncio de Alfaro de no competir por la candidatura presidencial en 2024 y su decisión de quedarse a concluir su periodo de Gobierno hasta noviembre del próximo año, puede leerse como una decisión de proteger el capital político que ha acumulado en Jalisco y su empeño en decidir personal y rigurosamente las principales candidaturas que se disputarán en el Estado, principalmente para designar a su sucesor como candidato a gobernador. Es una postura que puede leerse como la renuncia a la candidatura presidencial a cambio de construir un maximato político en la Entidad.
Se han interpretado sus declaraciones como un fortalecimiento del grupo político originario que lo ha acompañado en sus contiendas electorales: regiduría de Tlajomulco, diputado local, alcalde de Tlajomulco, y luego de Guadalajara y finalmente como gobernador de Jalisco. Esto parece fortalecer la candidatura del senador Clemente Castañeda, quien es parte de su grupo íntimo, y parece debilitar la candidatura del presidente municipal tapatío, Pablo Lemus.
En todo caso, la decisión final dependerá de los números fríos de las encuestas. Mientras más ventaja tenga Movimiento Ciudadano (MC) frente al Movimiento Regeneración Nacional (Morena), la balanza favorece al senador Castañeda, pero si Morena se acerca más a MC, la decisión podría favorecer a Lemus.
Pero ahora la pregunta es por cuál partido contenderán los candidatos del alfarismo. La pregunta no es retórica, pues expresamente el lunes pasado Enrique Alfaro terminó de romper con Movimiento Ciudadano, un partido en el que por lo demás, jamás ha militado, según ha declarado él mismo.
Alfaro sostiene que a pesar de su crítica a Dante Delgado por cerrar la posibilidad de establecer alianzas, no es un rompimiento con el dirigente nacional de MC, pero sí implica un cierre de su vínculo con Movimiento Ciudadano, partido en el cual no ha militado, y añadió que MC “sólo fue la plataforma para construir su proyecto en Jalisco”, además de que “detesta” a los partidos políticos.
Sí, detesta a los partidos políticos pero ha estado en tres (PRI, PRD y MC) para alcanzar los puestos de poder público que ha ocupado en su carrera política. Por más que deteste a los partidos políticos, el alfarismo necesita de ellos para postular a sus candidatos.
Si sigue el conflicto con Dante Delgado, ¿eso implica que el alfarismo cambiará de partido en el Estado? ¿El alfarismo podría coaligarse con el frente que encabezan el PRI y el PAN y competir bajo esas siglas? Se abren interrogantes que deberán ser respondidas en los próximos meses.
Todo indica que la ruta de confrontación con Dante Delgado ya es inevitable. Ayer en entrevista con Joaquín López Dóriga, Delgado se destapó él mismo como candidato presidencial y sumó además al alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas; al diputado federal Jorge Álvarez Máynez; al gobernador de Nuevo León, Samuel García; y a la senadora Patricia Mercado. Y añadió que antes consideraba a Enrique Alfaro, pero el propio al gobernador de Jalisco rechazó esta posibilidad. Todo indica que las puertas se cerrarán para el alfarismo en MC.
La otra cuestión que abre la declaración de Alfaro es qué tanto margen de maniobra tiene para participar eventualmente en el Frente Amplio por México, ya que en su mensaje del viernes dejó abierta la puerta a una colaboración con este frente, si reaccionan y “si así sucede, pueden contar conmigo para apoyar, desde donde me toque, en la construcción de una alternativa para México”.
Para esa eventual alianza con el frente opositor vale la pena preguntarse qué tanto vale el capital político que ha logrado acumular el alfarismo. El peso específico del alfarismo dentro de MC no puede soslayarse, ya que casi la mitad de los votos del partido naranja en el 2021 fueron aportados desde Jalisco. Además, el alfarismo le dio un aparato de propaganda y comunicación a MC, a través de las empresas de estrategia y marketing, que posicionaron nacionalmente al partido naranja.
Pero el alfarismo pesa poco o nada políticamente fuera de Jalisco, por lo que más allá del Estado el grupo político del gobernador poco puede aportar al Frente Amplio por México. Habrá que ver si el capital político que el alfarismo ha amasado en Jalisco y cierta proyección nacional del propio Alfaro le alcanzan para llegar a un acuerdo con los dirigentes de partidos a los que el gobernador de Jalisco dice “detestar”.