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País feminicida

Aunque en su último informe trimestral de gobierno, del pasado 1 de abril, el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció, aún dentro de un autobalance positivo de sus políticas de seguridad, que junto con la extorsión y el robo de camiones de carga, los feminicidios eran los delitos que seguían al alza, ayer en la mañanera aseguraron que en lo que va del mes los asesinatos de mujeres van a la baja.

Por decir lo menos, el gobierno de la autollamada cuarta transformación mostró una grave falta de sensibilidad al hablar con toda frialdad de cifras, cuando esta problemática de violencia contra las mujeres se volvió a visibilizar como nunca con el caso de Debanhi, quien tras acudir a una fiesta el 9 de abril, fue encontrada 13 días después muerta en una cisterna de un hotel a las afueras de Monterrey en la carretera a Nuevo Laredo.

Sin duda, esto se debió al gran activismo del padre de la joven, Mario Escobar, de sus familiares y amigos, quienes desde el primer momento salieron a las calles en su búsqueda y a exigir con sus manifestaciones públicas y en las redes sociales la actuación pronta de la Fiscalía y el gobierno de Nuevo León.

Por eso la fotografía que le tomó el taxista, que fue su primer agresor al abandonarla impunemente en desplobado, las feministas la convirtieron en pintura, que ahora es un nuevo estandarte en la lucha y en las preocupaciones por la violencia de género. Para muchas madres y padres de familia, esa imagen de la silueta de Debanhi en la oscuridad de la noche, representa la vulnerabilidad y el riesgo en el que están sus hijas. 

El caso provocó reacciones en todo el país, incluida la del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, quien en sus redes sociales reconoció que todas las instituciones del país debían asumir su responsabilidad para frenar la “tragedia colectiva” que significa la violencia contra las mujeres. Su muerte movilizó también a mujeres y familias en la CDMX y aquí en Guadalajara.

Pero el caso de Debanhi, es igual de trágico que el ocurrido aquí con Quimberly Anay, la joven de 18 años que también fue localizada sin vida en Tonalá el pasado 16 de abril, cuyos padres también exigen justicia y denuncian que en la Fiscalía han ignorado datos y elementos que la familia ha aportado para detener al feminicida.

Las autoridades federales, estatales y municipales están obligadas, por ejemplo en Jalisco, a mejorar la búsqueda de las 14 mujeres, entre ellas varias menores de edad, que están en estos momentos desaparecidas, para salvarlas del fatal desenlace que sufrieron Debanhi y Quimberly, y otras 40 víctimas más que han sido asesinadas en los primeros tres meses del año en la entidad, en este país feminicida.

jbarrera4r@gmail.com

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