Ideas

“Temporada de aguas”

Debo reconocer que de las cosas que más trabajo me ha costado aprender en esta vida es que existen cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. Ya que como buen tapatío que soy, y debo decir que tapatío poco paseado, no conocía en esta ciudad más que dos tiempos: tiempo de aguas y tiempo de secas.

La modernidad ha hecho que haya expertos que determinen que existen en Guadalajara tormentas atípicas. Yo, desde que me acuerdo, en esta noble y leal ciudad, las tormentas han sido tormentones. Esos que ahora les dicen atípicos para mí son lo más típico que hay. Hay lugares donde los truenos son más fuertes, como por ejemplo en Autlán, donde truena en serio, pero agua. Déjeme contarle que nosotros vivíamos en nuestra primera infancia en la calle López Cotilla y cada tormenta eran unas corrientonas maravillosas que muchos usábamos para bañarnos como si fuera un arroyo. Eran tan grandes que después de la tormenta, seguían las corrientes un rato y nosotros conseguíamos tablas para que las señoras que iban al rosario (porque no había misa en la tarde) no se mojaran los pedales, y nos daban a cambio cinco centavos.

Por eso ahora se asombran con las inundaciones, pues las llaman atípicas. Una vez, yendo en un camión por los rumbos del Agua Azul, nos agarró un tormentón clásico. Al camión (que estaba mucho más fregado que los actuales) se le empezaron a empañar los vidrios, además de traer un limpiabrisas de lo más fregado. En pocos minutos, los vidrios estaban totalmente empañados y dificultaban la vista del chofer, el cual, desesperado, bajó la velocidad y lo único que se le ocurrió pedirnos fue que no respiráramos.

Y, créame, que si usted considera los actuales camiones como defectuosos, no se imagina aquellos. Con la diferencia de que había de treinta centavos y de veinte, porque había de primera y de segunda, cuya única diferencia eran los asientos, ya que los de segunda tenían una banca corrida en las orillas. Pero, mal servicio siempre ha sido, aunque ahora aparentan ser más catrines, pero van más llenos. Por lo que rinden un homenaje a la famosísima ruta 680, mejor conocida como sexochenta, que por el mismo precio daba masaje y transporte.

La verdad es que yo ahora ya no circulo en camiones porque me ando cayendo en lo parejo, y subirme a uno significa un riesgo de muerte. Incluso alguna vez propuse como deporte extremo el busing, consistente en amarrarse al frente de cualquier camión y durar dos horas ahí. Lo que para los amantes de la adrenalina era mantener la emoción cercana a la muerte todo el tiempo. Pero qué quiere, eran otras épocas cuando se podía fumar en el camión, ir echando humo sin que lo vieran a uno como si trajera una ametralladora, porque hay mucha gente protestona. Déjeme que les cuente que estaba una vez en los toros en la feria de Autlán, fumándome un puro maravilloso, cuando llegó una joven a pedirme que si apagaba el puro, a lo que le tuve que responder que a mí los toros no me gustaban. Yo iba a la plaza precisamente a fumar puro.

@enrigue_zuloaga

Temas

Sigue navegando